Mariano Rajoy puso ayer fin al agónico debate en el seno del PP y tomó la iniciativa política al exigir una comisión parlamentaria de investigación sobre el 11-M. El líder del PP enfatizó que esa comisión debe esclarecer «todo lo sucedido» desde que se produjeron los atentados hasta la jornada electoral y que cualquier persona que tenga algo que aportar -sin excepción alguna- debe ir a declarar. Minutos después de su comparecencia, Diego López Garrido aceptó en nombre del PSOE la propuesta de Rajoy en todos sus términos.
Uno de los motivos que han hecho cambiar de opinión al PP, según reconoció ayer el líder de la oposición, es la publicación de una serie de revelaciones en nuestro periódico que apuntan a la posibilidad de que algunos mandos policiales intermedios pudieran tener conocimiento previo -al menos indiciario- de lo que se tramaba.
La hipótesis cobra una mayor verosimilitud a la luz de la información que hoy publica EL MUNDO, al revelar que Rafá Zhueir, confidente de la Guardia Civil, asegura haber informado a un agente y a un capitán en mayo de 2003 de la existencia de una red de tráfico de explosivos en Asturias.
La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil le financió un viaje a Avilés para conseguir una muestra del explosivo. Esta muestra le fue proporcionada por Castro Toro, cuñado del minero que facilitó la Goma 2 al comando islamista de Madrid. Esa pequeña cantidad de explosivo fue entregada días después al capitán de la UCO en un centro comercial de los alrededores de Madrid.
Según la versión de Zhueir, el capitán le pidió que buscara compradores de los explosivos para proceder a su detención -según la técnica de la llamada «mafia policial»-, pero él fracasó en el empeño.
Zhueir reconoce, por tanto, que facilitó detalles de la existencia de una red de tráfico de explosivos robados en Asturias, pero afirma que nunca supo que esos explosivos fueron entregados a los miembros del comando de Leganés, con los que tenía relaciones de amistad y de negocios.
Esta última parte de la versión de Zhueir es muy endeble y todo sugiere que se está protegiendo, puesto que, si admitiera que sabía para qué iban a ser utilizados los explosivos, se estaría autoimplicando en los atentados del 11-M.
No es creíble que Zhueir informara sobre la primera parte y callara respecto a la segunda. Tal y como funcionan los aparatos policiales, lo lógico es que la Guardia Civil le siguiera presionando para saber más acerca del uso de esos explosivos. Parece mucho más probable que Zhueir conociera lo que se tramaba y que avisara a su controlador, ese tal capitán Victor que, a su vez, tenía como jefe al mismo coronel Hernando que había sido utilizado por Rafael Vera como pagador de las esposas de Amedo y Domínguez.Ello explicaría que Zhueir no saliera huyendo el 11-M. Se quedó en su casa, convencido de que nada le iba a suceder y luego fue tratado amablemente en su detención, como él mismo afirma.
Sea como fuere, sólo el trabajo de una comisión de investigación podrá esclarecer los enigmas en torno al 11-M, que cada día que pasa son más inquietantes.