Ya en las bienvenidas a los años 2005 y 2006, Aguirre se esmeró para que en la Puerta del Sol hubiera algo más que campanadas. En 2005 se hizo un gran despliegue de luz y sonido alrededor del Quijote que se nos venía encima... En 2006 fue el anuncio de la puesta en marcha del ambicioso Plan de Fomento de la Lectura.... Siguiendo esa pauta espectacular, el sábado 23, en Cibeles, Gallardón, sobre el Palacio de Comunicaciones, ofreció a los madrileños un audiovisual inolvidable... Y el 31, antes de las uvas, Aguirre se iba a lanzar a la explotación del éxito de su última movida... ¡La Movida -de Bosé a Almodóvar-, veinte años después, a todo trapo! Pero no fue así. Por el atentado de Barajas ¡Había que testimoniar el dolor!

Sí, durante toda la tarde-noche del 31, dos de los disc-jockeys más reconocidos, Dj Smart y LuiliMinili, iban a poner la Puerta del Sol en la órbita de la Movida. Sobre la Casa de Correos se iban a proyectar imágenes de los protagonistas de esos años junto a las del fotógrafo Makos, el preferido de Andy Warhol, haciendo fotomatón con el que se prestase... ¡Un gran photo party! Acabando, con las doce campanadas, con 36 cañonazos de confeti entre el estruendo de la pirotecnia. No fue así. De lo previsto, sólo las campanadas, el confeti y la pirotécnica... Se trató de no amargar más la fiesta no sólo a los madrileños, sino a los millones de españoles que seguirían las campanadas por televisión. Aguirre acertó.

El mensaje de Aguirre. La presidenta de Madrid, para cuando estalló la bomba el 30 por la mañana, ya tenía escrito su tradicional mensaje de fin de año. Iba a hacer hincapié en el Madrid solidario. Ya había hecho balance de su gestión ante los medios y dado cuenta de sus pecados: la no apertura del Metro las 24 horas y la no Ley del Suelo. ¡Mea culpa! Los liberales, pese a la maldición papal de que el liberalismo era intrínsecamente perverso, también hacen actos de contrición. «La jefa» va por ahí rompiendo y rasgando hasta cierto punto.

Por eso, ella no iba a entrar en disquisiciones sobre España y Madrid, esas cuestiones en las que había querido penetrar Gallardón en su mensaje navideño. No, ella, no sabemos si como en otro acto de contrición por aquel único gazapo de su biografía autorizada sobre las apreturas a final de mes, iba a hablar de solidaridad con los más necesitados. ¡El que defienda, como buena liberal, la libertad del individuo, no indica que no quiera preservar el Estado de Bienestar! No sabemos si en su muy próximo libro, En busca de Montesquieu, su maestro Pedro Schwartz dará una solución para esa alianza, pero Aguirre, en su discurso, iba a ir por ahí. Y fue por ahí: Madrid, una potencia económica en alza, tiene una responsabilidad con los más débiles; enfermos, mayores, discapacitados, parados, inmigrantes... Fue por ahí, pero no sólo por ahí. ¡Estaba Barajas! Al fin, la presidenta comenzó su mensaje con una condena del atentado: «Esta intolerable agresión a la convivencia de los españoles debe servir para fortalecer la unión de todos los ciudadanos de bien y de todos los demócratas. Si permanecemos unidos frente al terror sabremos defender nuestra libertad y nuestra dignidad». Y luego, además de la solidaridad, el poner -discretamente- el toro en suerte de cara al 27-M: «Y queridas amigas y amigos, un año nuevo es siempre una invitación al optimismo y a la ilusión... A base de esfuerzo, de trabajo, de la creatividad y de la inteligencia de los madrileños, nuestra comunidad se ha convertido en una de las regiones más desarrolladas, más emprendedoras y más atractivas de toda Europa». Así que, condena..., y optimismo e ilusión.

Lo de don Alberto. El acto del sábado 23, organizado por Gallardón en Cibeles, había sorprendido a todos. ¡Incluso, a Gallardón! Más de cien mil personas acudieron a una convocatoria realizada con la boca pequeña, pero que de cara al futuro nos dice que el Palacio de Comunicaciones va a ser punto de encuentro de los grandes acontecimientos hacia el futuro. En el audiovisual, conceptos muy conservadores: el portal de Belén, la tradición, la familia... ¡Todo servido con la más vanguardista modernidad! Un mensaje bien recibido por familias enteras que aguantaron a pie firme a que a las once de la noche se encendiera Santa María de las Comunicaciones. Gallardón lo tiene claro de cara al 27 de mayo electoral. Y Moreno está sirviendo a los madrileños una Navidad ortodoxa y moderna, donde cabe hasta el circo. ¡Y queda por verse la Cabalgata de Reyes por la Castellana, terminando en Cibeles!

Y si importantes son los actos festivos de Gallardón, más que significativo es su mensaje navideño. Dejando a un lado los ditirambos sobre la ciudad viva, no burocrática, inquieta y vibrante, y las disculpas por las obras que están transformando Madrid y situándola en la vanguardia del mundo, Gallardón quiso subrayar y subrayó «nuestra condición de ciudadanos de la capital de nuestra nación, España». «Somos la capital de una gran nación», remarcó. Ojo: capital, gran nación, España... Indicando, a continuación, a propósito de la Ley de Capitalidad, «nuestro permanente compromiso con el resto de los españoles», garantizando «la igualdad de todos los ciudadanos de España», para rematar la faena afirmando: «nosotros hemos de liderar un discurso de unidad, concordia, de mirada al futuro», ¡anota Miquelarena!, «y un discurso que tiene que estar siempre muy cerca de aquellos que más sufren». Para más adelante decir que entre los que sufren están «los que han sido víctimas de la tremenda crueldad de las actuaciones terroristas». El mensaje navideño de Gallardón fue un paso al frente.

El alcalde va en serio. Tras el atentado del 30, Gallardón puso en práctica lo dicho días antes. Estuvo en la Plaza de la Villa, en la convocatoria de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), donde también estuvieron José Blanco, Rafael Simancas y Miguel Sebastián, con un nutrido grupo de socialistas. Luego, Gallardón quiso que los presentes se desplazaran a Sol, donde la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) había convocado otra manifestación. Gallardón llegó en solitario a Sol, y tuvo que aguantar algunas imprecaciones: «¿Qué haces aquí? Vete con los tuyos». La misma actitud de algunos manifestantes ante unas «ikurriñas», integradoras, que quisieron estar en la concentración. Unos manifestantes que no se mostraron de igual manera ante banderas españolas no constitucionales... Tal vez fueron los mismos que en su caminar hacia Ferraz, para tirar huevos a la sede socialista, se enfrentaron a algunos ciudadanos

Gallardón estuvo en Sol, dando la cara, junto a Ignacio González, Cobo y Astarloa, todos del PP. Y Gallardón y los suyos pudieron escuchar a la multitud, varios cientos de personas, lo de «Zapatero, dimisión», que no pocos transformaban en «Zapatero, traidor» y, alguno, en «Zapatero, paredón». ¿Dónde llegamos, Machado? Una crispación que se plasmaba en no pocas pancartas con la necesaria frase: «11-M. Seguimos queriendo saber». Y en las palabras de Alcaraz: «¿Zapatero qué debe a ETA?» .