Claves para entender el 11-M. Capítulo 9. El masón Olavide: modelo de criminales y socialistas Imprimir
Por Doutdes

 


Escribió Chateaubriand, el tan citado por su genialidad analítica pareja a la literaria: "¿Queréis convertiros en chinos o volver a ser romanos, chochear como un viejo pueblo vestido con ropas gastadas o retroceder hasta la civilización antigua? Si elegís esto último, necesario será restablecer las dos bases del edificio pagano, la servidumbre y la tiranía, sólo sus formas cambiarán. Con el tiempo revivirán los espectáculos obligados de esta sociedad, la prostitución teatral, los gladiadores, los aurigas de circo, al antojo de los pretorianos que guardarán con la artillería el redil de estos nuevos esclavos llamados proletarios y la casa dorada de los Nerones constitucionales".


Las palabras de los sabios como Chateaubriand son más proféticas que las de quienes se dicen adivinos. Las formas han cambiado como presentía el francés, pero el edificio desde entonces se ha venido construyendo y perfeccionando con un nuevo paganismo cuyo tótem es el consumo. La servidumbre sigue siendo básica y está conformada por los pueblos del primer mundo, serviles a la tiranía de la jerarquía iluminista. La prostitución teatral ya no hace falta, pues se creó la televisión que llega a las casas. Los gladiadores son virtuales, salen en Gran Hermano o en los programas del corazón y los aurigas se visten de corto. Los Polancos y Berlusconis son los nuevos pretorianos que guardan el redil de los llamados ciudadanos y la casa dorada de los políticos.


Entretanto la jerarquía iluminista se puede ocupar de las cosas que verdaderamente le importan. Desde hace muchos años les es prioritario que el mercado de las materias primas no se "descontrole" e impedir que en un mundo más justo se cuestione el papel de los mercados financieros internacionales. Por eso, los jerarcas iluministas como Maxwell Taylor, destacado miembro del CFR (Council on Foreign Relations), institución secreta supramasónica de los jerarcas USA, con absoluto cinismo genocida, en 1981 afirmó: "Yo he tachado ya a miles de millones de personas. Gente que está en sitios de África, Asia y Latinoamérica. No podemos salvarlos. La crisis de población y la escasez de alimentos nos dice que ni siquiera lo deberíamos intentar. Es una pérdida de tiempo".


La inmensa mayoría de los ciudadanos-siervos parecen estar sólo preocupados en comprarse un coche nuevo o una televisión de plasma, en organizar el viaje del próximo puente, cambiar su teléfono por el de última generación y, todo ello, sin que la tarjeta de crédito se agote. No les queda tiempo para pensar que miles de millones de personas están condenadas a morir. Para impedirlo sólo sería necesario obligar a que se destine un mínimo de los beneficios financieros para su salvación. El Banco Mundial considera que 200.000 millones de dólares al año, bien administrados, son cantidad suficiente para abatir las formas extremas de la pobreza en el mundo y financiar los programas de defensa del medio ambiente a nivel global.


Esa cantidad se conseguiría con la simple aplicación en los mercados cambiarios de Nueva York y Londres de la tasa que en su día propuso el profesor James Tobin, que grabaría con un 0'5% esos intercambios financieros especulativos, cuyos operadores y principales beneficiarios son cien entidades bancarias del mundo, que concentran el 85% total del negocio especulativo, el denominado "casino universal", en el que unos pocos se pueden divertir jugando, mientras muchos mueren en virtud del resultado de cada una de esas partidas.


En el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, mucho antes de que la jerarquía iluminista pudiera implantar la genocida globalización económica basada en la especulación financiera, los jerarcas diseñaron, con los masones como ejecutores, una transformación global del modelo económico liberal tradicional de la sociedad española, modelo que pese a sus imperfecciones había sostenido el imperio más grande de la historia durante más de dos siglos, para sustituirlo por un capitalismo salvaje, fruto de la corrupción más grosera elevada a filosofía, tránsito imprescindible para la implantación final de lo que muchos años más tarde Lenin definiría como el nuevo imperio: el "capitalismo financiero", cuya más brutal consecuencia acabamos de denunciar .


En el presente capítulo trataremos algunas de la claves de esa transformación socio-económica española, implantada con el inmoral despotismo masónico de los nuevos caciques explotadores, principales causantes de que España se sitúe hasta hoy en un lugar secundario dentro del concierto de las naciones y cuyos principales herederos son los izquierdistas y "progres", en general, y los socialistas liderados hoy por el presidente por accidente o "milagro" masónico Rodríguez, muy en particular. Uno de sus ejecutores más destacados fue entonces el masón Pablo Olavide y Jáuregui, siempre atento a las órdenes de sus dos compañeros masones de "La Trinca", Aranda y Campomanes, que a su vez se ajustaban en esto como en todo a los planes globales que la jerarquía iluminista tenía para España.


La biografía de Olavide ilustra como ninguna lo que han entendido como ejercicio del poder cuantos políticos izquierdistas lo han tenido en la historia de España. Mientras trincaban, han trincado y quieren seguir trincando a su antojo -"sea como sea, cueste lo que cueste"- se ponen al servicio de la causa masónica vestida de liberalismo o revolución, según convenga, para ser la mejor ejecutora de los intereses de la jerarquía iluminista.


