Claves para entender el 11-M. Capítulo 8. Acerca del exterminio del Alma Española Imprimir
Por Doutdes

Una vez hemos contado someramente la historia de la Masonería hasta finales del siglo XVIII, principios del XIX, y desarrollado lo que es su pensamiento sectario y su organización criminal, con sus ritos y juramentos sangrientos, sus jerarquías y obediencias regulares, así como sus estrictas dependencias irregulares, para extender sus tentáculos en la sociedad, a mayor gloria y beneficio de la jerarquía iluminista, estamos en condiciones y contamos con las herramientas necesarias para retomar la historia de España y mostrar hasta que punto su conocimiento es fundamental para entender los acontecimientos presentes, el 11M incluido.


En esta entrega haremos una recapitulación al tiempo que aportamos nuevos datos y reflexiones, para en las próximas avanzar en nuestro análisis histórico. En capítulos anteriores apuntamos cómo se inició el trabajo de demolición de la estructura tradicional del Estado durante el largo, sangriento, tiránico y antipatriótico reinado del usurpador Felipe V. Este primer Borbón fue impuesto, "sea como sea, cueste lo que cueste", por la jerarquía iluminista, que venía organizando el reparto del "botín" desde que se tuvo la certeza de que el desgraciado Carlos II moriría sin descendencia. Bien lo sabía el pobre Hechizado, quien en su lecho de muerte afirmaba: "Es Dios quien da y quita los Imperios".


En su poquedad humana, Carlos II no alcanzaba a entender que el Imperio español se había construido precisamente a la luz del Dios Padre cristiano. Un Dios Padre que deja a sus hijos el libre albedrío para que nada esté escrito y todo dependa de los actos característicos, diferenciados, de cada ser humano. Un Dios Padre que da una libertad al hombre contraria al concepto que de ella han tenido muchos de los intelectuales y políticos del siglo XX, imbuidos de un concepto nietszchiano y decadente de la libertad, que le llevó a afirmar a Tomas Mann: "Solo el indiferente (el indiferenciado) es libre. Lo característico nunca es libre; está estampado, determinado, comprometido". Con ese concepto de libertad deshumanizada, quizás muchos de ellos sin querer, inspiraban e inspiran las barbaries del siglo XX, las que aún padece la humanidad y las que están por llegar, salvo que la libertad deje de ser entendida sólo como un derecho relativo y no como un valor esencial inalienable en cada ser humano.


El Imperio español fue fruto de la creencia en un Dios Padre que desea unos hijos rebeldes ante una visión del mundo determinista y sumisa. Un Dios Padre alejado del justiciero e inaprensible, tan del gusto de las religiones judía, musulmana e incluso protestante en sus diversas manifestaciones, sobre todo la calvinista, y que incluso ha infectado a la católica en no pocos casos por medio del jansenismo, negando la libertad esencial de cada ser humano, ente diferenciado con una vocación ineludible de trascendencia. Un Dios Padre que, como escribió Chateaubriand: "encierra las tres grandes leyes del universo, la ley divina, la ley moral y la ley política; la ley divina, unidad de Dios en tres esencias; la ley moral que es caridad; la ley política que es libertad".


El incapaz monarca, último de la dinastía Austria, bastante tenía con sus males físicos, como para acordarse de lo que su bisabuelo Felipe II afirmó en 1556: "Todas las herejías que han aparecido en Alemania y Francia siempre fueron iniciadas por descendientes de judíos". Ya entonces el gran rey español intuía la realidad: no Dios, sino la jerarquía iluminista que se venía conformando a partir de los descendientes de aquellos judíos expulsados de los reinos católicos, es quien da y quita imperios. Primero promovieron y financiaron los cismas religiosos, para centrar más tarde su apoyo a lo que algunos llamaron la "tercera vía", la masónica, que no es más que el perfeccionamiento para la descristianización iniciada con la llamada Reforma y el logro de un poder sin límites: "sea como sea, cueste lo que cueste".


La jerarquía iluminista diseñó y fomentó, con Francia e Inglaterra como principales instigadores, una guerra dinástica en el territorio peninsular con la sangre de españoles ofrecida en sacrificio al Gran Arquitecto del Universo, como a partir de entonces será una constante de nuestra historia. Las mayores atrocidades derivadas para España de esa acción iluminista han sido la mal llamada guerra de la Independencia, pues en realidad se trató de una revolución popular -como ya veremos-, la brutal explotación, cuando no el genocidio, de los indios españoles a partir de la secesión de las provincias americanas -que trataremos en un próximo capítulo-, las diversas guerras, pronunciamientos, crímenes de estado y atentados terroristas, que se sucedieron en España antes de la más incivil de las guerras... hasta llegar a su más reciente muestra: el 11M así como sus previstas consecuencias, en un siniestro plan genocida contra el Alma Española de uno y otro lado del Atlántico: "sea como sea, cueste lo que cueste".


Apuntamos en anteriores capítulos también las buenas intenciones, aunque por poco tiempo y siempre boicoteadas por los intereses extranjeros, que caracterizaron el reinado del segundo rey Borbón Fernando VI, mientras mantuvo al competente y patriota Marqués de la Ensenada como valido. La caída en desgracia del mejor estadista de la época vino dada por las presiones inglesas, "ya no construirán más barcos" escribía el embajador Benjamín Keene, y la progresiva influencia sobre Fernando VI de una serie de nobles, que se aprovecharon del proceso de demencia hereditario, similar al de su padre Felipe V, por el que se vio postrado el tan bondadoso como pusilánime rey durante sus últimos años de vida.


