«Hago un llamamiento a los valientes dirigentes de la Yihad, combatientes de todos los grupos yihadistas, para trabajar en la creación de un frente para destruir al enemigo y liberar nuestra querida patria», requirió Al Duri, por quien los estadounidenses ofrecen una recompensa de 10 millones de dólares. Según expresó el antiguo jerarca en un comunicado difundido en la página web del Baaz, la ejecución de Sadam fue «un asesinato a manos de criminales de la Administración americana y sus aliados, entre los que se cuentan los ingleses, los sionistas y los persas».

Un portavoz del Baaz, Abú Muhamad, explicó que Al Duri en realidad dirige desde diciembre de 2003 -cuando fue capturado Sadam- las estructuras clandestinas de esa formación que fue ilegalizada por los estadounidenses. «Es una cuestión de protocolo nombrarle oficialmente secretario general del partido», manifestó al canal de televisión Al Yazira. Al Duri permanece en paradero desconocido desde 2003, aunque su propio partido llegó a anunciar su muerte en noviembre de 2005.

La polémica desatada por el ajusticiamiento de Sadam amenaza con desbaratar cualquier intento por recuperar a los seguidores del antiguo partido único, un esfuerzo al que se había abocado el Gobierno de Nuri Maliki en los últimos meses promoviendo el regreso de sus cuadros a la Administración e incluso a las Fuerzas Armadas.

«El momento de la ejecución y las imágenes dañan los sentimientos de aquellos que desean unirse al proceso político. La pregunta ahora es cuán serio es el Gobierno cuando llama a la reconciliación», inquiría Salem al Yiburi, dirigente del Frente del Acuerdo Iraquí, el mayor bloque parlamentario suní. Para Muhamad, del Baaz, el futuro de ese hipotético reencuentro es muy claro: «Nuestra única misión ahora es continuar la lucha armada hasta que le echemos del país junto a sus señores [los estadounidenses]».

Aunque la violencia ha decrecido en las últimas dos jornadas, el balance del conflicto civil que desangra al país no cesa de elevarse cada mes, como revelaron las últimas y lúgubres estadísticas oficiales. Los datos del Ministerio del Interior reconocen un macabro récord en el número de muertos civiles en diciembre pasado, que llegaron a ser 1.930 frente a los 1.706 de noviembre. Según esas cifras, en 2006 fallecieron 12.320 civiles.

Una contabilidad que ni siquiera es aceptada por la mayoría de las organizaciones independientes, que la multiplican casi por tres. La ONU, por ejemplo, dijo que sólo en octubre habían muerto 3.700 civiles y estimó que fallecían cerca de 120 al día, lo cual llevaría hasta más de 40.000 víctimas mortales por año. Las autoridades de Bagdad manejan estos guarismos como si se tratara de secretos de Estado y han prohibido a los funcionarios de la morgue de la capital proporcionar cualquier información al respecto a la prensa independiente.