El limeño Olavide, al igual que el célebre Director de la Guardia Civil Luis Roldán, fue un pícaro sinvergüenza desde su juventud. Ya en la adolescencia se empeñó en la causa masónica, para la que tuvo un buen maestro en su padre. Se había mostrado desde niño como un prodigio mientras estudiaba en el colegio jesuita de su Lima natal. En nuestros días ni siquiera el "intelectual" Alfonso Guerra, lector de unas inexistentes obras completas de Lope de Vega, ha podido emularlo.


Los nuevos talentos masónicos de la España de hoy no han dejado de ser abducidos en los centros de la orden ignaciana, aunque los del PSOE los han preferido pilaricas y ahora ya tienen sus universidades públicas, como la Carlos III de Madrid, en donde pueden adoctrinar y captar a los mejores talentos, con su rector Peces Barba, siempre "iluminado", salvo para servir a las víctimas del terrorismo a las que se debía -en teoría- por mandato de cargo.


Las propias e innegables cualidades de Olavide y las nepóticas influencias paternas, no en vano su "progenitor A" era el corrupto contador mayor del Tribunal de Cuentas de Lima, le sirvieron para alcanzar el doctorado en teología a la temprana edad de quince años y dos después, la cátedra. Al menos sus titulaciones eran ciertas y no coloradas, como se ha hecho norma habitual entre destacados políticos izquierdistas. Los ya citados Roldán y Guerra son algunos de los "titulados" por sí mismos.


Más cercanos a Olavide por honores y merecimientos están otros jerifaltes de la retroprogresía "ilustrada" nacional: Cebrián, Bono, de la Vega o Conde Pumpido, entre otros. Estos socialistas de hoy no contaban de antemano, como Olavide, con el manto de nepotismo masónico de sus padres, pero a su favor tuvieron el amparo franquista. Sumisos destacados del régimen fueron sus respectivos padres y su mano algo tendría que ver con las brillantes carreras en la moqueta de sus ilustres hijos, salvo que todos rebeldes "fraternales" fueran, para que la secta les aupara.


En 1746 y con tan sólo veintiún años, se encargó a Olavide, tras el terremoto que había asolado a su ciudad natal, la administración de los bienes de los muertos sin descendencia. Empleó ese dinero, destinado a la beneficencia de los afectados, en la construcción de un teatro para representar sus propias obras, aunque "sus versos son mala prosa rimada, sin nervio, ni color, ni viveza de fantasía", según Menéndez Pelayo. No mucho mejores debieron de ser las traducciones hechas por él mismo de los ilustrados autores franceses, aunque "traduciendo a Voltaire, le sostiene el original", afirma el genial erudito.


Por lo menos Olavide empleó aquellos fondos de beneficencia para un fin artístico de cierta enjundia, pues por entonces no se había inventado todavía el concepto de Memoria Histórica, que permite gastarse el dinero destinado a las ONGs en publicidad sectario partidista. En aquellos tiempos no se tomaban en consideración payasos como los Rubianes o Leo Basi, el artista preferido de la popular "libre pensadora" doña Teófila, la politeñida alcaldesa gaditana. Tampoco se había inventado el cine para que la ministra de cultura Calvo, en su etapa de consejera autonómica, subvencionara una horrible película en la que ella misma hace sus pinitos como actriz, sin necesidad de dejarse los "pellejos" por los intereses del partido, como dice que ha hecho su venerado y abnegado presidente extremeño, el "bellotari" Rodríguez Ibarra.


Es muy probable que el modelo Olavide de gestión de los fondos públicos inspirara a los políticos del PSOE de ayer y de hoy. Entre otros muchos, "olavidescos" fueron Prieto y Negrín en la "administración" de la fortuna robada a España. Los corruptos dirigentes socialistas sometidos a Stalin decían que el expolio se hizo para cubrir las necesidades de los exiliados por la Guerra Civil, aunque la mayoría de los exiliados lo fueron tanto o más por las mentiras de los políticos frentepopulistas, de lo que ya hablaremos. No menos "olavidescos" fueron: Vera con su uso de los fondos reservados de Interior, Roldán apropiándose del dinero de las pensiones de los huérfanos de la Guardia Civil, Rubio enriqueciéndose a costa del Banco de España que presidía, la Maestre haciendo lo propio en la Cruz Roja y Guerra exigiendo un avión propiedad del Estado, a fin de no perderse una corrida de Curro Romero en la Maestranza.


Al menos el sevillano enterrador de Montesquieu, como el limeño admirador de Voltaire, tenía cierta inclinación artística, porque ahora los gustos refinados se ven sustituidos por el consumismo hortera. Nuestro presidente por accidente o "milagro" masónico, Rodríguez, hizo uso recientemente de un avión propiedad del Estado para ir de compras al Zara de Londres con su familia. También voló a costa del erario público en su urgente traslado a Berlín, con el fin tan necesario y productivo para España de llegar a la hora en punto al jilgueril canto de su señora en un coro, actividad de innegable importancia pública. Las cumbres y compromisos internacionales, a los que se puede llegar tarde, le resultan mucho más aburridos a Rodríguez, pues no son nada "progresistas", salvo que participen o las convoquen el masón Chávez, el también masón Castro, el no se qué, pero al que le va lo de coca, Morales o cualquier criminal musulmán de los que cada vez abundan más en el mundo.