Mientras pudo y le dejaron, Ensenada intentó reparar los desastres absolutistas perpetrados durante el reinado del francés Felipe V, que incluso impuso la lengua de Moliere en la corte española. El buen Marqués, noble por derecho en el sentido que Jovellanos daba a esa condición, intentó recuperar la capacidad militar española y propuso una serie de reformas sociales y económicas de modernización del Estado, algo que desde la jerarquía iluminista no se podía permitir, pues supondrían el sostenimiento e incluso crecimiento del poderío español y un freno quizás definitivo al plan masónico de destrucción del Imperio católico.


Entre los proyectos renovadores de Ensenada destacaba el cambio de modelo impositivo, que por primera vez en la historia mundial proponía una fiscalidad tendente a un mejor reparto de la riqueza mediante la contribución única. Se eliminarían los múltiples impuestos sobre consumo de bienes primarios, fuente principal de recursos para el Estado hasta entonces, que reducían gravemente los medios de subsistencia de la población más pobre. Para ello, Ensenada afrontó la magna tarea de creación de un exhaustivo catastro que, unido al nuevo impuesto único, hubiera propiciado la mejor explotación de los recursos nacionales. Se pretendía cargar fiscalmente igual la tierra productiva, para el campesinado la de la Iglesia era la más beneficiosa, y la improductiva por capricho u ocio de los propietarios, casi todos nobles. Al mismo tiempo, las ideas del Marqués permitirían la gravación sobre los grandes patrimonios, pues el impuesto se ajustaría a los recursos potenciales y no a cargas sobre consumo o rentas, incontrolables estas últimas en los casos de los grandes hacendados, que habrían de oponerse a la nueva fiscalidad.


Esta equiparación impositiva alcanzaría a todos por igual, desde el más humilde hasta el mismísimo monarca. Semejante avance social no fue bien visto ni por los nobles masones españoles, principales beneficiarios hasta entonces del caos fiscal, ni por la jerarquía iluminista que los mandaba. De aplicarse la política ideada por Ensenada, se asentarían los cimientos para una libertad real del pueblo, pues para la libertad existencial, además de la esencial que cualquier ser humano tiene en cuanto hijo de Dios, es vital la suficiencia económica.


Las reformas de Ensenada hubieran supuesto la revolucionaria y justa implantación de un liberalismo económico humanista, basado en los planteamientos del Padre Mariana y otros religiosos geniales, definidos por los déspotas ilustrados como el "atavismo secular". Bendito sea el "atavismo secular" capaz de enfrentarse a las masónicas ideas capitalistas salvajes, proponiendo sus humanos y, por ello, cristianos conceptos socializadores de la riqueza. Frente a la igualdad esencial innegociable que da pie al humanismo existencial cristiano, las ideas "ilustradas" de los jerarcas iluministas se basaban en la brutal explotación de indígenas, en la esclavización masiva de negros y en la generación de una nueva clase social: el proletariado.


Ese concepto de la sociedad iría perpetuando y perfeccionando el sistema cada vez más cruel para los hambrientos y explotados de siglos, que se multiplicarían paulatinamente hasta la triste realidad que conforma el mundo de hoy. Como bien determinó el Pontificio Consejo Cor Unum en su documento El hambre en el mundo un reto para todos: "Hasta el siglo XIX, las oleadas de hambre que diezmaban a enteras poblaciones procedían, por lo general, de causas naturales. Hoy día están más circunscritas y en la mayoría de los casos son producto del comportamiento humano". Por mi parte sólo he de añadir al magistral diagnóstico, que ese comportamiento humano está auspiciado, fomentado y condicionado por el omnímodo poder sobre las haciendas y las mentes, que la jerarquía iluminista ha ejercido y ejerce en la mayoría de los ciudadanos del primer mundo, éticamente alucinados por la virtualidad del consumo como sinónimo de riqueza.


Los proyectos de Ensenada no pudieron por desgracia llevarse a efecto tal y como intentó el Marqués. La inmensa mayoría del pueblo entendió el beneficio social que tales medidas suponían y las apoyó incluso colaborando activa y honradamente en la elaboración del catastro. El generoso y responsable comportamiento de ese gran pueblo español venía dado por un concepto esencial de la libertad, que tan bien definió el gran escritor D.H. Lawrence en sus Estudios sobre la literatura clásica norteamericana: "Los hombres son libres cuando obedecen a una íntima y profunda voz de fe. Obediencia desde dentro".


La Iglesia, que poseía el 13% de la riqueza, aceptó la nueva fórmula impositiva, lo que fue además rubricado con la firma del Concordato. Pero los enriquecidos nobles "ilustrados" -propietarios de la mayor parte de la tierra-, con Aranda y Alba a la cabeza, hicieron todo lo posible por boicotear los proyectos de Ensenada y acabaron por impedir su aplicación, pues su concepto "ilustrado" de la libertad estaba muy alejado del entendimiento de un pueblo mucho más cercano a la idea formulada años después por D.H. Lawrence: "los hombres son libres cuando pertenecen a una comunidad viva, orgánica, creyente, activa en la ejecución de algún objetivo incumplido, quizás no comprendido".


Mediante intrigas y falsificaciones documentales, "sea como sea, cueste lo que cueste", prácticas en las que siempre mostraron y muestran singular destreza, los déspotas masones volvieron a derribar la influencia de Ensenada, que había conseguido, de nuevo, cierto predicamento con la llegada al trono de Carlos III, poco amigo de los ingleses que habían provocado la caída en desgracia del Marqués. Pero Aranda y compañía convencieron al inepto y gastón monarca de que la reforma impositiva iba en perjuicio de su patrimonio directo, pues la corona no estaría exenta de pagar impuestos por sus propiedades.


