A la espera de que a finales de mes se conozcan los resultados definitivos de los análisis de los restos de explosivo recogidos en los trenes del 11-M, el informe preliminar revela un dato tan novedoso como trascendental. Las pruebas han detectado dinitrotolueno (DNT), un componente que no forma parte de la composición de la Goma 2 ECO. La elocuencia de lo ocurrido es abrumadora: en los primeros análisis con rigor científico realizados tres años después de la masacre gracias al empecinamiento de EL MUNDO ha aparecido una sustancia que no está entre los componentes del explosivo del que presuntamente disponían los islamistas a los que la versión oficial imputa la masacre.
Por más que lo repitan al unísono las dos cabeceras gubernamentales, la Goma 2 ECO no contiene DNT. Así lo atestigua el prospecto de la empresa española que la fabrica y así lo atestigua el informe de la Guardia Civil de enero de 2005, que dice elocuentemente que «la diferencia entre ambos tipos de dinamita es que la Goma 2 EC contiene dinitrotoluenos (...), cosa que no ocurre con la Goma 2 ECO».
Es cierto que se han encontrado restos de DNT en la mochila de Vallecas, en la Kangoo, en Leganés y en la dinamita abandonada en el grotesco intento de volar el AVE con un cable en Mocejón, pero éstos siempre se han hallado en una proporción muy minoritaria que los expertos consideran irrelevante y que podría deberse a una contaminación en la prueba.
Si el informe final corrobora la presencia significativa de DNT en las bombas de los trenes del 11-M, el hallazgo echaría por tierra la tesis oficial de que los terroristas se abastecieron de explosivo en Mina Conchita. Alegar que en esa explotación asturiana de la que Trashorras sacaba sus cartuchos, además de Goma 2 ECO también había Goma 2 EC -una variedad distinta de dinamita que sí incluye el DNT entre sus componentes- no puede ser sino un engaño intencionado. Al margen de que como siempre hemos subrayado dista de estar probado que la dinamita de los islamistas procediera de Mina Conchita, la Goma 2 EC no se distribuye a las minas desde enero de 2002 y en el sumario existen dos informes policiales que descartan que la partida supuestamente robada incluyera algún cartucho de este tipo de dinamita.
Hasta aquí lo que ya se ha probado. De confirmarse además que la proporción de DNT hallada en los focos de los trenes es efectivamente muy superior a la del resto de los análisis, podríamos afirmar que, fuera lo que fuera lo que explotó el 11-M, no era lo que entonces manejaban los islamistas. En ese caso, las bombas se habrían fabricado con un explosivo necesariamente distinto de aquél. El dato abriría dos grandes hipótesis: que fuera Goma 2 EC o Titadyn. Ya hemos explicado por qué la primera es casi imposible. En cuanto a la segunda, abriría la puerta a algún tipo de intervención de ETA, ya que el Titadyn es el explosivo más usado por la banda.
De todas formas, seguimos aferrados a nuestra crónica cautela. Este informe es la prueba de que los hechos no sucedieron como relatan el instructor y la fiscal, cuyo «vale ya» la deja ahora en evidencia, porque lo que está claro es que lo que estalló no fue «su» Goma 2 ECO. Ahora bien, si estos análisis se hubieran realizado hace tres años, su resultado habría sido más completo y habría hecho inevitable la apertura de nuevas vías de investigación. De ahí que insistamos en la responsabilidad tal vez criminal y desde luego administrativa de Sánchez Manzano al incumplir los protocolos, hurtar los restos de los trenes a la Policía Científica y lavarlos -como se supo ayer- con agua y acetona para hacer unos supuestos análisis que nadie ha visto jamás. En cualquier caso, la decisiva aparición en escena del dinitrotolueno potencia aún más el interés de la vista oral que empieza mañana, pero mucho nos tememos que, por grande que sea la voluntad y competencia de los miembros del Tribunal, no van a tener medio humano de compensar a estas alturas las omisiones y negligencias que se han cometido hasta ahora.
|