Seis años después de que se diera a conocer el primer caso de encefalopatía espongiforme bovina (EEB), un grupo de científicos de Estados Unidos y Japón han logrado crear un tipo de vaca que es inmune a esta peligrosa enfermedad.
Las reses, que ya han superado los 20 meses, no presentan ningún síntoma de este mal degenerativo, que ha llegado a transmitirse por el consumo de carne al ser humano, provocando la llamada enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (CJ) y causando la muerte en poco tiempo.
Estas nuevas vacas han sido manipuladas genéticamente para que no tengan ese problema, aunque consuman piensos con productos de origen animal.
No obstante, Yoshimi Kuroiwa, director del Genética Molecular en la empresa Hematech Inc. y uno de los autores de esta investigación, ha declarado a EL MUNDO que su equipo «nunca» se ha propuesto que este ganado entre a formar parte de la cadena alimenticia humana. «Nuestro objetivo es utilizar estas terneras para la investigación básica y aplicaciones farmacéuticas», ha explicado desde su laboratorio. «No estamos seguros de que los animales manipulados sirvan para el consumo», añadía.
El trabajo, cuyas conclusiones han publicado en la revista Nature Biotechnology, se inició con la eliminación de la proteína responsable de la multiplicación de los priones malignos de la EEB, mediante la inactivación del gen PRNP.
Función de los priones
Posteriormente, utilizando las técnicas de clonación, lograron que nacieran las terneras y fueron examinando su evolución para comprobar que no sufrían ningún deterioro, pese a que la proteína que les habían quitado también tiene la función de evitar el estrés por oxidación celular, es decir, el envejecimiento.
Los priones son las proteínas de la superficie de las células nerviosas que poseen la capacidad de infectar a otras células. Cuando esta proteína priónica está mal plegada es cuando se produce la enfermedad, cuyo periodo de incubación es de cuatro o cinco años en las vacas, aunque puede detectarse a los 30 meses.
En este caso, los científicos realizaron un primer control de las vacas al nacer, otro a los 10 meses y el último, según lo reflejado en su artículo, a los 20 meses. En todos ellos examinaron sus órganos vitales, su sistema nervioso, su comportamiento y sus reacciones a los estímulos y observaron que no existían variaciones respecto a una res normal. «Excluyendo a tres animales que fueron sacrificados para los análisis, las otras nueve vacas transgénicas restantes han crecido saludables durante al menos 20 meses sin mostrar anormalidades clínicas. Esto demuestra que la pérdida de la función de la proteína priónica no afecta negativamente al desarrollo normal de los bovinos», explican los biólogos.
Por otro lado, las pruebas realizadas con su tejido cerebral, en concreto con partes del córtex y el hipotálamo, han demostrad que, cuando se expone directamente a la infección, es resistente a la encefalopatía espongiforme, denominada así porque deja uno agujeros en el cerebro que recuerdan a las esponjas naturales». Este éxito, sin embargo, lo asumen con prudencia y aseguran que habrá que hacer muchos otros análisis durante los próximos tres años para comprobar que realmente las terneras siguen sanas «Si así fuera, estas vacas podrían utilizarse en la biotecnología, dado la gran variedad de productos bovinos que se utilizan en los laboratorios, como leche, colágeno, plasma, gelatina, etcétera». También apuntan su posible aplicación biomédica.
Juan José Badiola, que dirige el Centro de Investigación de Enfermedades Priónicas, con sede en Zaragoza, reconocía ayer que «el trabajo de estos investigadores tiene su mérito porque hasta ahora sólo se había conseguido con ratones y el animal que interesa es la vaca».
No obstante, cree que el periodo de tiempo transcurrido, los 20 meses, «es poco» porque el prión patógeno de la EEB se detecta a los 30 meses. «De momento han descubierto hasta cuándo viven y que están sanas, pero habrá que esperar para ver qué ocurre después», precisa.
Badiola forma parte de la red NeuroPrion, del Sexto Programa Marco de investigación de la Comisión Europea. En esta red participan 52 grupos y un total de 965 científicos. Precisamente uno de los proyectos ha consistido en seleccionar ovejas que eran resistentes al prión patógeno. «Pensábamos que era la forma de acabar con el mal, pero la enfermedad ha vuelto a aparecer cuando las ovejas son mayores», afirma.