Claves para entender el 11-M. Capítulo 3. Apuntes sobre la masonería en España (II)
Los negocios reales y las obediencias masónicas.
Por Doutdes
CLAVES PARA ENTENDER EL 11M
CAPÍTULO 3: APUNTES SOBRE LA MASONERÍA EN ESPAÑA (II)
Los negocios reales y las obediencias masónicas
El advenimiento al trono español de Carlos III (1759-1788), procedente
de Nápoles, hizo que el peso de la Masonería en la Corte de Madrid se
incrementara. Si bien no existe constancia de su adscripción masónica,
Carlos III se rodeó en todo momento de conocidos y reconocidos masones,
en los que depositó la mayor de las confianzas a la hora de gobernar.
El Gran Maestre de la Masonería Miguel Morayta en su obra Masonería
española. Páginas de su historia (1915), principal fuente de
información para conocer desde dentro la Historia de la Masonería
española, escribió: "La Masonería no tuvo la honra de contar entre los
suyos a aquel monarca que, sin embargo, hizo mucha obra masónica". En
una primera etapa de reinado, esas obras masónicas las emprendieron una
serie de ministros extranjeros, la mayoría italianos, liderados por el
Marqués de Esquilache, el hombre del pueblo que llegó a Marqués de la
mano de Carlos III y que murió en su amada Venecia rodeado de una
ingente fortuna. En el próximo capítulo nos centraremos en el Motín
contra Esquilache y sus ministros, el uno finalmente desterrado y los
otros cesados por la presión popular. Para ser sustituidos, Carlos III
recurrió a los masones autóctonos. Unos y otros, los de allá y los de
acá, siempre con los bolsillos bien llenos, como corresponde a los
buenos masones, pues por entonces no había todavía socialistas.
La Masonería en España desembarcó en 1726 en Gibraltar, ya bajo el
dominio inglés, de la mano de la Gran Logia de Londres, que estableció
allí una sucursal. Un año después, el Duque de Wharton, embajador de
Inglaterra y ex Gran Maestre de la Free Masonery, fundó en Madrid la
primera logia, la Matritense, regularizada por Carta Patente de la Gran
Logia de Inglaterra el 19 de marzo de 1729 con el nombre oficial de
Gran Logia Provincial de Inglaterra para el Reino de España. Sus
reuniones se celebraban en la residencia del propio Embajador
Británico. Masones fueron personajes tan influyentes y poderosos como
Campomanes, Fiscal del Consejo de Castilla, luego sustituido por
Moñino, también masón; Roda, que fuera Ministro de Estado y luego de
Gracia y Justicia; el Duque de Alba, eternal Consejero de Estado; José
Nicolás de Aza, Embajador en Roma; y más que ninguno por jerarquía e
influencia, el todopoderoso Conde de Aranda, Presidente del Consejo de
Castilla. El poder de la Masonería durante el reinado de Carlos III fue
decisivo, hasta el extremo de que el ayo de su hijo Fernando fue el
Príncipe de San Micandro, reconocido y conspicuo masón.
No es de extrañar que para Juan Carlos I su antepasado haya sido uno de
los modelos a seguir, pues entre sus amistades más cercanas se incluyen
importantes masones. Se ha llegado a decir que el mismísimo Jesús
Polanco es uno de sus albaceas. Nuestro campechano monarca, ya al
comienzo de su reinado, declaraba a sus íntimos: "¿Qué queréis que
haga? Yo no tengo la culpa de ser un Rey de izquierdas". La "culpa" de
la que hablaba Don Juan Carlos no creo pueda ser achacable a su
desconocimiento de la Historia, sobre todo si tenemos en cuenta sus
antecedentes familiares cercanos. De ser así, habría que recordarle el
destino que la izquierda y muy especialmente su ahora "colega" Santiago
Carrillo dio a alguno de sus familiares, asesinados en Paracuellos
durante la Guerra Civil. Entiendo más lógico achacar su esquizofrénica
actitud al peso de su bolsillo izquierdo respecto al derecho, siempre
que se pretenda negar su sumisión a la secta en grado operativo o
simbólico, aunque quizás ambas motivaciones puedan ir de la mano.