El "radicalmente feminista" presidente por accidente no sólo muestra su talante en el aire, pues no hay mejor uso para los barcos de la Guardia Civil que la vigilancia de doña Sonsoles, no se vaya a ahogar, España no podría soportar su pérdida. La segunda dama se merece, sus servicios a la nación son vitales, bucear cuanto quiera durante sus justas vacaciones, sin que le molesten los miles de senegaleses muertos de hambre y sucios que arriban en pateras a las costas canarias, ya que Madrid todavía no tiene playa por culpa del PP. Luego, estas pobres gentes se ven hacinadas, dando el mejor ejemplo solidario para que valoremos justamente lo "progresista" de las soluciones habitacionales ideadas por la ministra del bigote, no tan inmenso como el despacho que se hizo habilitar.


Muchos de estos inmigrantes acabarán por ser criminales o carne de cañón de las multinacionales de la delincuencia o, en el mejor de los casos, se les ofrecerán trabajos sin contrato para percibir miserables salarios. Todo ello -en dialéctica "pepiñista"- es culpa sin duda de Aznar y su guerra, o aún más de la Iglesia que no los aloja en las catedrales o, se me olvidaba, de los cuarenta años de franquismo, que ya se acabaron hace más de treinta, pero todavía pesan lo suyo mientras existan calles con el nombre de Muñoz Seca o Cerros de los Ángeles, me gustaría que alguien me explicara lo que tienen que ver con Franco, que impiden la normalización democrática de España, como el "atavismo secular" impedía el "trinque" de los "olavides" dieciochescos.


El déspota socialista Rodríguez, que cada vez se parece más a sus caricaturas "mister beanescas" o "forrest gunescas" pasadas por una estética a lo "muñeco diabólico", dado su nulo saber de la historia, como de casi todo, seguro que no conoce el ejemplo de Olavide y su modelo de administración de los fondos públicos. Quizás por eso atiende más que nada a las indicaciones de su "ilustrada", inefable y "docta" ministra de cuota en el ramo cultural: la Calvo, la "heavy metal" o aún más "guarrimetal", la del progresista concepto de que "el dinero público no es de nadie", salvo de quien -palabras de su compañero en la bancada azul son- "no es igual al resto de los mortales".


Olavide embarcó hacia España en 1750, tras haber protagonizado un desfalco de más de 40.000 pesos mediante diversos sobornos y destrucciones de actas notariales. Se vio obligado a practicar unas pocas falsificaciones y ocultaciones de pruebas para salir de rositas en principio, pues al fin y al cabo "tan sólo" había robado y no necesitaba ocultar informes sobre la ETA y sus explosivos -perdón quería decir "borradores" ministro Pérez-, falsificar pruebas periciales y de cargo a la hora de presentarlas en el juzgado o adjudicar asesinatos a muertos, que ya no se pueden defender de las acusaciones, como tras el 11M sus "hermanos" en el tiempo se afanan.


El limeño no llegó a España hasta 1752, pero aprovechó las diversas escalas para seguir haciendo de las suyas. Desembarcó en Cádiz y desde allí paró en Sevilla, para llegar finalmente a Madrid, exhibiendo siempre las cartas de recomendación que le dieron sus "hermanos" masones del otro lado del Atlántico. No sé si Roldán llevaba cartas de presentación o sólo los bolsillos llenos cuando recaló al otro lado del Índico, aunque al final -de existir- para poco le sirvieron, quizás porque no repartió lo suficiente o su grado no debía permitirle tan magno enriquecimiento.


Las recomendaciones no le sirvieron a Olavide para mucho más en principio, pues sus hazañas eran conocidas en la villa y corte, por lo que en 1754 fue detenido, sus bienes confiscados y encarcelado. Bien poco tuvo que sufrir en prisión. Sus "hermanos" consiguieron primero la libertad provisional, como la de Vera hoy, y en mayo de 1757 el perpetuo archivo de la causa. Los tiempos cambian poco en estas cuestiones, pues los socialistas dijeron y dicen que la causa del GAL fue un invento de la derecha, lo de la cal viva debió ser una cuestión del terrorismo islámico y no de la X o de la hez socialista, y del 11-M afirman ya saber todo, aunque lo cierto es que casi nadie sabe nada, salvo la mayoría de los déspotas diputados.


Quizás sus ilustrísimas, más atentos a las secretas reuniones tan del gusto del presidente por accidente o "milagro masónico" que a las públicas sesiones parlamentarias, sí saben demasiado, tanto como para no permitir que el pueblo lo sepa. Pero para que esto sea así, por mucho que se empeñen, al final tendrían que convencernos al modo "orwelliano", que a partir de ahora se puede llamar también "garzoniano", de que nunca existió la masacre, como no existieron las checas ni los asesinatos de Carrillo en Paracuellos, si lo que pretenden es que más de un criminal se libre de la cárcel, algo tan del gusto histórico socialista, que ahora cuenta con el criptojudío agente masónico de la Audiencia Nacional como destacado esbirro.


Mientras estaba en libertad bajo fianza, Olavide no perdió el tiempo y pegó lo que vulgarmente se llama un braguetazo. Conoció y se casó cumplidos los treinta años, menudo sinvergüenzón -salvo complejo edípico-, con una acaudalada biviuda de cincuenta, Isabel de los Ríos, que ya antes de ir al altar le donó toda su fortuna. Muchos masones ilustres han sentido este tipo de inclinaciones hacia las mujeres maduras, siempre que las cincuentonas fueran viudas ricas. Siguiendo el ejemplo de Olavide, se casaron, entre otros, los treintañeros Disraeli, el político decimonónico masón inglés de origen judío sefardí, y en el siglo XX nuestro Ferrer y Guardia, el terrorista anarquista masón, al que sus "hermanos" levantaron un monumento por sus crímenes "humanistas" en Bruselas, como ahora se pretende, en la misma capital belga, presentar a los asesinos etarras como interlocutores que defienden una causa justa, para dentro de unos años construir un "merecido" monumento a Josu Ternera.


