HÉCTOR ATIENZA
Cuando hace tres años se anunció que Valencia sería la sede de la próxima edición de la Copa América 2007, a muchos españoles el proyecto les sonó a chino o confesaron desconocer la imagen internacional de este evento deportivo. ¿La causa? Posiblemente, que gran parte de España vive de espaldas a la alta competición náutica a diferencia de otros países. Sólo los contactos mediatizados alrededor de la Copa del Rey en la campaña estival y las medallas en los Juegos Olímpicos han conseguido bañar en algún momento la mente de los aficionados medios españoles. A ello se une que las tres únicas participaciones del equipo nacional en esta Fórmula 1 del mar (1992, 1995 y 2000) también pasaron bastante desapercibidas para el gran público. Pero, sin duda, el aliado menos conveniente fue la ausencia de un desafío nacional en la última edición en Nueva Zelanda. Sin embargo, en los últimos meses algo cambiado en este evento que brillará de forma especial de abril a julio.
La casualidad y el posterior interés institucional hizo que esta competición se dispute en la capital valenciana. La primera porque el vencedor de cada edición elige el puerto de la defensa del trofeo desde 1851, pero al ser el ganador un equipo sin mar, el suizo Alinghi, su dueño, el millonario Bertarelli, se dejó querer. Más de 50 ciudades europeas optaron a la organización de la prueba, entre ellas Barcelona y Palma de Mallorca, pero el proyecto que proponía renovar de arriba a abajo el viejo puerto de Valencia (hoy Port America's Cup) tumbó a todos sus rivales.
Por primera vez, 12 equipos de 10 países diferentes y de los cinco continentes estarán en la salida de la prueba. Desde Estados Unidos a Nueva Zelanda pasando por China, Sudáfrica, Suiza o Italia con tres representantes diferentes. Completan la lista de equipos Francia, Alemania, Suecia junto al regreso oficial de España.
Esta competición se mide por el barco y los 17 tripulantes que compiten a bordo, pero lo que marca la diferencia de igual forma o más son los presupuestos con los que cuenta cada equipo en tierra (desde seis millones a 100, según los casos). El objetivo es conseguir la embarcación más rápida.
Alinghi, como último vencedor de la antigua Jarra de las Cien Guineas, tiene asegurada su plaza en la final que se disputará al mejor de nueve regatas, mientras que el resto de sindicatos competirán previamente entre sí por la Copa Louis Vuitton, el trofeo de los desafiantes, que elegirá al equipo que ocupe la otra plaza de finalista. Entre la quiniela de favoritos destacan: el BMW Oracle, el Luna Rossa y el Team New Zealand, mientras que el Desafío Español, dirigido por Agustín Zulueta, se presenta como el cuarto equipo en discordia. Sueña con confirmar al menos esta plaza que completaría la mejor actuación de un equipo español en la historia de la prueba. En esta campaña tienen todo a favor.Dispondrán de dos barcos nuevos, la plantilla de los Doreste y compañía se ha reforzado con hombres como Culter, Jablonski o Cayard y han tenido tiempo suficiente para invertir 60 millones de euros. El primer examen será el día 16 de abril.
El primer barco del Desafío Español, el ESP 88, durante una regata./ N. MARTINEZ
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