De cualquier forma, Jesús Cacho, autor del libro "El negocio de la
libertad", declaró en una entrevista tras su publicación: "La
democracia española ha sido ocupada por un núcleo de poder surgido
después de la muerte de Franco, donde están Juan Carlos I, como garante
institucional; Felipe González, en el poder político, y Jesús Polanco,
en el poder mediático, el control de la ideología y la factoría de las
ideas; y entre González y Polanco, el control de la judicatura". Aunque
ya hablaremos de González y Polanco en próximos capítulos, tan sólo un
apunte daremos ahora. El cinismo relativista masónico de González quedó
patente en una reunión que en 1995 tuvo con el Presidente de México
Zedillo en la que hablaron sobre terrorismo. Se ha escrito que el
viperino sevillano le dio la solución al del mandil mexicano con su
ofrecimiento para acabar con los zapatistas, convirtiéndolos en
terroristas: "Eso no es problema, nosotros nos encargamos de que lo
sean". Sea como sea, cueste lo que cueste.
Los tiempos han cambiado y los déspotas aristócratas iluministas como
Esquilache o Aranda han dado paso a los "estadistas" del terrorismo y a
los magnates de la comunicación "juristas", siempre bajo una misma
jerarquía histórica, entremezclando los intereses económicos, políticos
y sociales de la misma con los propios, a modo de pérfida sinergia. No
sé cuándo el nuevo cortesano mediático decidió cambiar y cambió la
camisa azul por el mandil, pero sí sabemos que El Conde de Aranda había
sido iniciado en la Masonería en Francia y el mismísimo Voltaire le
llamaba "Coctus selectus". Algunos historiadores pretenden negar tal
condición en Aranda o afirman que Carlos III no la conocía, pero otra
vez el Gran Maestre Morayta nos saca de dudas cuando dice en la obra ya
citada: "Todos los indicios convienen en que Carlos III nombró su
consejero al Conde de Aranda conociendo su condición de masón". Como
dijo el propio Voltaire: "La verdad es lo que se hace creer" y desde
entonces sus "hermanos" del mundo entero se han esmerado en proclamar
su verdad, hasta el punto de que se la crea casi todo el mundo por muy
falsa que sea.
El Conde de Aranda llegó a ser Gran Maestre de la Masonería Española en
1760. De su mano, en 1767, la Masonería se institucionalizó y se hizo
mayor de edad, tras el cumplimiento de la orden masónica de expulsión
de los jesuitas. Pasó a denominarse entonces Gran Logia Madre de la
Francmasonería Española y a gozar de cierta autonomía, que no
independencia pues esta nunca existe, siguiendo el camino que había
tomado la Masonería francesa, pero manteniendo todavía su mero carácter
simbólico o especulativo, la llamada Masonería Azul, proselitista y
selectiva, formadora del carácter para aquellos que a la secta conviene
elevar por la escala gradual. Para aquellos incautos que puedan llegar
a sentir atracción por la apariencia meramente especulativa e incluso
lúdica de la Masonería Azul, hemos de señalar que tras ella se esconde
lo que denuncia Antoine de Motreff en su obra ¿Quién inspiró a René
Guenón? (1995): "El hecho de vincularse a una organización iniciática
regular, hace al pecado de superstición aún más característico, pero
nada impide al demonio obrar también en ausencia de esta cadena
iniciática. La iniciación proporciona un "ambiente" favorable a la
actividad del demonio". Cuestiones filosóficas al margen, lo cierto es
que la iniciación masónica posibilita desde un principio la pertenencia
a un grupo que propicia beneficios al iniciado. El polémico León Taxil,
primero furibundo anticlerical masón, luego converso católico
denunciador de las prácticas aberrantes y criminales de los masones,
para finalmente mostrarse misteriosamente descreído de todo, en su obra
La Francmasonería (1887) escribió: "Es el francmasón ciudadano del
universo; no existe lugar alguno en el mundo donde no encuentre él
hermanos solícitos para favorecerle, sin que necesite otra
recomendación que su título, bastando para ser reconocido los signos y
palabras misteriosas adoptados por la gran familia de los iniciados".
