MARTA LOBATO. Especial para EL MUNDO
ROMA.-
La Guardia Suiza, que acaba de conmemorar los 500 años de su nacimiento, ha terminado el año entre rumores de resentimientos, descontento y hasta amotinamiento. Los militares del ejército más pequeño del mundo estarían enfurecidos con su comandante, el coronel Elmar Theodore Mader, acusado de ser excesivamente severo y riguroso en la aplicación del reglamento.
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Según habría contado una garganta profunda al diario británico The Independent -rápidamente desmentido por el Vaticano-, la famosa gota que colma el vaso del malhumor que se respiraba en el cuartel de la Guardia Suiza se habría producido durante las fiestas navideñas.
El comandante habría «prohibido los tradicionales festejos de fin de año que siempre se han llevado a cabo en las terrazas del cuartel», escribió el periódico. No sólo. El reglamento que impide a los «ángeles de la guardia» del Papa regresar al cuartel después de medianoche se habría «aplicado con gran rigidez en el período de las fiestas», mientras el comandante Mader habría estado muchas veces «hasta las tantas fuera del Vaticano», añadió The Independent. La respuesta del comandante de la Guardia Suiza ha sido fulminante. A través de la sala de prensa de la Santa Sede, Mader ha desmentido tajantemente la información publicada por The Independent, anunciando además que presentará querella «contra quien ha difundido estas noticias falsas que dañan el buen nombre del cuerpo de la Guardia Suiza». Según Mader, «no se ha dado ninguna disposición sobre el período de fin de año, si no la prolongación del horario para regresar al cuartel. Y además no hay terrazas en los tejados de los alojamientos de la guardia».
Lo cual es cierto. Existe sólo una terraza privada de un suboficial que prácticamente está inutilizada. «Las noticias recogidas son todas falsas», ha asegurado Mader. Y entre estas noticias figura también la denuncia, por parte de uno de los 110 soldados del ejército del Papa -todos suizos, católicos y obligados al celibato, excepto los oficiales-, del secuestro de 20 botellas de vino añejo. Según The Independent, un joven recluta habría recibido por Navidad una caja con 25 botellas. Cuando volvió a su alojamiento, sin embargo, encontró que sólo quedaban cinco. «Las demás se las habían llevado por disposición del comandante, para su uso personal», denunció el militar en el diario.
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