Finalmente, el magno esfuerzo colectivo realizado para la creación del catastro acabó siendo utilizado por los déspotas como el mejor mecanismo de explotación del pueblo. Con ello primaba, sobre todo, el inmenso enriquecimiento de los nobles masones y del rey, con lo que además se dejaba el camino expedito para los planes de la jerarquía iluminista, sabedora de que una justa distribución de la riqueza impediría entonces, como hoy, sus proyectos de dominio mediante revoluciones, para lo que necesitaba y necesita aplicar cada cierto tiempo en el bolsillo de la mayoría aquello de que "cuanto peor, mejor", para luego vender su falsa libertad y cínica igualdad pues, siguiendo de nuevo las palabras de D.H. Lawrence: "Las almas menos libres son las que van al Oeste y vociferan su libertad. Ese griterío es un ajetreo de cadenas, lo fue siempre".


En el cuarto capítulo de esta serie penetramos en el acontecimiento más importante de la primera etapa del reinado de Carlos III, el más despótico de nuestra historia, con permiso de algunas fases del de Fernando VII. Nos referimos al llamado Motín contra Esquilache, primer levantamiento popular de la historia moderna que, como la mayoría de los que han sido hasta nuestros días, fue manipulado a su antojo por la jerarquía iluminista. Carlos III había dejado el gobierno de España en manos de Esquilache, Grimaldi -por cierto antepasado del cretino príncipe Alberto de Mónaco- y compañía, ministros extranjeros que se afanaron tanto en robar para beneficio propio y cubrir el pozo sin fondo que suponían los gastos de la corona, como en "modernizar" España mediante la imposición de un despotismo ilustrado extremo, destructor de la forma de entender el mundo de los españoles, que condenaba a la mayoría del pueblo a la miseria: "sea como sea, cueste lo que cueste".


Entre tanto, la jerarquía iluminista estaba preparando el "banquillo" masónico "canterano" que había de sustituir, tras la manipulación del Motín, a los trincones extranjeros, y que metió el primer gran "gol" masónico en España: la criminal expulsión de los Jesuitas. Ese "banquillo" se "entrenaba" y "calentaba", siguiendo el símil futbolístico, en una organización masónica creada alrededor de un grupo al que la sabiduría popular denominaba "La Trinca", pues tres conformaban la tríada de su poder: Aranda, Campomanes y Olavide. Pero el sobrenombre fundamentalmente venía dado por su propensión a los negocios especulativos para forrarse.


Nada tenía que ver aquella "Trinca" con el trío de ocurrentes humoristas catalanes que en nuestros días han adoptado ese nombre, aunque alguno con sus negocios audiovisuales en algo se les asemeja. Casi todo, sin embargo, es similar a la actuación de cuantos masones e izquierdistas, no pocos miembros de la derechona de siempre también, han asumido responsabilidades de gobierno a lo largo de nuestra historia y que hoy nos toca de nuevo padecer con el presidente Rodríguez y sus "hermanos" en el poder por accidente o "milagro" masónico de casi doscientos muertos y dos mil heridos, víctimas propiciatorias de los planes para la consumación definitiva de la destrucción de España: "sea como sea, cueste lo que cueste".


Nadie que quisiera jugar un papel de cierta importancia en el gobierno podía dejar de participar en las reuniones de "La Trinca", antecedente de la "España del pelotazo" socialista, cuyo axioma formuló el ministro Solchaga: "España es el país en el que más fácil resulta hacerse rico"; sobre todo -digo yo- a los miembros de la secta, los Aranda de entonces, los Polanco de hoy. Floridablanca o Jovellanos fueron algunos de los que tuvieron que pasar por semejante fielato. A partir de este capítulo hablaremos de estos y de otros personajes que actuaron como cómplices o alucinados y de los pocos, como el propio Jovellanos, que fueron capaces de resistirse en mayor o menor medida a los mandatos masónicos. Esa rebelde actuación les costó muy cara, al menos la cárcel o el destierro en el caso del genial asturiano, e incluso no pocos pagaron con su muerte decretada por la secta o con la de miles de inocentes víctimas de guerras y atentados terroristas, el 11M exempli gratia: "sea como sea, cueste lo que cueste".


En sus últimos años de reinado, Carlos III comenzó a desconfiar de quien había sido su principal consejero y detentador del máximo poder en el Estado, el conde de Aranda, y de su camarilla directa, los llamados "aragoneses". Dicho grupo cuestionaba el modelo centralista que ellos mismos habían propiciado y ahora deseaba dotar de una mayor autonomía a los Consejos, en detrimento de las atribuciones asignadas a la Secretaría de Estado. Con ello, aquellos masonazos, recientemente enriquecidos gracias a una política agraria de "feudalismo desarrollado", que incluso impedía que el pan se pudiera fabricar y vender libremente, pretendían asentar su total dominio económico. No menos nepóticas fueron las concesiones monopolísticas controladas por ellos, que abarcaban desde la fabricación de barajas de naipes hasta la de paños de lana. Estas medidas servirían para debilitar el poder absoluto del trono, principal motor de su vertiginoso enriquecimiento.


Esos mismos "ilustrados" años antes habían sido los ejecutores de la definitiva implantación del absolutismo centralista borbónico mediante la abolición de los fueros, destruyendo con ello uno de los rasgos distintivos de la estructuración estatal durante los reinados de la dinastía Austria, que había permitido la conformación del Imperio: la descentralización administrativa. Fruto de sus maniobras fue el consiguiente empobrecimiento de la mayoría de la población en beneficio de los "ilustrados", cuya consecuencia más evidente fue la extensión de la hambruna entre el campesinado, que en muchos casos se veía obligado a emigrar a los núcleos urbanos, como ya venía sucediendo en otros países europeos, en donde su futuro no era mucho mejor. Este iba a ser el germen de la nueva clase proletaria, tan necesaria para el mayor y futuro enriquecimiento de la jerarquía iluminista.


