Sábado, 20 de marzo de 2004. Año XV. Número: 5.216.
ESPAÑA
 
LA INVESTIGACION
Zougam al llegar a la Audiencia: '¿Quién ha ganado las elecciones?'
El juez Del Olmo imputa a Jamal Zougam, Mohamed Bekkali y Mohamed Chaoui como responsables directos del 11-M - Acusa a los indios Suresh Kumar y Vinay Kholy por colaboración con banda armada
CARMEN REMIREZ DE GANUZA

MADRID.- «¿Quién ha ganado las elecciones?». La pregunta dejó descolocados a los funcionarios de la Audiencia Nacional. Habían pasado cuatro días desde los comicios que dieron el triunfo al PSOE, y Jamal Zougam, el principal sospechoso de la masacre del 11-M en Madrid, quería saber el resultado. En realidad, eso fue lo primero que soltó, ante la sorpresa de sus interlocutores, minutos antes de ser puesto a disposición del juez. Llevaba a sus espaldas cinco días ininterrumpidos de incomunicación.

Por extraño que parezca, el presunto partícipe material de los atentados del jueves día 11 no había tenido acceso a ninguna información de la calle, posterior al momento de su detención por la policía en la tarde del sábado 13 de marzo; la jornada de reflexión más atípica de la historia de la democracia.

Jamal Zougam, natural de Tánger, 31 años, pelo largo y rizado, de tez morena pero aspecto más occidental que magrebí, llegó a la Audiencia Nacional a las 14.30 horas del jueves en el interior de un furgón policial. Introvertido, cabizbajo, Zougam no habló mucho más a lo largo de la tarde y de la noche.

Con él iban su hermanastro, Mohamed Chaoui -nacido como él en Tánger, y de la misma madre-, y Mohamed Bekkali, marroquí de Tetuán, más joven que los anteriores. A los tres, horas después, ya de madrugada, el juez Juan del Olmo acabó por decretar prisión incondicional e incomunicada por su pertenencia a organización terrorista, la consumación de 190 asesinatos -los hasta ahora identificados-, 1.400 tentativas de asesinato, cuatro delitos de estragos terroristas y la sustracción de un vehículo.

También con ellos llegaron a la Audiencia Nacional los dos indios, Suresh Kumar y Vinay Khoby, detenidos como los anteriores el pasado sábado, y a los que el juez decretó también ayer prisión incomunicada. En su caso, la imputación no fue por integración sino por colaboración con banda armada, así como por falsificación en documento mercantil, en concurso con un tercer delito de defraudación.

Fueron éstos últimos los primeros en pasar a declarar, ya bien entrada la noche, ante el juez Juan del Olmo y el teniente fiscal Jesús Santos. Juez y fiscal hubieron de invertir cerca de siete horas en leer e instruirse de los atestados policiales, interrogatorios y registros desarrollados en los cinco días anteriores. Durante ese tiempo, los médicos forenses se dispusieron a hacer los correspondientes reconocimientos a los detenidos, pero éstos dijeron encontrarse bien. Zougam, el más «duro» de los tres, llegó a decir que uno de los agentes le había propinado una «torta» durante su incomunicación.Sin embargo, ni él ni los demás detenidos denunció ningún maltrato por parte de la policía.

Uno de los indios pidió un intérprete de hindi, lo que, dado lo avanzado de la hora, ya pasadas las 21.00 horas, le permitió adelantarse en la declaración. En realidad, los interrogatorios se desarrollaron de menos a más, en relación con la trascendencia de los detenidos, de manera que hasta las 2.30 horas de la madrugada, y hasta pasadas las 4.00 horas, no declaró Zougam.

Si bien el auto de prisión quedó ayer bajo secreto de sumario mientras continúe el régimen de incomunicación acordado para los imputados, las fuentes consultadas consideran a éste autor material de los atentados del 11-M. Dos tipos de indicios señalan su presunta participación, por encima de la de los demás detenidos.

Por un lado, y en primer lugar, el móvil que fue encontrado por la policía, adherido al único artefacto que no explosionó, en el interior de una mochila escondida en un vagón del tren estacionado en Atocha. La tarjeta Sim de prepago del móvil pertenecía a Zougam.Así lo demostró la policía, hasta el extremo de localizar a los indios que se la habían vendido.

En segundo lugar, no uno sino dos testigos, lo identificaron entre los pasajeros de uno de los trenes de la muerte.

Pero a pesar de las evidencias, Zougam no cantó en la madrugada de ayer. Con la mirada fija en el suelo, musitando a ratos unos rezos, por lo bajo y en tono cantarín, el marroquí negó reiteradamente su relación con el 11-M, o con la organización terrorista Al Qaeda. Insistió en que se encontraba durmiendo en su casa del barrio de Lavapiés a la hora en que se produjeron los atentados, y sólo al final del interrogatorio rompió su frialdad y, sin llegar a confesar, se desmoronó en medio de las lágrimas.

Con todo, de los cinco detenidos, él resultó ser ayer el más duro. Lo dijo su propio hermanastro, Mohamed Chaoui cuando, al defender su común inocencia ante el juez -dijo que ambos dormían en la misma habitación en la mañana del 11-M cuando se despertaron a las 9.45 horas-, añadió que no mantiene mucha relación con su hermano porque los dos son muy diferentes y porque Jamal es «muy religioso».

Zougam, según las fuentes recabadas en la Audiencia Nacional, pasó buena parte de la noche rezando en los calabozos.

El que mostró un temple menor fue Mohamed Bekkali, el joven marroquí de Tetuán, quien llegó a declarar a gritos su inocencia. Aseguró al juez que en la mañana del atentado un compañero de piso le despertó a las 10.55 horas y le contó el atentado de Atocha.Sólo 10 minutos después, a las 11.05 según su declaración, se encontraba ya trabajando en su negocio.

Los tres marroquíes, que fueron internados ayer en la cárcel madrileña de Soto del Real junto con los dos indios también imputados, eran vecinos del barrio de Lavapiés. Zougam redujo a una cuestión de mera vecindad su relación con Abú Dahdah, el presunto jefe de Al Qaeda en España según el auto del juez Garzón.

Pie de foto titulada

LOS ROSTROS DEL TERROR. Jamal Zougam -arriba, de frente y de perfil- es, de momento, el principal sospechoso de la masacre del 11-M en Madrid. Su hermanastro, Mohamed Chaoui -sobre estas líneas- le definió ayer como un hombre «muy religioso», y corroboró su coartada al decir que los dos dormían en camas contiguas la mañana en que se produjeron los atentados. Mohamed Bekkali -a la derecha, el más joven- defendió su inocencia a gritos durante su declaración judicial. También aseguró haber dormido hasta las 11.00 aquella mañana

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