Lo primero que hizo nuestro nuevo rico por vínculo marital fue comprar el ingreso en la Orden de Santiago, para poder acercarse a las clases elevadas y aristocráticas de la corte. Por lo menos aquel masonazo se lo pagó del bolsillo de su generosa esposa, porque ahora medallas de Carlos III se reparten entre los más incapaces políticos socialistas, como el "trincón" Montilla. También se intentan autoimponer condecoraciones ministros de defensa al poco de ocupar la cartera, como el que dicen sinárquico Bono. No sé, aunque parece de justicia, si habrá sido él quien ha promovido la entrega de la medalla de honor con asignación económica vía pensión a los policías delincuentes, que falsificaron las pruebas para que el supuesto sinárquico no quedara como el mentiroso que es, mientras el honrado comisario que se negó a hacer las detenciones, fruto de la falsa denuncia, está represaliado, tratado como un apestado, pudriéndose en un cutre despacho: puro estado de derecho socialista o filantropismo masónico.


La compulsión de honores masónicos-socialistas a repartir alcanza hasta a la ilustre Real Academia de la Lengua, que nombró miembro de pleno derecho a un empresario de la patraña iluminista como Juan Luis Cebrián. Mayor currículum podía exhibir Olavide, pues al menos, así lo define Menéndez Pelayo: "era medianísimo en todo, de instrucción flaca y superficial, propia no más que para deslumbrar en las tertulias, donde el prestigio de la conversación suple más altas y peregrinas dotes". Las de Cebrián, más que peregrinas, parecen maquiavélicas.


El indiano caradura no quiso guardar las apariencias en demasía y emprendió a continuación viajes en solitario costeados con su reciente fortuna, que derrochó sin medida, mientras su mujer se quedaba en casa y con la pata quebrada. Recaló en Marsella, Lyon, Florencia, Roma, Nápoles, Venecia, Padua, Milán y finalmente se estableció durante un tiempo en París, tras detenerse varios días en Les Délices, la finca de Voltaire. Su anfitrión francés le alojó con la generosidad obligada, dadas las credenciales que portaba y atendiendo al código masónico: "Respeta al extranjero y al viajero porque su posición los hace sagrados para ti". El cursi y cínico código se refiere a los "hermanos" y no al resto de los mortales, como desde siempre han demostrado los hijos de la viuda.


Por otra parte, Olavide tenía impresionado con sus proyectos innovadores a Aranda, íntimo del ilustrado francés como ya vimos. No es de extrañar que un esclavista como Voltaire intimara con un explotador como Olavide hasta el punto de decirle: "Vos y cuarenta como vos necesita España". No cabe duda de que muchos como Olavide necesitó y sigue necesitando España para transformarse en lo que Voltaire deseaba para una Nación que odiaba.


Además, Olavide no dejó de presentarse en todo momento con falsos títulos, debilidad caprichosa de muchos masonazos, a los que siempre se les ha llenado tanto la boca de igualdad, como los actos de un clasismo acomplejado y pretencioso, recordemos de nuevo al falso conde de Cagliostro del que ya hablamos. Don Pablo afirmaba ser sobrino del Virrey del Perú y Marqués de Olavide o Conde Pilos. En fin, cualquier título vanidoso le valía a este verdadero fantoche masón, farsante de iluminismo.


De vuelta a España en 1762, Olavide se encontró con su "hermano" Pedro Rodríguez Campomanes, que había sido nombrado fiscal del Consejo de Castilla. En los círculos masónicos parisinos, pues por aquel entonces no existía todavía la Internacional Socialista, ya le habían informado en dónde iba a parar el futuro poder político en España. Hermanado con el propio Campomanes y Aranda conformaron "La Trinca".


Para el trinque socialista de los últimos treinta años, que venimos padeciendo los españoles, hizo falta un Congreso en Suresnes con el que vestir de socialismo al muñeco del moderno despotismo masónico, interesado en sustituir a los viejos dirigentes del PSOE, a los que el propio Guerra definió como "los mandilones". Lo cierto es que alguno de los viejos dirigentes, desde la falta de poder que les deparó el exilio, todavía se creía el filantropismo de la secta, eso que definió ingenuamente Camus como ser un santo sin Dios, sin reparar en que los tiempos ya no estaban para el idealismo revolucionario de "libres pensadores" carcas, sino para la disciplina guerrista: "el que se mueva no sale en la foto", formulación renovadora de la obediencia masónica y su "humanista" concepto de la "libertad, igualdad, fraternidad", para que bien lo entiendan los iletrados socialistas de hoy y los jueces que tienen basura criminal que esconder.