Hasta entonces, más del 70% de la población había vivido del campo y el hambre, salvo la puntualmente causada por catástrofes naturales, era un horrible fenómeno desconocido en España. Con la abolición de los fueros además se creaba un problema nuevo que no había existido en el pasado: los conflictos regionalistas que, con el tiempo, nos han traído la triste realidad de las aspiraciones secesionistas promovidas por masones de zonas geográficas que precisamente fueron las principales -por primeras- generadoras de lo español.


Creyendo que con ello defendía su poder absoluto, Carlos III depositó toda su confianza a partir de 1777 en el conde de Floridablanca, a quien nombró Secretario de Estado. Como ya vimos, Moñino era conde por reciente y despótico ennoblecimiento, como tantos otros masones. Dice el Gran Maestre Morayta en su obra ya citada en nuestros artículos: "A la Masonería pertenecía entonces la flor de la aristocracia". El ilustre masón se refiere tanto al duque de Alba y otros nobles decadentes, como a los más capullos que flores de esa aristocracia: la nueva aristocracia oligárquica que había prestado al monarca borbón importantes servicios. Reiteremos una vez más los más evidentes ya tratados: la falsificación de pruebas y la conspiración, cuando el Motín contra Esquilache y en la expulsión y disolución de los Jesuitas.


Con esta maniobra política -Aranda, a París y Floridablanca, de valido-, se continuaba la táctica de distracción y alucinación del monarca. La jerarquía iluminista se salía como casi siempre con la suya mediante intrigas y aparentes enfrentamientos entre sus "hermanos" masones. Dejaba el gobierno de España en manos de uno de los suyos, el ahora masón "dormido", "moderado" en su anticlericalismo y filoinglés por vinculación sectaria, Floridablanca, que atenuaba las suspicacias del despótico y vago rey respecto a los planes de Aranda. Al tiempo, situaba al Conde masón en un puesto clave para el devenir de los acontecimientos, Embajador español en Francia, lo que suponía a todos los efectos ser Ministro de Asuntos Exteriores plenipotenciario, pues desde allí se recibía y filtraba toda la correspondencia del resto de las embajadas. Aranda se aplicó en su tarea traidora y cumplió fielmente y en todo momento los designios de la jerarquía iluminista: "sea como sea, cueste lo que cueste".


Ya señalamos en el capítulo 2 de esta serie que el aragonés ocupó la embajada española en Francia desde 1773. Importó el rito operativo de 25 grados de obediencia francesa, que implantó definitivamente en 1780, y auspició, referido está en el capítulo anterior, la formación de logias egipcianas de la mano del falso conde de Cagliostro, a quien conoció en su día en España. Balsamo era reconocido por los masones de un lado y otro de los Pirineos como el "Superior Desconocido" y árbitro en las diferencias entre las diversas obediencias y logias; es decir, auténtico mandatario de la jerarquía iluminista, para la que el "problema español" era prioritario.


Se llegó a decir por entonces que la mujer de Cagliostro, la bella Lorenza, se prostituía con Aranda y otros relevantes masones de la corte. Ella misma lo confirmó en su declaración ante el Santo Oficio, cuando fue juzgada junto con su marido, una vez habían sido abandonados a su suerte por la jerarquía iluminista, como ha hecho y hace con tantos otros, tras haberse aprovechado de sus intrigas. La puta de lujo, que también se hizo pasar por noble, afirmó que Aranda era uno de los personajes con los cuales su marido le habría obligado a prostituirse.


Cuestiones de proxenetismo al margen, probado está que el falso y masón irregular conde italiano intimó con el antipatriota y masón regular conde español durante la estancia de éste último en Francia y lo cierto es que las logias egipcianas comenzaron a conspirar, primero desde Italia, para luego establecerse definitivamente en España, la presa más preciada para la jerarquía iluminista.


El propio Carlos III tomó conciencia del inminente peligro que amenazaba tanto a su corona como a la de su pariente francés. Reparó en que los mismos masones que tan útiles le fueron para llevar a efecto sus planes despóticos y absolutistas de destrucción definitiva del legado que dejara la vieja y legítima dinastía, ahora estaban conspirando en la sombra a favor de una revolución, que pronto estallaría triunfante en Francia, para luego intentar manifestarse en España.


En misiva manuscrita a Tanucci, que había sido su principal colaborador durante su reinado napolitano, Carlos III escribió en agosto de 1775: "te había mandado dominar totalmente a los Francmasones (...) pues bien sabes cuan perniciosas son semejantes reuniones y más ésta que se obliga con un juramento a obedecer a otro muy distinto al Soberano que Dios les ha dado, y a ayudarse recíprocamente, y con el más inviolable secreto; y así no hay que descuidarse con ello, pues lo que no sucede hoy, sucederá un día".

No se equivocaba esta vez el ocioso monarca "a una nariz pegado", tanto como a su escopeta de caza, aunque no alcanzó a entender que más peligrosos eran los masones para su propio reino, España, que para el que lo fue en su día, Nápoles. Al alejar al "libertino" Aranda de la corte y dejar el poder en el "moderado" Floridablanca, no hacía más que contribuir a los fines inmediatos de la jerarquía iluminista, cuyos planes eran a largo plazo y con una perspectiva histórica y geoestratégica de la que carecía el monarca borbón.


Desde la embajada parisina, además de vincular, como ya hemos señalado, el movimiento masónico español a la obediencia francesa, Aranda implicó el apoyo efectivo de España al proceso revolucionario e independentista de los Estados Unidos, maniobra para la que contó con el servilismo masónico de Floridablanca desde Madrid. Aranda afirmaba que, dada la falta de aliados de Inglaterra en el continente europeo, había que debilitar el poder marítimo inglés para lo cual era necesario el apoyo de España a los independentistas de las trece colonias. Su dictamen final era "reanudar la contienda hispano-francesa contra Inglaterra", sin prestar atención ni al coste ni al desgaste humano y económico, improductivos del todo, que este posicionamiento suponía para España: "sea como sea, cueste lo que cueste".


