La ausencia de Ronaldinho en el primer entrenamiento del año ha decepcionado al cuerpo técnico. Nadie en el club lo ha dicho, pero sólo cabe esa conclusión tras las declaraciones que Eusebio Sacristán hizo un día antes, el martes: «Confiamos en la responsabilidad de los jugadores, y en que mañana [por ayer] estarán todos». Se equivocó Eusebio y acertaron los que apostaron con sorna a que Ronaldinho haría pellas, o que cuanto menos no se entrenaría. Las sospechas sobre una ausencia voluntaria se sustentan en que el brasileño está sancionado por acumulación de tarjetas amarillas, y ya sabía que iba a perderse el partido del domingo en Getafe. Tampoco Deco podrá jugar por el mismo motivo.

Es más, ambos solicitaron a Rijkaard un día extra de vacaciones por el hecho de estar sancionados, según informó ayer La Vanguardia, pero el holandés rechazó la petición. Para mayor gravedad, Eusebio reconoció que se retomó un día más tarde el trabajo «para que no hubiera retrasos». El éxito de la idea fue nulo: al entreno matinal acudieron 13 jugadores. Al de la tarde, sólo 11.

Y a todo esto, Giuly ayudó a remover las aguas sin pretenderlo. Al término de la sesión matinal, el francés quitó importancia a la ausencia de Ronaldinho: «Tiene un acuerdo con el míster. No va a jugar el domingo, es normal». Quiso justificar a su compañero, pero con esas palabras contradijo la versión oficial del club. ¿Pérdida de vuelo o permiso? ¿O quizá vacaciones sin permiso?

Precedentes.

El historial de Ronaldinho está trufado de episodios como el de ayer. El caso más polémico ocurrió cuando llegó cinco días tarde al PSG en la Navidad de 2002. Ronaldinho, capitán, estaba por esas fechas enfrentado con su entrenador, Luis Fernández. Debía volver el 28 de diciembre y apareció el 2 de enero. El brasileño argumentó que tuvo que visitar a un médico por un grave problema de mandíbula, pero el PSG replicó afirmando que esas dolencias no eran urgentes y descubrió que el primer día de trabajo estuvo jugando un partido benéfico. Se le multó ejemplarmente.

En julio de 2003 volvió a llegar con retraso a la pretemporada del PSG. El club consideró la reincidencia una «falta de respeto». Poco después ficharía por el Barça. En su segundo mes como azulgrana, en septiembre de 2003, aterrizó en El Prat justo cuando sus compañeros se estaban entrenando. Pidió ir directamente al hotel a dormir y el Barça se lo concedió. El 15 de noviembre del mismo año, Ronaldinho alargó su estancia en Porto Alegre junto a su madre aduciendo que, un día más tarde, podría tomar enlaces aéreos menos engorrosos. Tampoco sucedió nada. En marzo de 2004 también llegó tarde, aunque en esta ocasión pudo confirmarse el retraso del vuelo. Romario, quién si no, ostenta el récord de absentismo en la Liga. Llegó con 23 días de retraso a Barcelona en el verano del año 1994.

Por otra parte, el club hizo oficial ayer el fichaje hasta el 30 de junio de Jeffrey Hoogervost, defensa holandés de 22 años procedente del Castilla, con opción a dos años más.