Los de la "Trinca" contaron para sus trinques con el Ministro de Hacienda, el también masón Miguel de Muzquiz, que además de gran amigo personal de Olavide, fue el principal esbirro técnico-ejecutor para las artimañas trinconas. El ejemplo de Muzquiz debió de ser un perfecto modelo para los Boyer y Solchaga del felipismo, siempre atentos a los intereses de los jerarcas iluministas nacionales y de sus amigos empresarios trincones. Tras el Motín contra Esquilache, tan útil como en nuestros tiempos lo ha sido el 23F, llegó al poder Aranda, que situó en un cargo de relumbrón a don Pablo. Para entonces, el limeño ya se había hecho un sitio entre la afrancesada sociedad cortesana. Su ascenso social se debió a la siempre meritoria fórmula: "¿Qué es de lo mío?", "yo trinco y nos repartimos", que nunca falla entre la retroprogresía de entonces y de ahora.


Aranda colocó a Olavide al frente del Hospicio de Madrid, institución que se había proyectado para recoger a los indigentes. Pero la supuesta institución benéfica, en las manos del "ilustrado" ladrón de víctimas de terremotos, se transformó en un auténtico campo de trabajos forzados, modelo estalinista o castrista. Recluyeron a los alborotadores más destacados durante el motín popular, que no habían seguido las instrucciones manipuladoras y porfiaban en sus justificadas protestas. Así lo reconoció el propio Olavide: "Como al principio se creyó que los que habían dado más crédito y fomento al alboroto eran los vagos y los mendigos, de que estaban las calles infestadas, se acordó que convendría encerrarlos a todos en una casa fuerte donde estuviesen recogidos y donde, aplicados a fábricas, se convirtiesen en hombres útiles".


Ese pueblo indignado del siglo XVIII sería hoy la extrema derecha para nuestro presidente Rodríguez, como lo fue también para sus camaradas durante la guerra civil, que se vieron obligados a abrir sus "hospitalarias" checas. Esperemos que nuestro presidente por accidente o "milagro" masónico no tenga tentaciones de reeditar aquellos terribles momentos de nuestra historia contra quienes queremos saber la verdad del 11M, aunque no parecen faltarle ganas al autodefinido como "rojo", que se dice capaz de entender a los que justifican el holocausto judío.


Los déspotas ilustrados le cogieron gusto a la represión -gobernante masón, gobernante felón, gobernante dictador- y decidieron abrir un nuevo Hospicio, que en realidad era un campo de concentración. Hasta en esto los "progresistas" patrios fueron precursores. El nuevo hospicio se ubicó en la residencia real de San Fernando, a dos leguas de Madrid. En él recluyeron por la fuerza a más de mil personas. Los beneficios económicos, como es lógico, fueron espectaculares, pues los reclusos trabajaban forzosamente y sin derecho alguno a cambio de un plato de comida y un miserable alojamiento. Aranda nombró a Olavide poco después, a mayores y por los servicios prestados, síndico personero del Ayuntamiento de Madrid, para que trincara aún más a favor de la "causa progre-masónica".


La carrera de Olavide era meteórica. Recibió en 1767 el nombramiento de Intendente de Sevilla. La capital andaluza era por aquel entonces la segunda ciudad de España por número de habitantes, unos 80.000, y movimiento económico. El cargo de Intendente semejaba a una especie de virreinato local, equivalente al conjunto de lo que hoy en día entendemos como gobernador civil más gobernador militar, con competencias totales además en hacienda y justicia. Es decir, en manos del chorizo déspota por excelencia se ponía un poder casi absoluto sobre la ciudad, con lo que además se quitaban casi todas las competencias al alcalde, que representaba al pueblo.


Esta política fue algo generalizado en la España de la época. Se suprimieron los controles locales de precios sobre los artículos de primera necesidad, que aseguraban el suministro a las clases más necesitadas mediante la recaudación de los arbitrios, para implantar a cambio un aparente "liberalismo económico". En realidad, se trataba de imponer un monopolio salvaje, que acabó por extender la carestía e incluso creó hambre, pues los precios se elevaron al retener los ricos propietarios "ilustrados" los bienes primarios y entrar en juego intermediarios, testaferros de los poderosos, que introducían sin traba alguna productos del exterior, para venderlos a precios altísimos. Manuel Martínez Neira, profesor de Derecho Público y Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid, en su artículo El municipio controlado afirma: "El reformismo borbónico mostró, también aquí, las insuficiencias del absolutismo y, de esta manera, contribuyó decididamente a su desaparición".


Para completar el círculo de ese enriquecimiento explotador, Olavide en Sevilla y, en general, todos los "olavides" de España dijeron intentar paliar ese desastre social, comprando a los "hermanos" y con el erario público el trigo a un precio descomunal, para venderlo mucho más barato y con ello evitar en última instancia el hambre, que con sus medidas "ilustradas" habían propiciado: siempre los masones poniendo la venda en la herida que ellos mismos crean y, para ello, gastándose el dinero de todos a beneficio de los suyos. Asentado ese nuevo status quo sobre los productos de primera necesidad, que mejor se define como capitalismo salvaje que como neofeudalismo y que vació las arcas públicas sumiendo a gran parte del pueblo en la miseria, los enriquecidos "olavides" dieron una vuelta más a la tuerca.


