LUCAS SAEZ-BRAVO
El nuevo balón no agradaba a nadie, y mucho menos tras haber sido impuesto sin ni siquiera consultar a los que lo iban a utilizar noche tras noche. El comisionado David Stern se había echado a las estrellas de la NBA encima tras su apuesta por la nueva herramienta, más moderna, hecha de microfibra. Pero la maniobra, adoptada claramente con objetivos comerciales, se ha vuelto en contra del mandamás de la Liga. El lunes, en el Charlotte Arena, la pelota naranja de cuero, la de toda la vida, resurgió, cual Ave Fénix.
Desde Shaquille O'Neal hasta Steve Nash habían criticado la pelota. También Kevin Garnett, que en el primer partido del 2007, ya con el Spalding utilizado durante los últimos 35 años, firmó su mejor actuación en lo que va de temporada (32 puntos-14 rebotes). Todas las estrellas se quejaban del último capricho de Stern. Decían que les producía heridas en las manos, que no botaba bien y que era difícil de controlar. La reivindicación, que incluso se convirtió en una demanda laboral del sindicato de jugadores contra la Liga por violar la ley y el convenio colectivo, suponía también un punto de rebelión contra el comisionado, empeñado en controlarlo todo -desde la vestimenta hasta el límite de edad para empezar a jugar-.
En un comunicado, Stern hizo pública hace unas semanas la vuelta al cuero y admitió, aunque de forma ambigua, su equivocación: «Aunque las pruebas realizadas demuestran que el nuevo material es más consistente, que los índices de anotación han subido, al igual que los porcentajes y el mayor control de la bola, nuestra estadística más fiable es la opinión de nuestros jugadores».
«Simplemente, era lo que todos deseábamos», apuntó después del encuentro entre Charlotte y Minnesota el base Mike James. Para rizar el rizo, otros, que estaban de acuerdo con la vuelta al balón de siempre, se habían quejado de que ésta se produjera a mitad de la campaña. Doc Rivers vio como sus Celtics jugaban el domingo con un balón y el lunes con otro. A pesar de sus quejas previas, el equipo de Boston rompió una racha de seis derrotas seguidas (ganaron a Portland, el equipo del español Sergio Rodríguez).
Incluso Bernie Bickerstaff trató de silenciar a algunos, de los pocos, que apoyaban la medida de David Stern. «Tenemos que proteger a los seres humanos, no a los animales», señaló el técnico de los Bobcats, en referencia a las críticas de ciertas asociaciones protectoras de animales que se quejaban de que para fabricar el cuero se utiliza piel de vaca.
Pero, pese al evidente paso atrás, David Stern aún se guarda un as en la manga. La marca deportiva, la patronal y un representante de cada equipo han formado un comité para el desarrollo de un nuevo balón que entierre, definitivamente, al cuero.
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