Miércoles, 3 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6226.
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EL ZOO DEL SIGLO XXI / MITSUTAKA UCHIKOSHI
El japonés que logró hibernar
Este funcionario nipón sobrevivió durante 24 días sin agua ni comida en un estado de hipotermia similar al de los animales
FATIMA RUIZ

Con la tradicional ola de frío de principios de año a muchos se les antojaría un placer pasar el crudo invierno durmiendo y despertar en primavera. Algo similar, aunque más breve, ha experimentado Mitsutaka Uchikoshi, un japonés de 35 años que ha hibernado de manera espontánea (y mucho más barata que la que se atribuye a Walt Disney) demostrando que la frontera entre ciencia ficción y ciencia a secas es a veces más delgada de lo que se supone.

Empleado de la Alcaldía de Nishinomiya, en la prefectura nipona de Hyogo, el pasado 7 de octubre emprendió una excursión junto a varios compañeros de trabajo para hacer una barbacoa en el monte Rokko (931 metros), al oeste de Japón. Lo que entonces no sabía es que en pocas horas su vida entera iba a depender de un bote de salsa que llevaba consigo cuando optó por bajar a pie mientras sus colegas, más perezosos, lo hacían en telesilla.

Durante la caminata, Uchikoshi se desorientó y cayó desde una altura de 10 metros rompiéndose la pelvis, según relata el diario japonés Asahi Shimbun. Sin teléfono móvil al que recurrir (el suyo estaba roto) y sin agua, el primer día trató de entonarse en medio del frío de la montaña tomando unos sorbos de salsa: «Probé un poco, pero aquello no era verdaderamente comestible», confesaría después de su rescate.

La segunda jornada, y última de la que el funcionario dice tener memoria, se arrastró hasta un prado al sol. «Me tumbé en un área cubierta de hierba, me sentía cómodo y al final acabé por dormirme. Es la última cosa de la que me acuerdo», diría una vez recuperado en el hospital de la ciudad de Kobe donde fue tratado.

Lo que ocurrió en el lapso de tiempo que media entre aquel dulce letargo y su rescate, el 31 de octubre (casi tres semanas después) es un misterio que los médicos se hacen cruces por resolver.

Uchikoshi, que se hallaba prácticamente sin pulso cuando fue encontrado, había logrado sobrevivir con una temperatura corporal de sólo 22 grados -14 menos que la normal en un ser humano y tres por debajo del límite en el que se dispara el riesgo de muerte-, resistiendo gracias a que su cuerpo adoptó un estado de hibernación que hasta el momento parecía patrimonio de los osos.

El organismo del excursionista copió milagrosamente el estado de hipotermia regulada que permite a muchos animales ralentizar su metabolismo y la actividad de las células hasta casi paralizarla, sobreviviendo así durante algún tiempo de las rentas energéticas acumuladas al calor del verano.

«Este hombre cayó en un estado de hipotermia similar al de la hibernación», relata el doctor Shinichi Sato, jefe de la unidad de emergencia del hospital de Kobe y uno de los médicos que trató a Uchikoshi, a la cadena BBC. «De esa manera, sus funciones cerebrales fueron protegidas sin que se produjeran daños, y ahora se han recuperado al 100%».

Según Hirohito Shiomi, experto en hibernación de la Universidad Fukuyama, «el caso es revolucionario si el paciente efectivamente sobrevivió con una temperatura corporal tan baja durante tanto tiempo». La clave, según Shiomi, es clarificar si el descenso fue brusco o gradual.

El caso de Uchikoshi puede alumbrar una de las grandes cuestiones sobre las que la ciencia se ha interrogado durante décadas, según reflexionaba Jane Bradbury en un estudio publicado en 2001 por la revista The Lancet: «¿Cómo pueden suspender temporalmente su animación algunos animales y qué puede aprender de ellos la medicina?».

Uno de los expertos citados en ese informe, John Hallenbeck, del Instituto de Desórdenes Neurológicos e Infarto de Bethesda, en EEUU, aseguraba: «Los hibernadores pueden sobrevivir reduciendo el flujo de sangre en el cerebro sin daño neurológico. Si averiguamos cómo lo hacen, quizá podamos usar ese conocimiento para ayudar a que las personas sobrevivan a infartos o traumatismos cerebrales».


LO DICHO Y HECHO

«Me tumbé en un prado, me sentía cómodo y al final acabé por dormirme»

1971: Nace en la localidad japonesa de Nishinomiya. 1993: Comienza a trabajar en la Alcaldía de su ciudad como funcionario. Octubre de 2006: El día 7 sube al monte Rokko, al oeste de Japón, para hacer una barbacoa. Permanece inconsciente durante 24 días y logra sobrevivir en un estado similar al de los animales que hibernan. Diciembre de 2006: Se incorpora a su trabajo sin ningún daño cerebral, según los médicos.

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