Aprovecharon el poder casi absoluto, que les permitía un monarca egótico y desentendido de su pueblo, para practicar una peculiar política de intercambios, que consistía en comprar barato con fondos públicos los productos autóctonos más extendidos. Luego se los entregaban a sus testaferros, que los llevaban a otras zonas de España en donde gobernaban intendentes "hermanos". Estos los valoraban por las nubes de cara a sus pueblos, pagando a cambio con los propios productos, comprados a los campesinos locales a un precio de miseria. Por ejemplo, Olavide pagaba el abundante aceite autóctono a bajo precio y sus testaferros lo llevaban a Castilla, en donde recibían a cambio el trigo comprado por el intendente "hermano" de Olavide a cuatro cuartos. El trigo se enviaba a Sevilla, asignándosele un precio altísimo por su escasez. El enorme beneficio de esta especulación, que siempre era recíproca, se lo repartían entre los "benéficos" ilustrados, transformados a partir de entonces en la nueva clase capitalista, mientras se empobrecía de forma brutal al pueblo y se vaciaban las arcas públicas definitivamente.


La otrora pudiente España pasaba a ser la empobrecida finca de los "progresistas", a plena satisfacción de la jerarquía iluminista extranjera, que se frotaba las manos ante el futuro que se deparaba a la que no hacía tanto había sido la primera potencia mundial, cada vez más pobre y encima gobernada por sus subalternos masones, que sumían a la administración del estado, como reconoce el profesor Martínez Neira, en la "incapacidad para desarrollar una eficaz administración propia", por lo que a partir de entonces España cayó en la "dependencia de otros cuerpos": los nuevos ricos masones con su mezquindad trincona al servicio de la jerarquía iluminista de los banqueros extranjeros; hoy los nacionales también tienen su parte importante del pastel.


Olavide, como buen "ilustrado", no se cansaba nunca de utilizar el poder para el beneficio propio y el de sus "hermanos". El único freno a sus maniobras especulativas era el reparto del grano recogido en las propiedades eclesiásticas, que se repartía entre los necesitados. Olavide incautó, con la bendición e incluso la insistencia de Aranda, buena parte de los fondos dinerarios y el producto fruto de las cofradías religiosas. Las disolvió sin más para invertir aquel patrimonio, libremente ahorrado por los creyentes, en un hospicio ubicado en terrenos expoliados a los jesuitas, siguiendo el modelo de Madrid, o sea el modelo campo de concentración, en donde no tuvo reparo en recluir a cualquier disidente, como en su momento encarcelaron los socialistas de hoy a Ruiz Mateos, tras el expolio de Rumasa del que se beneficiaron los de la secta. También acabó en la cárcel el masón Mario Conde, que se había subida a la chepa de los jerarcas de toda la vida. El uno y el otro, ilusos ambos, habían pretendido su admisión en el club de los elegidos banqueros, igual daba que fueran afines al Opus, como el Popular, que a los masones de siempre, como el Santander.


El limeño ideó a continuación un plan de reforma revolucionario radical de la Universidad. De ese plan sólo cabe decir en palabras de Menéndez Pelayo que "todo él respira el más rabioso centralismo y odio encarnizado a todas las fundaciones particulares y libertades universitarias".


Por aquel entonces, un joven Jovellanos se vio "alucinado" por la ilusión filantrópica del bocazas masón "ilustrado", algo que años más tarde le costó muy caro al gran hombre que fue el intelectual asturiano, que tras su paso por la masonería tuvo la valentía de oponerse a sus mandatos, a sabiendas de lo que se estaba jugando con una irradiación, dados sus juramentos de obediencia a la secta.


Algo parecido a lo de Jovellanos debió de ocurrirle, como a otros muchos, al que fuera inocente masón Ernest Lluch, que se mostraba partidario de la negociación con ETA, pero que al ver los términos en que su partido negociaba decidió bajarse del carro negociador. No sé si en esos momentos, aunque me temo que sí, la idea expresada por el entonces recién elegido secretario general del PSOE y hoy presidente por accidente o "milagro masónico" Rodríguez, "¡a mí qué me importa Navarra!", estaba incluida en esas incipientes negociaciones. Lo cierto es que a Lluch, como luego a Buesa o Pagazaurtundua, se les calló la boca: ETA los asesinó mientras sus compañeros de partido y en el caso de Lluch de secta, ya negociaban con los terroristas, Rodríguez al mando. Para que esas negociaciones tuvieran efectividad hacía falta el 11M, que situaría a Rodríguez en el poder.


Jovellanos, al que la masonería tiene la desfachatez de incluir en la lista de sus más ilustres miembros cuando desde la misma se instigó para que cayera en desgracia, hasta el punto de ser desterrado y encarcelado, definió públicamente la maldad de la masonería en su Consulta sobre convocación de Cortes. En ese documento la criticó con justa medida: "una secta de hombres malvados, abusando del nombre de la filosofía, habían corrompido la razón y las costumbres y turbado y desunido la Francia". Casi nada comparado con lo que hoy están haciendo en España.


En una carta en la que Jovellanos contestó al agente masón Hardings, compañero de logia de Danton, que intentaba implicar al español en la causa revolucionaria, el valiente asturiano dice: "El furor de los republicanos franceses nada producirá sino empeorar la raza humana y erigir un sistema de crueldad, cohonestada con formas y color de justicia y convertida contra los defensores de la libertad". Así, el furor de los masones nacionales de hoy pretende equiparar a los terroristas con sus víctimas.