En 1773, el Conde de Aranda fue nombrado Embajador en Francia, en donde
estrechó sus lazos con la Masonería francesa. El Gran Oriente Nacional
de Francia se había emancipado de la Free Masonery a instancias de la
jerarquía iluminista en 1756 y en 1758 cambió nuevamente de nombre y de
funcionamiento, perdiendo su mero carácter nacional para hacerse
internacional y pasar a denominarse Gran Oriente de Francia. Al tiempo,
se creaba el nuevo Rito de Perfección de 25 grados, incluidos los 3
iniciáticos del rito original simbólico. Así nacía la denominada
Masonería Operativa, también llamada irregular, centro y motor de la
Revolución Francesa de 1789 y madre despótica de su derivación
española. El Conde de Aranda consiguió Carta de Patente para implantar
en España el Rito de Perfección conformando a partir del 24 de junio de
1780 el Gran Oriente Nacional de España, la nueva Masonería española,
autónoma pero supeditada y ordenada según el criterio de su madre
francesa. Con ello, se daba un golpe de timón clave para el devenir
histórico, pues la renuncia de buena parte de los masones a la
obediencia inglesa para incorporarse sumisamente a la del Gran Oriente
de Francia sería desde entonces fuente de conflictos internos
constantes, que se sumaban a la traidora dependencia exterior. Como
veremos en su momento, las luchas entre masones han hecho de España, en
muchos casos, su auténtico campo de batalla y en otros su enemigo
común.
Los masones españoles se dividieron casi por igual entre las dos
obediencias, si bien la francesa nunca paró de crecer frente a la
inglesa hasta nuestros días. A la jerarquía iluminista supramasónica le
interesaba mantener ambas organizaciones, para dejar la puerta abierta
en España a un modelo similar al de la monarquía inglesa, en el caso de
que el destino revolucionario francés no llegara a funcionar en la
católica por excelencia España. Para ello contaron con las convicciones
religiosas de muchos de sus miembros, que prefirieron continuar fieles
a la Free Masonery regular, por su carácter no confesional pero deísta,
tal y como se manifiesta en la Constitución de los Estados Unidos, la
mejor muestra de sus principios ideológicos, una vez malograda la
Constitución Española de Cádiz de 1812. Importante es sin duda conocer
la filiación de unos y otros hasta nuestros días, tras el giro masónico
del Conde, al que no debió ser ajeno el propio Carlos III, que a su
condición de francés unía una especial inquina contra los ingleses
desde su época napolitana y su odio obsesivo a los jesuitas. De
cualquier forma, el giro dado por Aranda era una perfecta maniobra para
quebrar definitivamente el poderío del ya deteriorado Imperio español.
En nuestros días, El Rey Juan Carlos I ha ido distanciándose de la
tradicional vinculación tras la Restauración de su estirpe con la
Monarquía inglesa, máxima jerarquía nominal, que no ejecutiva, de la
Free Masonery. Todo indica que a la misma pertenecieron su padre, su
abuelo y, seguro, su bisabuelo. A falta de reyes y napoleones en
Francia, Juan Carlos abraza a sus sucesores masones Miterrand, Giscard
y Chirac, cuya amistad ha procurado y procura, frente a la de la Reina
de Inglaterra, que nunca le ha recibido oficialmente. Quizás, a una
Reina no le debe ser muy grata la amistad con quien se salta la línea
dinástica, renunciando además a una condición consagrada por la
tradición y que hermanaba a ambas coronas. Para Don Juan Carlos los
nuevos "hermanos" en el trono son los de Marruecos, Jordania o Arabia
Saudí, con quienes se muestra entrañable y afín, además de compartir
intereses que parecen ser más deseados para nuestro monarca que los del
propio Estado. Las relaciones del Rey con la familia real saudí, por
ejemplo, siempre han sido muy estrechas, hasta el punto de que Manuel
Prado y Colón de Carvajal, su otrora albacea, consiguió de los árabes
un crédito de 10.000 millones de pesetas en condiciones muy ventajosas
para el monarca español, crédito que al parecer nunca ha devuelto.