La consecuencia a medio plazo para España fue la destrucción de su poderío marítimo; no era otro el sibilino plan de la jerarquía iluminista, que años después, en 1805, se consumó con la encerrona que supuso la batalla de Trafalgar y sus consecuencias, dominio marítimo inglés, dominio continental francés y un único derrotado: España y con ella los españoles de uno y otro lado del Atlántico; "sea como sea, cueste lo que cueste".


Así pues, la instauración de la dinastía borbónica fue el inicio de la obra de arquitectura masónica, que suponía la demolición del Imperio español: la expulsión de los jesuitas había alzado la primera columna del templo masónico a construir con las independencias americanas. Ahora, el apoyo español a la creación de los Estados Unidos asentaba la segunda columna del mismo, pues la actuación española justificaría en el futuro la francesa e inglesa respecto a la España americana, que a medio plazo debía independizarse: "sea como sea, cueste lo que cueste".


Esa independencia no podía dar lugar a una nación unida como USA, sino a una fragmentación de naciones y estados, para con ello impedir el mayor desarrollo del centro y sur de América, lo que hubiera imposibilitado una USA imperial. Un nuevo imperio que era designio de la jerarquía iluminista, tal y como demuestra el documento que Esteban Morín envió a Grasse Tilly y el águila de su escudo, símbolo imperial por excelencia. Hasta el propio dólar muestra como uno de sus lemas impresos en el ojo que todo lo ve: "Novus Ordo Seclorum" (Nuevo orden de los siglos), frase tomada de Virgilio. Este intento de equiparación con el Imperio Romano hoy puede parecernos incluso apropiado, pero en 1776, salvo que alguien -la jerarquía iluminista- lo tuviera previsto, nadie podía pensar que esa insignificante colonia de un rincón del mundo llegaría a convertirse en lo que es hoy.


Puede que fuera "casualidad", "genialidad" o más bien conocimiento de los planes de la jerarquía iluminista lo que permitiera que el Conde de Aranda fuera uno de los pocos que intuyera entonces ese destino imperial para USA. Así lo expresó en una Memoria secreta sobre América enviada al Rey en 1783: "Esta República federal ha nacido pigmea, por decirlo así, y ha tenido necesidad de apoyo y de las fuerzas de dos potencias tan poderosas como la España y la Francia, para conseguir su independencia. Vendrá un día en que será un gigante, un coloso temible en esas comarcas. Olvidará entonces los beneficios que ha recibido de las dos potencias, y no pensará más que en su engrandecimiento (...) Dentro de algunos años veremos con mucho dolor la existencia amenazadora del coloso de que hablo. El paso primero de esta potencia, cuando haya llegado a engrandecerse, será apoderarse de las Floridas para dominar el Golfo de México. Después de habernos hecho de este modo dificultoso el comercio con la Nueva España, aspirará a la conquista de este vasto imperio, que no nos será posible defender contra una potencia formidable, establecida sobre el mismo continente, y a más de eso limítrofe". Impresionantes las dotes de "adivinación" del conde de Aranda, pero más aún su cinismo y su traición. Él mismo había sido quien había embarcado a España en el apoyo a la creación de esa nueva República "pigmea", que llegaría a ser un "coloso temible", una "potencia formidable" para destruir el Imperio español: "sea como sea, cueste lo que cueste".


Para que esas dos columnas masónicas tuvieran los firmes cimientos de una América española independiente y desunida, Aranda se había esmerado desde su etapa de gobierno en promocionar un proceso de creación de autonomías en la España americana, proceso que no hizo más que crecer a lo largo de los años e iría debilitando y dejando sin recursos la administración del Estado en esas provincias trasatlánticas. Al mismo tiempo se sembraba la desunión de sus pobladores de cara a las ofensivas inglesas, que estaban por llegar tras Trafalgar.


De esta cuestión nos ocuparemos en próximos capítulos, pues la operación masónica que dio lugar a la independencia fragmentaria, a diferencia de la unitaria norteamericana, de la España trasatlántica se diseñó en las logias masónicas tal y como desde las mismas y de forma análoga se ha venido propiciando la destrucción de la unidad de España en nuestros días: "sea como sea, cueste lo que cueste".


Bástenos ahora recordar un fragmento de lo escrito por Aranda, una vez se había consumado la independencia de las colonias inglesas, en su cínica Memoria: "Vuestra Majestad debe deshacerse de todas las posesiones que tiene sobre el continente de las dos Américas, conservando solamente las islas de Cuba y Puerto Rico". El traidor embajador pretendía adelantar el proceso que años después se produjo gracias a la acción de sus "hermanos", y lo hacía además intentando engatusar al antipatriota monarca con el caramelo de crear tres nuevos reinos, México, Perú y Costa Firme, a favor de los infantes de España, pero no en cuanto españoles, sino en su condición de franceses. Estos planes incluían la cesión del 50% del comercio a los galos, pues Francia "se prestará gustosa, viendo las ventajas que deben resultarle del establecimiento de su familia sobre los tronos del Nuevo Mundo".


Desde aquel aragonés "ilustrado" hasta el actual leonés "rojo" el destino de España ha caído en manos de muchos traidores a la patria, tantos o más desentendidos de las necesidades del pueblo y aún más enemigos de la libertad, sobre la que se cimentaba el Alma Española.


