El fuego lo destruyó todo. Casas, coches, motos y muebles. Y los propietarios salvaron la vida porque lograron escapar campo a través. Fue la venganza del pueblo. De un pueblo que, como Fuenteovejuna, actuó a la vez contra alguien que, según aseguran, le hacía la vida imposible.
Ayer a mediodía, a las afueras del pueblo, aún se percibía el acre olor a quemado. Procedía de La Rosa de Villaconejos, una finca algo apartada, a la que se accede por una pista llena de baches y basuras.
En esta sórdida propiedad, situada a escasa distancia de un viejo vertedero en Villaconejos, en la entrada de Aranjuez, sucedieron anteayer unos hechos que más bien propios de la España profunda del abuso, del miedo y de la cruel venganza del ojo por ojo.
En esta localidad de 3.400 habitantes, en el sur de la región madrileña, el último día del año, en torno a las 14.30 horas, una multitud integrada por 500 personas, según fuentes de la Guardia Civil y del propio Ayuntamiento de Villaconejos, prendió fuego a la casa donde vive un presunto delincuente. No contenta con ello, la enardecida turbamulta impidió el acceso al lugar a los bomberos, a la Guardia Civil y a los servicios de Emergencias 112, que habían sido alertados del suceso.
«Según llegábamos al lugar, veíamos por ambos lados de la carretera a muchas personas y cuando intentamos acceder hasta allí nos lo impidieron, tirándonos petardos y piedras», señaló uno de los miembros de los cuerpos de seguridad.
El bloqueo continuó durante 40 minutos, haciéndose precisa la intervención de la Guardia Civil, que sufrió desperfectos en algunos de sus vehículos. Cuando, finalmente, las dotaciones de bomberos lograron llegar a la propiedad incendiada, el fuego ya la había destruido.
Junto a los edificios se quemaron también varios vehículos y el perro de la familia murió presuntamente asfixiado por el humo. Los habitantes de las casas, al parecer, escaparon campo a través, sin que se produjesen heridos.
Todo comenzó la noche del sábado, cuando Javier Bernuy, un hombre con antecedentes penales y que los vecinos califican como «conocido delincuente», irrumpió en un bar de la localidad acompañado de un numeroso grupo de amigos y comenzó a destruir el local, hiriendo a uno de sus empleados.
Este hecho colmó la paciencia de los habitantes de Villaconejos, quienes marcharon a ejercer su venganza de manera directa, «porque ya se han cansado de sus abusos y de que nunca le pase nada, esto hay que entenderlo. Es un hombre descarado, arrogante y bastante peligroso, que amenaza continuamente a la gente», según señaló ayer un vecino.
En Villaconejos están todos a una cuando hablan de este presunto delincuente. Y todos, desde el alcalde hasta el último vecino, aseguran que fue todo el pueblo quien causó el incendio que destruyó la propiedad de Bernuy. «Desde que llegó a Villaconejos, se fue la calma del pueblo. Todos le tememos y evitamos su cercanía», explicó otro habitante a EL MUNDO.
Amenazas, abusos, faltas de tráfico, asaltos a la propiedad, tráfico de drogas, violencia extrema... los vecinos no paran a la hora de denunciar las tropelías de quien, aseguran, «nadie se va a quedar tranquilo hasta que se vaya, pues antes ya estuvo en otros pueblos del sur de Madrid y terminaron por echarle de todos, porque allí hacía lo mismo».
LA LEY DEL SILENCIO SE IMPONE EN EL MUNICIPIO
Los agentes de la Comandancia de la Guardia Civil tienen en las próximas horas un trabajo complicado en la localidad madrileña de Villaconejos, situada a 40 kilómetros de la capital, al sur de la Comunidad de Madrid. Deben esclarecer qué personas están detrás del ataque contra la finca 'La Rosa de Villaconejos', donde reside una familia de delincuentes que tenía atormentados a todos los vecinos. Muchos de los agresores son los mismos que impidieron durante varios minutos que los Bomberos de la Comunidad sofocasen las llamas que devoraron el almacén y la vivienda.
El bloqueo de los vecinos se prolongó durante más de media hora hasta que los agentes de la Guardia Civil lograron reunir los efectivos necesarios para abrir una vía de acceso.
Cuando los bomberos consiguieron llegar a la finca ya era demasiado tarde y tanto la casa como una nave adyacente habían ardido por efecto de las llamas.
Encontraron calcinados tres vehículos, una moto y el cadáver de un perro perteneciente a la familia. Los moradores del inmueble rural lograron huir campo a través y no se produjeron heridos.
La tarea de la Guardia Civil va a ser complicada ya que tras los hechos violentos del día de Nochevieja se ha impuesto la ley del silencio. Pese a que más 500 personas estuvieron presentes en el ataque y pese a que muchas de ellas se enfrentaron a la Guardia Civil nadie recuerda nada. «Hubo un lío tremendo pero nadie te va decir nada», advirtió un residente del pueblo. «Aquí nadie va a hablar, tras lo ocurrido se ha impuesto el silencio y al que hable se le puede caer el mundo encima», añadió otro vecino.