El espíritu renovador de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) se tradujo desde su creación, el 11 de enero de 1907, en un fomento de la investigación desde muy distintas perspectivas, la creación de centros de investigación en distintas ciudades españolas y la incorporación de los mejores científicos internacionales. Con todo, la actividad principal de la JAE consistió en becar a jóvenes españoles para que completasen su formación científica en los más prestigiosos centros europeos y estadounidenses, con el fin de superar el secular aislamiento científico español.
Centenares de médicos, biólogos, químicos, físicos, matemáticos, historiadores o filólogos pudieron completar su formación en distintos países gracias a las pensiones que la JAE concedió en sus 30 años de actividad. No es exagerado afirmar que quien era alguien en la vida intelectual y científica española anterior a la Guerra Civil, había tenido relación con la Junta.
La nómina de quienes formaron parte de la JAE es una especie de gotha de la intelectualidad española del momento: Santiago Ramón y Cajal, Ignacio Bolívar, Blas Cabrera, José Castillejo, Luis Simarro, Juan Negrín, Pío del Río-Hortega, Antonio de Zulueta, Severo Ochoa, Julio Rey Pastor, Francisco Durán i Reinals, Leonardo Torres Quevedo, José Casares Gil, José Fernández-Nonídez, Cruz Gallastegui, Federico de Onís, Ramón Menéndez Pidal, María de Maeztu, Tomás Navarro Tomás, Américo Castro, Antonio García Solalinde, Samuel Gili Gaya, Rafael Altamira, y un largo etcétera.
La España de hoy es, afortunadamente, muy diferente a la de 1907. Aquello que decía L. P. Hartley de que the past is a foreign country; they do things different there («el pasado es un país extranjero; allí hacen cosas diferentes») se cumple muy cabalmente si comparamos aquella España de comienzos del siglo XX con ésta de comienzos del siglo XXI. Pero esto no impide que en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) nos sigamos sintiendo imbuidos del espíritu renovador de aquella Junta.
Aquel mismo espíritu, en el CSIC de hoy, con la profunda transformación que está viviendo la institución, nos hace trabajar para que nuestro país participe activamente en la tarea de la construcción de la ciencia universal, para que la ciencia contribuya a hacer de España un espacio ideal para la economía del conocimiento y la sociedad del bienestar. Éste y no otro es, en definitiva, el significado profundo de las celebraciones conmemorativas de 2007 como Año de la Ciencia en España.
Carlos Martínez Alonso es presidente del CSIC.