Por desgracia, en España y en el mundo cada vez contaba menos y hoy casi no cuenta nada la libertad entendida como un derecho, un valor, un principio, una obligación, al modo que lo expresaba el genial Calderón de la Barca en boca de su Príncipe Constante, Don Fernando de Portugal, que se negaba a ser liberado de la esclavitud a costa de la entrega a los moros de la ciudad de Ceuta, lo que supondría la esclavización del pueblo cristiano ceutí: "En lo justo / dice el cielo que obedezca / el esclavo a su señor; / porque si el señor dijera / a su esclavo que pecara, / obligación no tuviera / de obedecerle; porque / quien peca mandado, peca".


Como decía Albert Camus en su última obra, El hombre rebelde, escrita cuando estaba en pleno proceso de reconversión al cristianismo, tras una juventud comunista de desengaño y una madurez de angustioso existencialismo: "Si no se cree en nada, si nada tiene significación alguna y si no podemos afirmar valor alguno, todo es posible y nada tiene importancia. No hay argumento a favor o en contra de nada, y el asesino no es bueno ni malo. Podéis construir cámaras letales o dedicaros a cuidar leprosos. La maldad y la virtud son cosas del azar y del capricho".


No creo que nuestro presidente por accidente o "milagro" masónico, el iluminado Rodríguez, haya leído al gran escritor francés. De haberlo hecho, su "ideología" de "ideas lógicas" que define en el prólogo al libro El nuevo Socialismo de su "hermano" y ahora ministro Jorge Sevilla, por muy bobo solemne que sea y aunque seguro que cree en ello, no le habría permitido escribir: "En política todo es posible y aceptable dado que carecemos de principios, de valores y de argumentos racionales que nos guíen en la resolución de los problemas".


Será por eso que el perezoso presidente dedica su actuación política a crear problemas y no a resolverlos, siempre aplicando el "sea como sea, cueste lo que cueste" como principio metodológico rector. Si supiera algo de historia, aunque la aprendiese de "memoria", para Rodríguez la usurpación borbónica mediando sangrienta guerra, pues "carecemos de principios", sería "posible"; el hambre a la que se condenó al pueblo español, pues "carecemos de valores", sería "aceptable"; las traidoras actuaciones del masón Aranda, pues "carecemos de argumentos racionales", serían igualmente "posibles" y "aceptables". De lo que sí tiene seguro conocimiento Rodríguez es de los atentados del 11M y su manipulación mediática posterior, que propiciaron su "milagrosa" ocupación del poder y, con su peculiar y repugnante forma de entender la política, para él los atentados habrían de ser "posibles" y sus víctimas han de ser "aceptables", pues a falta de "argumentos racionales" para desenmascarar a sus autores, bien pueden ser ellos mismos quienes "guíen en la resolución de los problemas": "sea como sea, cueste lo que cueste".


Todo le vale y es "lógico" para Rodríguez, pues como escribió Dostoievski en Los hermanos Karamazov: "Si Dios no existe, todo es lícito". Sea como sea, cueste lo que cueste. ¿Verdad que sí, señor presidente?


Doutdes


Paz Digital, 09-09-2006


Claves para entender el 11-M. Por Doutdes (Serie, publicándose)


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Comentario[s]
JULIUS
Escrito por El lector: el 10/09/2006 00:24:39
EXCELSO. 
 
Solo puedo decirte esto Doutdes: EXCELSO ARTICULO. 
 
Un abrazo. 
JULIUS 
Escrito por El lector: el 10/09/2006 01:48:45
Jamás he visto tantas estupideces juntas. Está malgastando su tiempo y engañando a sus lectores vilmente con sus falacias y fantasías.  
 
Mejor documéntese antes de escribir acerca de lo que usted llama "organización criminal" de la Masonería e invito a los lectores para que conozcan la realidad y la verdadera filosofía de los francmasones. 
Internet es una valiosa herramienta donde pueden encontrar páginas serias acerca de la Orden.  
Lo único que puedo decirle al autor de estos delirios es lo siguiente :  
" Muchos no abren la boca para no parecer tontos, pero cuando la abren , lo demuestran"  
Oscar.  
( viejo masón colombiano.)null
Los masones reafirman a Doutdes
Escrito por El lector: el 10/09/2006 01:59:35
Si el autor del comentario de más arriba, el "viejo masón colombiano" es verdaderamente masón, se deduce de ello lo siguiente: 
 
- Hay masones que no dan ningún argumento para afirmar lo que afirman. Este al menos no es capaz de contradecir ni un solo dato. 
 
- De lo anterior se deduce que se puede ser masón y profundamente ignorante. 
 
- En lugar de fraternidad universal, demuestra su prepotencia y que se cree superior, a base de descalificaciones. 
 
Todo ello contribuye a reafirmar la idea de que los masones se escogen entre lo peor de la humanidad. 
 
Administradores: por favor no borren los comentarios de los masones, por insultantes que sean. Ellos, mejor que nadie, explican en primera persona lo que realmente son. 
Escrito por El lector: el 10/09/2006 02:07:32
El inteligente politico portugues Antonio Vitorino (ex Comisario Europeo) ha tomado la decision de darse de baja del GOL........
Escrito por El lector: el 10/09/2006 11:00:21
Logias masónicas y anti- españolas de Gibraltar, responsables de las perdida de la America Española.....
Escrito por El lector: el 10/09/2006 13:19:57
Don Jose Bono Martinez(psoe) viene a decir en El Mundo que NO es mason......
Doutdes
Escrito por El lector: el 10/09/2006 17:06:52
Julius: Gracias por tu elogio. 
 