Entre tanto, su mujer la Reina Sofía, apuntando aún más alto y para
solventar la falta de credibilidad que su marido se ha ganado en las
logias simbólicas anglosajonas, ha sido una más de los ilustres que se
han venido reuniendo en el Club de Bilderberg, lobby de carácter
internacional a cuyas lujosas tenidas asisten sus miembros de pleno
derecho y son invitados buena parte de las personalidades más
influyentes o poderosas del mundo, casi siempre masones de las diversas
obediencias. La tenida anual de políticos, financieros, empresarios y
propietarios de medios de comunicación, no merece titulares en
periódicos, televisiones ni radios, o al menos recibe menos cobertura
que cualquier incidente menor en el más recóndito lugar del planeta.
Este "discreto" Club es una de las instituciones claves de la jerarquía
iluminista, que está por encima de obediencias nacionales e
internacionales, a las que deja competir de forma autónoma en sus
"ligas" internas y hasta continentales, para reservarse la organización
del "mundial". Pero es que como decía el político británico Benjamín
Disraeli en Coningsby: "El mundo está gobernado por personajes muy
distintos a los que se imaginan aquellos que no están detrás del telón".
Es muy probable que nuestra culta y helénica Reina no haya podido
olvidar la conspiración que derrocó a su hermano Constantino, con lo
que Grecia no siente haber perdido demasiado, pues su ejercicio del
poder fue tachado por casi todos como déspota e inútil. Quizás Doña
Sofía, cultivando y participando en ese selecto Club supramasónico,
cree servir de contrapeso e impedir un final similar a la Monarquía
Española. No me parece que su inquietud sea tanto por el destino de
nuestro actual monarca, vinculado al de ella por marital enlace, pues
Don Juan Carlos reina de forma estable por el momento, bien pegado el
asiento al trono, gracias a su complaciente sumisión a los antiEspaña:
no se fíe majestad, pues traidores antecedentes en contrario hay
muchos. A mi entender, detrás de la regia preocupación de su consorte
más bien se esconde el cavilar acerca de lo que el destino depare al
niño de sus ojos, el Príncipe Felipe, cuyo futuro económico no debe
peligrar, pues la vida de nuestro monarca, por muy larga que se le
depare, no será tanta como para poder gastar la fortuna acumulada
durante sus años de reinado, buenos "benefactores" y asesores
financieros ha tenido y tiene.
No hace falta ser muy perspicaz para creer que en los planes de la
jerarquía iluminista y, consiguientemente, en los de sus sicarios, no
está prolongar la Monarquía más allá del reinado de Juan Carlos.
Mutatis mutandi, bien haría Doña Sofía en no caer en el mismo error que
la frívola y desgraciada María Antonieta, que dos años antes de subir
al cadalso para ser decapitada tras ver a través de las rejas de su
prisión la cabeza ensangrentada de su amiga la Princesa Lamballe, la
engañada y estúpida Gran Maestra, escribía a su hermana María Cristina:
"La Masonería es en realidad una sociedad de beneficencia y de placer.
