Una beca de 425 pesetas para estudiar el dialecto leonés. Ésta fue la primera ayuda científica que, en 1907, recibió un investigador español de la recién inaugurada Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), embrión del actual Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Cien años después, el CSIC quiere recuperar el espíritu con la que el Nobel Santiago Ramón y Cajal impulsó aquella institución pionera, que convirtió a España en un referente de la ciencia a nivel internacional.
La JAE surgió con la pretensión de formar una generación de científicos que fomentase la investigación. Para ello se ayudaba a esos jóvenes mediante pensiones (ayudas económicas) que les permitían desarrollar nuevos proyectos y conocer lo que se hacía en el extranjero. Tras esas estancias en el exterior, el objetivo era que regresaran a España con nuevo bagage, y con ese fin se crearon los primeros institutos científicos.
Un siglo después, el reto sigue siendo que los jóvenes se sientan atraídos por la ciencia, y también que la sociedad, y por delegación sus dirigentes, valoren su esfuerzo.
Es por ello que en el 2007, que ha sido bautizado como el Año de la Ciencia por el Gobierno, no faltarán iniciativas por parte del CSIC para, aprovechando el aniversario de la JAE, acercar su historia, sus logros y sus retos a los ciudadanos.
Una de ellas es la puesta en marcha de unidades de divulgación científica en ciudades que no son grandes capitales y en las que, hasta ahora, la Ciencia ha estado poco visible. «Se trata de utilizar la red de centros del CSIC, los de la UNED, de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, los ayuntamientos y los centros educativos para organizar actividades, exposiciones itinerantes, conferencias, etcétera», explica Pilar Tigeras, directora del Area de Cultura Científica del Consejo y responsable de la organización de los eventos del centenario. Estas unidades de divulgación las formarán tres o cuatro agentes, personas de los municipios interesadas en dar alas al proyecto. «Lo que queremos es acercar la ciencia de abajo a arriba y crear un poso que perdure después de que acabe el año», afirma Tigeras.
También está previsto organizar una gran exposición en Madrid sobre la JAE en la Residencia de Estudiantes y en el Museo de Ciencias Naturales, que después podría ser itinerante. Allí podrán verse los manuscritos, las publicaciones y los instrumentos que hicieron posible la obra de Ramón y Cajal, de Leonardo Torres Quevedo, de Américo Castro, de Blas Cabrera (abuelo de la ministra de Educación y Ciencia, Mercedes Cabrera), de Nicolás Achucarro y de tantos otros. Incluso se desempolvarán sus laboratorios, hoy almacenados.
A finales de este mes, además, verá la luz un libro sobre los 100 años de la ciencia en España, que coordina a nivel técnico el investigador Antonio Santamaría. Un repaso a la Historia a través de 60 artículos de firmas de prestigio que, a nivel divulgativo, relatará lo bueno y lo malo ocurrido desde aquel 1907. «La JAE surgió para enviar a las mentes más prometedoras al extranjero. Se la acusó de centralismo y de hacer poca investigación aplicada. Para mejorar lo segundo se constituyó después la Fundación Nacional para Investigación Científica y Ensayos de Reforma. En 1939, después de la Guerra Civil, se crea el CSIC y este organismo heredó lo que fue la JAE y sus centros, pero no su espíritu porque la mayoría de los intelectuales y científicos se habían ido al exilio. Fue en los años 80 cuando se intentó recuperar lo que había sido la JAE y volver a poner a España en Europa a nivel científico», resume Santamaría. Y en ese empeño continúa, pese a los baches económicos que ha pasado en las últimas décadas y que, poco a poco, se van solventando.
Este lanzamiento editorial no es el único del centenario, pero sí el más importante. Igualmente emblemática será la inauguración, en la sede central del CSIC, de dos estatuas muy significativas: la de Ramón y Cajal y la de Severo Ochoa.
Todo ello se financiará con parte de los cinco millones de euros presupuestados por el Ministerio para el Plan de Divulgación Científica y de los del CSIC.