Degollado. Así encontró a Joan Alsina Oliva una de sus dos hijas. El cadáver de este conocido empresario catalán de la construcción, de 51 años, fue hallado en su casa, situada en la localidad barcelonesa de Sant Cugat del Vallès, la tarde del lunes. Al propietario de la importante multinacional Encofrados J. Alsina le habían rebanado el cuello. Las primeras hipótesis con las que trabajan los Mossos d'Esquadra apuntan a un ajuste de cuentas. Averiguando el móvil, los investigadores esperan dar con el asesino o asesinos.
Sobre las 13.00 horas del pasado lunes, una de las hijas de Alsina acudió al domicilio de su padre, situado en el número 35 de la calle Pahissa, en una lujosa urbanización junto al campo de golf de Sant Cugat del Vallès. La joven, que regresaba de pasar el fin de semana esquiando, encontró a su padre muerto y rodeado de sangre. La hija avisó a la Policía Local y al Servicio de Emergencias Médicas, cuyos efectivos únicamente pudieron certificar la muerte del empresario.
Sobre las 18.00 horas, el juzgado de guardia de Rubí ordenó el levantamiento del cadáver y decretó el secreto de las actuaciones. Los Mossos d'Esquadra, que ya han llevado a cabo los primeros interrogatorios a familiares y vecinos, se hicieron cargo del caso y miembros de la Policía Científica estuvieron durante todo el día de ayer buscando pistas en la vivienda.
El consejero de Interior y Relaciones Institucionales, Joan Saura, informó ayer por la mañana del suceso y confirmó que se había tratado de «un ataque violento» que se está investigando. No dio más datos ni tampoco se aportaron más detalles del suceso de forma oficial. Unicamente se explicó que el empresario tenía signos de haber sido asesinado.
No obstante, según explicaron a EL MUNDO fuentes cercanas a la investigación, el empresario fue degollado con un cuchillo o una navaja. Respecto a la hora en la que se produjo el crimen, los policías están a la espera de recibir los resultados de la autopsia que se practicara hoy al cadáver.
Aunque la primera hipótesis apuntaba a un asalto violento, esta posibilidad fue perdiendo peso conforme avanzaban las horas. Aunque no está descartado que el robo sea el móvil del crimen, algunos datos hacen creer a los miembros de la Unidad Regional de Investigación de los Mossos (URI), que se han hecho cargo del caso, que puede tratarse de un ajuste de cuentas.
A pesar de que el domicilio de la víctima estaba revuelto y faltaban algunos objetos, el asesino o asesinos no se llevaron ni joyas ni otras piezas de valor. Por ello, una de las posibilidades con las que trabajan los policías es que trataron de simular un robo para despistar. La forma de asesinar al empresario es otro de los elementos que hacen sospechar a los Mossos de que pueda tratarse de un ajuste de cuentas. Según fuentes de la investigación, Alsina trataba habitualmente con ciudadanos extranjeros.
La esposa del empresario, Marta Cecilia Figueroa Pérez, de 48 años, se encontraba en su país natal, Colombia, junto a su hija de 34 años, que también reside en Sant Cugat, según informaron las citadas fuentes a este diario.
La familia cree que fue un robo
BARCELONA.- La familia del empresario cree que el asesinato es consecuencia de un intento de robo en la vivienda familiar, en la que el fallecido se encontraba solo la mañana del día 1 de enero.
Un portavoz de la familia, Josep Lluís Pons, cuñado del hermano mayor del fallecido, explicó ayer a Europa Press que, a pesar de que todavía no han podido comprobar si han desaparecido objetos de valor de la casa, en su opinión todo apunta a que el asesinato fue consecuencia de un intento de robo.
La residencia de la familia Alsina está situada en una urbanización de lujo. Según Pons, unos días antes se había producido un robo en una de las casas de los alrededores, lo que les hace sospechar que éste puede ser un nuevo intento de las mismas características.
Pons contó que fue la hija mayor del fallecido, de 17 años, la que encontró el cadáver «cubierto de sangre» cuando regresaba a su casa de un viaje, aunque no especificó si el cuerpo mostraba heridas.
La joven llegó sobre las 13.00 horas al domicilio familiar, que no tiene medidas especiales de seguridad ni cámaras de vigilancia porque, según Pons, «son gente muy normal que no esperaban algo así».