Se come mucho, y se habla, y se canta. Ella no es de ninguna manera una
sociedad de ateos declarados, puesto que, se me ha dicho, Dios está en
todas las bocas". Se lo dijeron a María Antonieta y se lo creyó, y los
que alegremente comían, hablaban y cantaban, le cortaron la cabeza a
ella y a su amiga, la primera Gran Maestra de la Masonería. Ahora la
jerarquía iluminista se sigue reuniendo para comer y hablar, aunque los
gustos de la época han cambiado: prefieren jugar al golf que cantar y
ya no les resulta tan útil cortar cabezas a reyes y reinas, pues ahora
el poder teórico reside en el pueblo.
En nuestros días, la sumisión de España al llamado "corazón de Europa"
ha sido de nuevo implantada por nuestro Presidente de "milagro", el
cursi político a la violeta Rodríguez, si bien sus despropósitos
durante los dos últimos años nos vinculan en mayor grado a las
repúblicas bananeras y a los tiranos islámicos que a las viejas
naciones de nuestro continente, por muchos méritos
legislativo-masónicos que intente acaparar el nieto del masón Lozano.
Su antecesor, José María Aznar, hombre de firmes convicciones
patrióticas, cada vez más asentadas conforme ejercía el gobierno, nunca
aceptó el papel de comparsa reservado a España. Aznar, castellano de
principios, no tardó en mostrar su carácter y al poco de jurar el cargo
de Presidente del Gobierno dicen que llamó la atención al mismísimo
monarca por lo irregular de sus negocios y lo costoso de sus amoríos
extraconyugales, negándose a seguir sosteniéndolos con las arcas del
Estado.
Cuestiones de faldas al margen, el nuevo Presidente buscó desde
entonces, 1996, acercar a España de forma paulatina al eje anglosajón,
entendiendo con buen criterio que era lo más beneficioso para los
intereses nacionales. Con ello despreciaba el poder de la jerarquía
iluminista, entre cuyos planes no entraba una España importante en el
concierto de las naciones, por lo que finalmente no iba a tolerar el
nuevo renacimiento español, para lo que estaba dispuesta a emplear
cualquier método: "sea como sea o cueste lo que cueste" es una las
frases preferidas del Presidente Rodríguez y uno de los juramentos
masónicos dice: "Presto el juramento irrevocable de sostener, cueste lo
que costare, los principios de la Orden, defender lo que costare, la
causa de la verdad y de la humanidad contra toda autoridad usurpada,
abusiva o irregular, sea política, militar o religiosa, y castigar sin
compasión a los traidores a la Orden".
Lo cierto es que tras el 11M la historia ha dado un siniestro giro y
los masones afrancesados han tomado una vez más el poder, como lo
hicieron en época de Carlos III, destrozando la ardua tarea de
posicionamiento internacional emprendida con éxito por Aznar. En este
contexto, no es de extrañar que a mediados de 2003, el Rey Juan Carlos
dijera a su amigo José María Casanova, ex Embajador en USA y Presidente
de Izar: "Esto pasa (se refería a la imposibilidad de hacer negocios en
los países árabes de Oriente Medio) por la política que este Gobierno
ha seguido con los países árabes". Lo que usted no especificaba,
desentendido Rey Borbón, es si se refería a negocios beneficiosos para
España y los españoles, pues los de la época de Carlos III no lo fueron
y creo que los que usted desea tampoco; para usted y los suyos, pues
los de su antecesor me temo que lo fueron y los que usted reclama me
temo que también lo son; o para los masones de siempre, pues los del
déspota ilustrado lo fueron y los de sus "colegas" izquierditas o
masones lo han sido y lo siguen siendo, amparados por la jerarquía
iluminista, para la que sus planes macroeconómicos y geoestratégicos
están muy por encima de los "daños colaterales" de los 1000 asesinados
durante años de terrorismo, 200 muertos de nada y casi 2.000 heridos de
aún menos: "sea como sea, cueste lo que cueste".
Escrito por El lector: el 14/05/2006 09:52:01usted lo cuenta como yo lo siento gracias
Escrito por El lector: el 14/05/2006 18:45:00Gran artículo de la lista. Una aportación bien documentada.