Viejo masón colombiano dice: 
"Jamás he visto tantas estupideces juntas. Está malgastando su tiempo y engañando a sus lectores vilmente con sus falacias y fantasías".  
Viejo, si entiende que estupideces son las cosas que escribo, no tiene nada más que enumerar lo que de estúpido hay en ellas, con argumentos y documentos, que es de lo que yo parto para decir mis "estupideces", que no han de serlo tanto cuando sus "sesudas" reflexiones masónicas no parecen "iluminarle" en su intento por contestarlas. Por otra parte, viejo masón, pidole me de permiso para emplear mi tiempo en lo que me venga en gana, que por ahora va a seguir siendo el desenmascarar, con documentos y argumentos -le repito- a la criminal secta a la que usted dice pertenecer desde antiguo: así le ha ido a su querido país y al resto de los que conformaban la España americana, tras independizarse y caer en manos de la secta a la que usted dice pertenecer. A mis lectores ni puedo ni quiero engañar, pues la mayoría tiene criterio propio, salvo los masones como usted, sea un alucinado por la secta, sea un interesado en pertenecer a la misma, pues o lo uno o lo otro son los masones: alucinados o interesados, cuando no cosa peor. Si falacias cree que son mis argumentos, argumente usted en su contra, y si fantasías los documentos y citas que aporto, desenmascáreme mostrando su falsedad; de lo contrario deje de soltar imprecaciones sin sentido ni argumento alguno. 
 
Despues, viejo masón colombiano dice:  
"Mejor documéntese antes de escribir acerca de lo que usted llama "organización criminal" de la Masonería". Le aseguro viejo que seguiré documentándome para ilustrar mis artículos como lo vengo haciendo y parece que tan poco, masón, a usted le agrada, señal de que bien documentado estoy, pues documento alguno usted aporta para que yo me documente mejor todavía, lo cual le agradecería. 
 
Continúa el viejo masón colombiano:  
"...e invito a los lectores para que conozcan la realidad y la verdadera filosofía de los francmasones.  
Internet es una valiosa herramienta donde pueden encontrar páginas serias acerca de la Orden".  
Me hago eco de su sugerencia e Invito yo a mis lectores a que así lo hagan, para que se den cuenta, los que todavía duden de algo de lo que escribo, del grado de cinismo que llegan a tener los masones, pues muchos de los documentos y citas que incluyo en mis artículos estan sacados de las propias páginas y publicaciones masónicas, como la mayoría ya habrá reparado. 
 
Termina el viejo masón colombiano diciendo: 
"Lo único que puedo decirle al autor de estos delirios es lo siguiente :  
" Muchos no abren la boca para no parecer tontos, pero cuando la abren , lo demuestran" .  
Sin duda sus palabras son un modelo de "tolerancia masónica", digna de un viejo miembro de la secta, cuyos insultos me enorgullecen, pues son la mejor muestra de que estoy en el buen camino. Además, si eso es, en sus palabras, "lo único que puedo decirle", todavía me enoprgullezco más, pues de su poquedad, más bien nulidad argumentatica, deduzco que mis artículos son mucho mejores y reveladores de lo que yo mismo creía.  
 
Por lo demás, gracias a todos los lectores por sus comentarios y de Bono ya habrá tiempo de hablar. 
 
Doutdes
Doutdes
Escrito por El lector: el 10/09/2006 17:14:51
Donde digo "pidole" quiero decir "pídole". 
 
Donde digo "enoprgullezco", se me ha colado una "p". 
 
Y donde digo "argumentatica" me salió una "c" por una "v". 
 
Odio las faltas, pero es que el cuadradito y el tipo de letra para escribir comentarios son tan pequeñitos, que resulta difícil que no se cuelen. Mil perdones.
SIGFRIDO
Escrito por El lector: el 10/09/2006 21:20:28
Perodnado quedas amigo Doutdes. 
 
Me pasa lo mismo y si le sumamos las ganas de acabarlo para mostrarlo... más faltas aún. 
 
Un abrazo y fantástico artículo (diga lo que diga el del proselitismo masón. Es que con tanta falda...no se enteran). 
SIGFRIDO 
Escrito por El lector: el 10/09/2006 22:53:14
Me gustaría, sin entrar en el fondo de sus opiniones, que fuera más cuidadoso con sus citas. En concreto en la que se refiere a Albert Camus y a su libro "El hombre rebelde", que fue de los primeros que escribió. Por otra parte, su desacuerdo con Sartre y el comunismo en general, no significa, al menos por ese libro, un proceso de conversión al critianismo; en todo caso, al humanismo.
¿Todo vale?
Escrito por El lector: el 10/09/2006 23:16:46
Sobre el comentario de más arriba: 
 
"El hombre rebelde" no fue de los primeros que escribió Camus, como sostiene el riguroso comentarista anterior.  
 
Las primeras obras de Camus son "El revés y el derecho", de 1937; "Bodas", de 1939, y "El extranjero", de 1942. 
 
"El hombre rebelde" es de 1951. Es decir, 14 años después de empezar a publicar, y 9 años antes de morir. 
 
Después de "El hombre rebelde", Camus publicó sólo dos novelas y además recopilaciones de artículos publicados en periódicos, por lo que, efectivamente, "El hombre rebelde" es el último libro de ensayo escrito por Camus
 
Rigor, ¿verdad? 
 
Vance 
 
 
Doutdes
Escrito por El lector: el 11/09/2006 00:38:51
Me gustaría que mi amable lector entrara en el fondo de mis opiniones si le place y que fuera más cuidadoso a la hora de calificarlas. Agradezco a Vance la impecable puntualización a la que nada tengo que añadir, pues ese es el sentido de lo que yo digo en mi artículo. Si bien que fuera la última obra o no, no creo le quite o le de valor mayor o menor a la cita, del todo cuidadosa.  
 
