Como bien nos tiene acostumbrados en su programación habitual, Tele-5 fue capaz de lo mejor y lo peor en la última noche del año, y se movió, una vez más, entre el cielo y el subsuelo.
Lo mejor fue su programa musical, ese 2007 en punto, que ofreció las actuaciones más destacadas que han pasado por la cadena. Nos pareció una manera inteligente de «optimizar los recursos» y de saber captar el espíritu de la noche, pues mientras la familia está reunida alrededor de la mesa y del televisor, resulta absurdo emitir un programa -por muy bueno que sea- donde haya que estar todo el tiempo atentos a la pantalla.
En esa noche de alegría y alborozo, Tele 5 apostó por la música, el baile, el color y el ritmo para amenizar la Nochevieja, en un espacio dominado por los chicos de OT, rostros tan familiares que se han convertido en parte del decorado de nuestra casa y que son como uno más en la mesa.
Lo peor llegó después: las campanadas. Era lo más esperado y casi nos tuvimos que tapar los oídos para evitar tanta vergüenza ajena. El sueño de Bea (la protagonista de esa telenovela de éxito) se convirtió en pesadilla para los espectadores, que posiblemente se cambiarían a la Primera ante tal disparate.
El escenario elegido para tomarse las uvas fue la Ciudad de las Artes de Valencia, un escenario espléndido, como se pudo contemplar, donde los tres protagonistas de Bea, la fea se movieron entre la nadería y el publirreportaje.
Mientras Bárbara (la tonta y ambiciosa) no cesaba de preguntar si estaba casado todo aquel que le nombraban, Alvaro y Bea, como eficaces empleados de Información y Turismo, seguían recitando las virtudes y el gran año de Valencia, «una ciudad copada de cultura, arte, ocio y diversión». Y si cambiaban de tema era más patético aún.
Después de tanta insensatez continuó 2007 en punto, realizado con un buen ritmo narrativo y conducido por un trío que tuvo la virtud de no afanarse en presentarlo todo y apenas si decían: «¡A bailar!». El programa, por lo tanto, se dejó ver y se aguantó bien hasta al final, aunque no entendimos la chiquillada de aderezarlo con un par de streptease, por muy artísticos que pudieran resultar.
(Un dato al margen: antes de cumplirse media hora del 2007 David Bisbal ya había actúado en cuatro cadenas).
Así llegó el nuevo año a Tele-5, entre el sueño y la pesadilla, que debe ser el espíritu de la cadena. Fue una experiencia agridulce que no olvidaremos fácilmente; sobre todo, el consejo de Alvaro (el de la telenovela) antes de despedirse desde Valencia: «¡Compañeros! Aquí las chavalas están de muerte!».