«Con la muerte de Bolaño, empieza una leyenda», dijo en su día Enrique Vila-Matas, para quien el escritor chileno dejó abiertas «brechas por las que habrán de circular las nuevas corrientes literarias» de este milenio. Como «el más influyente y admirado novelista en lengua española de su generación», lo catalogó Susan Sontag, vaticinando un culto y un reconocimiento internacional cuyos síntomas son ya evidentes.
The New York Times ha incluido a Bolaño en su lista de los 100 mejores libros del año. Su última obra publicada en Estados Unidos, Last evenings on earth, un conjunto de 14 relatos extraídos de sus libros Putas asesinas y Llamadas telefónicas, es la única que se cuela de un autor en castellano en el prestigioso hit parade.
Ya en su día, en la reseña aparecida en el citado periódico, no se dudaba en poner al escritor a la altura de genios como Kafka en la creación de «una especie de microclima cargado de un aura de misterio y melancolía». La mezcla de surrealismo, lirismo, invención, política y análisis psicológico con la que Bolaño aliña sus creaciones ha fascinado a la crítica y a los lectores estadounidenses. Y eso que todavía no han podido paladear las creaciones más ambiciosas del escritor: Los detectives salvajes y 2666, que se editarán de la mano de New Directions, el que fuera el sello de Ezra Pound y que actualmente edita a Tabucchi, Sebald y Javier Marías.
Francia también participa de la que se puede denominar fiebre Bolaño. Los detectives salvajes, que se ha publicado en 2006 en el país vecino, ha cosechado elogiosas críticas y se ha situado en el primer puesto del top 10 de la reconocida revista de tendencias Cronic Art, seguida por Jonathan Littell, con Javier Cercas y Rodrigo Fresán -curiosamente, dos defensores del estilo Bolaño- en los puestos noveno y décimo.
Testamento literario
«La compra de derechos y las traducciones de sus obras no cesan. Sin ninguna duda, se está consolidando su despegue internacional», asegura su editor, Jorge Herralde, en cuyas manos dejó Bolaño la decisión de publicar su testamento literario, 2666, en varias entregas o en un solo volumen, como finalmente ha llegado a los lectores.
La monumental y ambiciosa novela -ocupa más de 1.100 páginas-, en la que Bolaño pone en pie todas sus obsesiones a través de distintos personajes muy literarios que se ven mezclados en una trama de crímenes de mujeres -trasunto de los de Ciudad Juárez-, llegará pronto a Italia a través de la prestigiosa Adelphi, que se hizo con sus derechos tras una enconada puja con sellos como Mondadori y Einaudi.
La obra llegará pronto a Alemania y a Francia, donde será Christian Bourgeois la que acoja este paseo coral que el autor dejó inconcluso, aunque el lector no llega a percibirlo, fascinado ante los hilos cruzados de tantas historias y peripecias, que componen un territorio de ficción capaz de atrapar el mundo, las contradicciones de la Historia y del alma humana.
Autor prolífico, acosado por su frágil salud, que le impuso un ritmo acelerado -siempre temió que la muerte le impidiese llevar a cabo sus muchos proyectos-, Bolaño dejó en el ordenador un buen puñado de relatos inéditos que la editorial Anagrama tiene previsto publicar el próximo mes de febrero bajo el título de El secreto del mal, ordenados y prologados por el crítico Ignacio Echevarría.
Coincidencia
El lanzamiento coincidirá con otra importante novedad, un volumen que reunirá todas las piezas que conforman el libro fundacional de su poesía, La universidad desconocida. «Bolaño sólo llegó a publicar fragmentos de una obra que él consideraba esencial en su trayectoria. Durante mucho tiempo, él se creía poeta por encima de todo y, en realidad, no empezó a escribir novelas hasta los años 80, con el objetivo de sobrevivir», señala Jorge Herralde.
El editor remite a títulos como Los peros románticos y Tres, donde Bolaño derrama su aliento lírico; en realidad, una forma de respirar que anima toda su narrativa, aunque muchas veces la contraste con un estilo mucho más frío y sobrio, de tintes casi periodísticos, como sucede en 2666.
Los signos del creciente interés y del culto hacia Bolaño se perciben de muy distintas maneras. Cada vez son más los escritores que lo citan y reconocen la influencia de su obra, cada vez se le estudia más y hay quienes se atreven a subir su obra a las tablas; en concreto, el director del Teatre Lliure, Alex Rigola, está trabajando -todo un reto- en la adaptación teatral de 2666.
En una reciente encuesta aparecida en Moleskine, el blog del escritor peruano Ivan Thays, en la que se preguntaba por el narrador más importante del mundo hispano hoy, Roberto Bolaño se anteponía a Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. «Es un icono para la gran mayoría de lectores y autores jóvenes, no sólo por su indiscutible calidad literaria sino por la manera combativa, apasionada con la que se enfrentaba a la obra o la figura de otros escritores y al propio oficio», se expandía por la Red.
«Ya en el congreso que se celebró en Sevilla antes de su muerte [en julio de 2003] se habló de él como maestro, como faro de su generación», señala Herralde. Y no hay más que rastrear los entusiastas artículos de devotos como Juan Villoro o Rodrigo Fresán. «Bolaño muere en activo y en el momento justo de su despegue internacional, con todavía mucho para contar», escribía en su día el propio Fresán.