Por otro lado, yo no digo que ese libro muestre un proceso de conversión al cristianismo de Camus. Lo que digo es que estaba en un proceso de reconversión, que no es exactamente lo mismo, pues Camus no podía convertirse, estaba bautizado y había perdido su fe, por lo que proceso de reconversión y no de conversión era. Un proceso de reconversión sobre el que nos habla su íntimo amigo el pastor metodista Howard Mumma en el libro “El existencialista hastiado. Conversaciones con Albert Camus”, Editorial Vozdepapel, ISBN 84-96471-15-2, que recomiendo a mi “erudito” lector para mejor entender a Camus. En dichas conversaciones, que se produjeron a lo largo de varios años, se recoge, entre otras cosas, el deseo de Camus de volver a ser bautizado, a lo que el pastor se niega pues no le hacía falta al ya estarlo. El propio Camus afirma: “Es imposible vivir sin un significado”. En la última conversación, poco antes de morir, el escritor francés dijo al pastor metodista: “Amigo mío, voy a seguir luchando por conseguir la fe”. Al poco tiempo Camus moría en extrañas circunstancias: un accidente de tráfico, que algunos piensan pudo ser un suicidio y otros, incluso, un asesinato político. Antes Camus, estudiosos del escritor así lo documentan, tuvo un acercamiento a la Iglesia católica, que finalmente se frustró. 
 
Creo que con la puntualización de Vance y mi explicación, claro le quedará a mi lector lo cuidadoso que soy con mis citas y argumentaciones, que espero sepa valorar. 
 
paranoideman
Escrito por El lector: el 11/09/2006 08:40:31
Parece que la masonería es mucha más poderosa que los partidos y otras estructuras sociales. Además, encima tienen detrás el poder de la magia negra. Es decir, poder mundano y poder ultramuntano. Entonces, lo ideal sería si se quiere ascender en la escala, más que hacerse del Opus, o de los WASP anglosajones (¿se acuerdan del librito evángellico que a todos nos invitaba a la salvación a través de "señeras" figuras del deporte y otros?), o de los PSOE´s o de cualquier otro, a ingresar en las filas de la masonería. Porque siendo organización tan poderosa no me cabe la menor duda de que el poder, el dinero y las influencias la tienen ellos. Cosa, que a la vista está, es algo claro. Por cierto, ¿es D. Juan Carlos I masonzado?.
Reflexiva
Escrito por El lector: el 11/09/2006 19:34:07
Al lector que titula el comentario “paranoideman”, me permito señalarle que WASP se nace, no se hace, pues esta expresión significa: blanco, anglosajón y protestante. En cuanto a su conclusión acerca de que lo mejor es entrar en la Masonería si se quiere alcanzar poder, me atrevo a decirle que, por lo que sé y lo que voy aprendiendo con Doutdes, esa ha sido una de las razones que ha motivado, a lo largo del tiempo, a algunos o a muchos a entrar en tal secta. Todo depende del precio que esté uno dispuesto a pagar ( no olvide que se jura obediencia) y de lo que se esté dispuesto a hacer, y ,sobre todo, de la persona que se es y de los principios, creencias y valores. Satanás tentó a Jesús con el poder si le adoraba. ¿Está usted dispuesto a vender su alma? ¿ Tan poco se valora?Conste que al decir alma no empleo la palabra sólo en el sentido que le daría un creyente. Yo no y creo que tampoco la mayoría de la gente que entra aquí.
Por decir algo
Escrito por El lector: el 13/09/2006 03:03:47
Creo que es honesto, es decir, que cree en lo que dice; que se documenta y argumenta en base a ello. También creo que su opinión es valiente, pues le posiciona y le compromete. Pero no la comparto. La tragedia del 11M es, claramente, producto del fanatismo religioso y, por tanto, forma parte de los trapos sucios de la religión y no de los del”iluminismo”. 
Dios quiera que, algún día, nuestros pasaportes y carnés ayuden a ordenar una convivencia en paz, en lugar de ser fuente de crispación y enfrentamientos partidistas. 
 
Un saludo de alguien que le lee con interés pero sin adhesión. 
Doutdes
Escrito por El lector: el 13/09/2006 03:35:11
"Por decir algo": Le agradezco el tono de su comentario, tan diferente al de otros críticos. Le agradezco su mesurada crítica que parte de que detecta honestidad, argumentación y documentación en mis artículos. Lo primero se lo aseguro y de lo otro no soy yo quien para valorarlo, pero sí le aseguro que son fruto de un duro trabajo desinteresado. Me califica de valiente y también se lo agredezco, pero mi única valentía es ir en contra de lo "políticamente correcto", por lo que dificilmente puede ser más difundido y más fácil ý lucrativo sería emplear mi humilde talento en causas más amparadas por el poder. 
Comparto su deseo de convivencia y de paz y es por eso que en mis artículos denuncio a quienes la impiden: la jerarquía iluminista y la masonería que a ella sirve desde hace siglos, y que se ha cebado muy especialmente con España. 
Por último, no comparto su afirmación de que el 11M es fruto del fanatismo religioso, pues en todo caso lo sería del islamismo, la religión que ampara el terrorismo, pero que en el caso del 11M nada tuvo que ver, pues en el 11M el terrorismo islámico no es más que una tapadera de la verdad. 
termopilas
Escrito por Usuario no registrado el 08/10/2006 14:21:40
Hitler, lider del partido nacional socialista obrero aleman (Nazi) acusó a los judios de la quema del parlamento alemán y ganó las elecciones. Mussolini procedía del partido solicialista. Y el psoe que yo sepa es nacionalista y amante del poder y del Estado. He leído que ya en 1892 se estaba armando para conseguir el poder, por las buenas o por las manos, incluso con atentados... Así que tales lodos, tales polvos. 
Por cierto no es casual que están subiendo poder, basta ver cuantas fotos aparecen gente importante (empresarios, politicos, funcionarios de alto nivel, etc) haciendo triangulos con las manos, uniendo los dedos en señal de concentración... ¿será para reconocerse entre ellos?

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