Por si a alguien le queda alguna duda todavía al respecto, valga lo que el propio Jovellanos escribió sobre la masonería en su madurez, ya libre de la alucinación masónica, en su Tratado teórico-práctico de enseñanza y que tanto recuerda a lo escrito por Chateaubriand reseñado al principio de este capítulo: "Una secta feroz y tenebrosa ha pretendido en nuestros días restituir los hombres a su barbarie primitiva, disolver como ilegítimos los vínculos de toda sociedad y envolver en un caos de absurdos y blasfemias todos los principios de la moral natural, civil y religiosa. Semejante sistema fue aborto del orgullo de unos pocos impíos, que, aborreciendo toda sujeción y dando un colorido de humanidad a sus ideas antisociales y antirreligiosas; enemigos de toda religión y de toda soberanía y, conspirando a envolver en la ruina de los altares y de los tronos todas las instituciones, todas las virtudes sociales, han declarado la guerra a toda idea liberal y benéfica, a todo sentimiento honesto y puro. La humanidad suena continuamente en sus labios, y el odio y la desolación del género humano brama secretamente en sus corazones".


Habiendo sido masón y siendo hombre de especial inteligencia y capacidad analítica, no cabe duda de que Jovellanos conocía como nadie la realidad oculta que movía a la secta masónica, aunque no creo que llegara a intuir hasta donde podría llegar la barbarie propiciada por la misma, que hace parecer pocos los crímenes de aquella Revolución Francesa: el comunismo, el nazismo, la condena al hambre de la mayoría de la humanidad, las infinitas guerras o el terrorismo, también el del 11M, simples "daños colaterales" o todavía más: excrecencias generadas por el siniestro "casino universal" de la jerarquía iluminista, para la que impedirlos o paliarlos sería, en las palabras de uno de sus miembros, "una pérdida de tiempo", sin duda muy poco rentable para sus intereses de globalización tiránica y para los de sus esbirros "trincones" elevados al poder político en España: los "olavides" de ayer y los socialistas de hoy.


Primo Levi, en Los caídos y los salvados escribió algo que no debemos olvidar: "nos cegamos con el poder y con el prestigio hasta olvidar nuestra fragilidad esencial: con el poder pactamos todos, de buena o mala gana, olvidando que todos estamos en el ghetto, que el ghetto está amurallado, que fuera del recinto están los señores de la muerte, que poco más allá espera el tren". Un tren que llevó a Primo Levi a Auschwitz-Birkenau, símbolo del poder operativo genocida iluminista nazi, de donde pudo salir con vida. Unos trenes que el 11-M fueron violentados por el terrorismo, símbolo del poder operativo genocida iluminista de nueva generación, que eliminó con sus bombas 192 vidas, dejó maltrechas a casi 2.000 más y destrozó las expectativas vitales de todos los españoles de bien.


Doutdes


Paz Digital, 03-10-2006


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Las CLAVES de Paz Digital

 


Comentario[s]
Escrito por Usuario no registrado el 03/10/2006 20:01:34
En la televisión han encontrado el medio perfecto para devolver a la humnidad al estado de barbarie según su programa oculto.
Superheroína Obregón
Escrito por Usuario no registrado el 07/10/2006 13:12:31
Puede usted demostrar o dar algún dato de la iniciación en la Masonería de alguno de los muchos a los que usted califica de masones o masonazos? 
 
La charlatanería antimasónica sólo convence a los ya convencidos. Los necios. 
 
Demasiados prejuicios para que su perorata maniquea interese a algún equilibrado
Oscar
Escrito por Usuario no registrado el 08/10/2006 02:53:48
Hombre, usted ve masones hasta en la sopa del almuerzo.  
Se lo dice un viejo masón que le da un buen consejo : tómese la temperatura. Usted parece estar bastante enfermo.  
Después, y si está normal, no pierda el tiempo y vaya donde un buen psiquiatra y dígale que sufre de "masonfobia". 
Creo que si sigue con esos cuentos absurdos, se le van a morir las pocas neuronas que le quedan.  
Mejor dedíquele un tiempito a los curas que a diario abusan sexualmente de niños muy pequeños, sin que los jerarcas de la Iglesia se pronuncien al respecto.
Doutdes
Escrito por Usuario no registrado el 08/10/2006 04:06:51
Superheroína Obregón: Estaría dispuesto a informarle a usted sobre lo que me pide si hubiera mostrado un mínimo de respeto. Comparto su opinión de que usted es una desequilibrada al mostrar interés por mi artículo, cuando tacha de necios a los críticos de la criminal secta masónica.  
 
Oscar: Yo veo masones a quienes lo son, ni más ni menos. Le aseguro viejo masón que mi salud está de momento bien y espero que sus ataques seniles masónicos le impidan ejecutar los planes criminales de la secta a la que dice pertenecer. Descuide que todavía me quedan múltiples neuronas para seguir denunciando a la masonería cuanto me plazca y siempre, al contrario que los masones como usted, con argumentos y documentos, que es lo que a ustedes les hace más daño. Eso sí, como buen masón, muestra usted su zafio anticlericalismo, tan característico de la secta asesina de curas y violadora de monjas, al tiempo que destructora, cuando no ladrona, de todo tipo de obras de arte dedicadas a Dios. 
 
Una vez más agradezco las aportaciones de personas como estos dos últimos lectores a los que no les gustan mis artículos, pero se muestran incapaces de aportar algún argumento o documento para criticarlos. Con ello me demuestran a mí y a la mayoría de mis lectores lo atinados que son mis juicios y lo faltones que son los masones, sólo capaces de descalificar sin argumentar. Esa es la criminal "razón" masónica.
Superheroína Obregón
Escrito por Usuario no registrado el 10/10/2006 12:33:29
Se lo digo sin acritud: 
 
Es usted un necio  
 
necio, cia.  
(Del lat. nescĭus).  
1. adj. Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. U. t. c. s.  
 