Lástima tener que esperar entre ellos. Lo interesante se hace rogar. Aquí esperaremos al próximo capítulo.
yeda
Temeroso Escrito por El lector: el 14/05/2006 23:39:52Porfa,
no tarde mucho en publicar el siguiente. Es fascinante al tiempo que
inquietante. Los ciudadanos "normales" nos sentimos día a día mas
asustados. El aprendizaje siempre provoca inseguridad, pero es
necesario adquirir el máximo conocimiento para que resurja un mínimo de
estabilidad.
jesuitico Escrito por El lector: el 15/05/2006 02:07:51Estoy
de acuerdo en lo que ha escrito, Sr. Doutdes, pero en el plano actual,
me gustaria me diera su opinion sobre las relaciones jesuitas -
masoneria, que a mi modesto entender, ahce muchos años pasan por una
especie "de luna de miel",.
Abra que recordar que si
la masoneria especula y conspira, no menos lo hace el imperio jesuita,
practicamente desde su fundacion y abundando en ello dire, que su
expulsion de la España de carlos III fue motivada por las rebeliones en
las colonias americanas azuzadas por esta ....llamemosla Orden,
asimismo contribuyeron y mucho al no menos famoso "Motin de Esquilache"
en venganza por que Calos III les hizo pavimentar el exterior de las
iglesias e hizo pagar impuestos. Y volviendo a nuestros dias,
JESUITAS Y MASONES han estado y estan detras del TERRORISMO ETARRA y
del llamado Estatut catalan.
Un saludo.
"lealaespañasiempre"
Doutdes Escrito por El lector: el 15/05/2006 13:42:09Yeda y Temerosos: Gracias por los elogios. Ya me gustaría a mí tener más tiempo para escribir estos artículos.
Jesuitico: Todo llegará a su debido momento y conforme avance la serie
hispania delenda est Escrito por El lector: el 15/05/2006 17:42:49Lo
que usted nos cuenta con gran claridad se corresponde con lo que
algunos intuimos, deducimos u observamos que está ocurriendo. No se
puede explicar el terrible deterioro que está sufriendo España, no
solamente político, sin la acción de la "mano negra" de tufo
iluminista. Sin duda España debe ocupar un ínfimo lugar en el proyecto
de futuro de estos "amos ocultos" porque está claro que nos quieren
reducir a unas cuantas nacioncillas enfrentadas unas con otras, con
poblaciones artificialmente alienadas, es decir ,quieren reducir España
a fosfatina y escoria cultural, espiritual y genética, verdadero
banquete para estos tiranos , timadores y super-rich. Lo malo es que
hay traidores entre nosotros que les están haciendo el caldo gordo. Ya
veremos quien rie el último. Tienen los pies de barro.
Escrito por El lector: el 10/06/2006 19:47:37Tenida
DUDA Escrito por El lector: el 16/07/2006 00:02:32¿Que y quien gana destruyendo ESPAÑA? ¿Quién y qué pierde?
Escrito por El lector: el 17/07/2006 04:20:52Duda pregunta: ¿Que y quien gana destruyendo ESPAÑA? ¿Quién y qué pierde? Eso precisamente es lo que pretendo desentrañar en esta serie de artículos.
Escrito por El lector: el 18/07/2006 18:32:34un placer leerte, como siempre. max
telesforo Escrito por Usuario no registrado el 07/10/2006 15:59:03Coincido en mi conciencia en que , has dicho y dices, verdades como Templos. Los
borbones trajeron la pérdida de Gibraltar, la guerra de independencia,
las guerras carlistas. Queria saber algo del informe Picasso y de los
negocios de Alfonso XIII y sus amigos franceses... Y finalmente, la
Guerra Civil tampoco deja libre a los borbones.
gaspar Escrito por Usuario no registrado el 07/10/2006 21:19:20El anterior comentarista es Telesforo, el Bueno, se entiende......
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