Yo soy masón. 
Respeto a la iglesia católica y a cualquier otra iglesia. 
No he violado a ninguna monja ni he matado a nadie para que usted me llame criminal. No he robado a nadie para que usted me llame ladrón. 
 
Los fundamentos de la Masonería son el ternario: 
Libertad/Igualdad/Fraterinidad 
 
Su odio le impide apreciar estos valores y el librepensamiento. 
 
En mi logia se hizo una cadena de Unión en honor (homenaje)del fallecido papa Juan Pablo II 
 
 
Que le parece? 
 
Un saludo  
Doutdes
Escrito por Usuario no registrado el 10/10/2006 14:43:57
Superheroína Obregón: 
 
Se lo digo sin acritud: Es usted un ignorante y además no sabe leer.  
 
Que sea usted masón le aseguro que me importa más bien poco. Que siendo masón respete a la iglesia católica demuestra su ignorancia o su hipocresía pues, sin ir más lejos, su propio "hermano" el viejo masón que escribía un post demuestra lo contrario y la historia de los crímenes anticlericales de su secta van a ocupar mucho más de un capítulo de esta serie, como usted mismo comprobará si su necedad le permite seguir leyendo la misma. Usted no habrá violado a ninguna monja ni habrá matado a nadie y yo no le he llamado a usted criminal. Pero elementos de la secta a la que usted dice pertenecer incitaron a otros de la misma para que lo hicieran y los asesinatos masónicos riegan de sangre la historia de España y de otros países. Yo no le he llamado a usted ladrón, entre otras cosas porque no sé quien es usted. Yo he llamado, llamo y llamaré ladrones a multitud de personajes de la historia masones que fueron ladrones, alguno de ellos vivo todavía, pues la masonería se llena la boca de filantropía, mientras la mayoría de sus miembros se llenan el bolsillo no siempre regular ni moralmente.. 
 
No me venga a contar los fundamentos maniqueos de la masonería, pues creo que mis lectores a lo largo de mis trabajos van viendo cuales son los fundamentos reales de la secta, algo que me ha llevado muchas horas de estudio el poder sintetizar. 
 
Le aseguro que yo intento ser buen cristiano y por ello procuro no odiar a nadie, ni siquiera a los miembros de una secta criminal como la masonería, lo sean por convicción o por alucinación, tal cual parece ser su caso al decir que respeta usted a la Iglesia. 
 
Ya que usted dice aplicar el librepensamiento, déjeme a mí aplicarlo sin insultarme y aplíqueselo usted para rebatir, si puede, alguno de mis argumento y documentos, más allá de los tópicos y eslóganes típicos de los masones de base, que cada vez me parece se escogen entre gente con menos capacidad para aplicar la razón y el libre pensamiento. 
 
En su logia bien pudieron hacer una o mil cadenas de honor de esas con las que se juramenta el secretismo de lo tratado en las tenidas para realizar un cínico “homenaje” al papa Juan Pablo II, pero recuerde usted que a los entierros de los asesinados por la mafia acostumbra a asistir la plana mayor de los mafiosos, a César se dice que lo asesinó Bruto y entre masones se condenaron a la guillotina cuando la revolución francesa, pues eso de la “hermandad” masónica es una cuestión de intereses que bien pueden ser cambiados por quienes están por encima de ustedes, que son a los que ustedes en realidad sirven, aunque muchos alucinados, como parece estarlo usted, no se enteren.  
 
 
Escrito por Usuario no registrado el 12/10/2006 15:50:07
Sería deseable que los masones que mandan comentarios a los artículos de Doutdes fueran capaces de ofrecer razones y argumentos en vez de insultos y descalificaciones. Pero nada: no hay manera.  
Por cierto, tampoco estaría mal que leyeran con detenimiento los artículos antes de enviar los post; por ejemplo, un tal Oscar afirma “usted ve masones hasta en la sopa del almuerzo”. Dilecto Óscar, yo que no soy Doutdes pero se leer, entiendo simplemente leyendo el título del artículo “El masón Olavide: modelo de criminales y socialistas”, que en él se hace referencia a criminales y políticos socialistas que sigue la estela del susodicho; si sigo leyendo veo que de algunos se dice expresamente que son masones, de otros no, luego como lectora supongo que no tienen por qué serlo. Así que yo le pregunto,pues usted se confiesa viejo masón, si aquellos a los que Doutdes califica de masones lo fueron o no. Me extrañaría que usted lo negara, pues en páginas oficiales de la Masonería y publicaciones masónicas se les reconoce como tales.  
Continuación
Escrito por Usuario no registrado el 12/10/2006 15:53:28
¿No fue masón Aranda?, ¿No fue masón Olavide?,....etc.
Escrito por Usuario no registrado el 13/01/2007 18:27:31
Pasa el tiempo y quienes tan prestos se mostraban para criticar sin argumento ni documento alguno se muestran reacios a contestar a la simple pregunta de si Aranda u Olavide eran masones. Está clara la razón: porque lo fueron, y los Billy el Niño del comentario descalificador prefieren enredar en otros artículos antes que reconocer la verdad.

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