El sistema de reparto de maletas ha sido el servicio más polémico de la nueva Terminal 4 desde que ésta abrió sus puertas. Casi un año después de su puesta en funcionamiento, los responsables aseguran que ya está ajustado y a pleno rendimiento. Sin embargo, algunos viajeros se tienen que enfrentar cada día a una espera de entre una hora y dos hasta que su equipaje llega a sus manos.
Los responsables del sistema y de AENA aseguran que se trata de casos aislados y que no siempre es culpa de las cintas automáticas; sin embargo, estos casos aislados se repiten en la zona de recogida de maletas día sí y día también, transformando la paciencia de los usuarios muchas veces en indignación ante la resignación de alargar su ansiada llegada a casa.
Y nada tiene que ver en estos episodios el fuerte atentado que se produjo el pasado 30 de diciembre en uno de los aparcamientos de esta terminal.
Fuentes de la compañía más perjudicada con estos retrasos «esporádicos», Iberia, aclaran que esperar para recoger el equipaje «no es una situación generalizada» y que sólo se han producido algunos problemas localizados «por el corte en el suministro de energía, ya que el sistema es automático. Pero en días aislados». Este mes de diciembre, dos días con problemas, según las mismas fuentes.
Aun así, Iberia insiste en que la impaciencia que denuncian muchos pasajeros que viajan por la Terminal 4 se debe más a una percepción de que la espera de las maletas es mayor en esta parte del aeropuerto que a la realidad: «En la T-1, T-2 y T-3, el viajero hace un recorrido más largo para recoger el equipaje, lo que minimiza el tiempo de espera frente a la cinta. Sin embargo, en la T-4, la salida de los pasajeros es más rápida y la sensación de espera es mayor», explican.
96 kilómetros de cintas
La compañía da por buena una tardanza que no supere la media hora para tener la maleta en la mano y poder abandonar el aeropuerto e insiste en que «estar una hora o dos hasta que llega el equipaje se produce únicamente por problemas puntuales».
De la misma opinión es Siemens, la empresa que ha diseñado el Sistema Automático de Transporte de Equipajes (SATE), implantado en la T-4, y que lo califica como de «alta velocidad», ya que en algunos tramos las maletas viajan a 10 metros por segundo, según fuentes de la firma.
Por eso, Siemens aclara que cuando hay retrasos en el transporte de bultos no siempre es culpa de los 96 kilómetros de cinta que interconectan los fingers con el hipódromo de maletas. También tienen que ver con algún contratiempo en la apertura de la bodega del avión o con el desplazamiento que realizan las maletas hasta que llegan a la cinta correspondiente.
De hecho, la mayoría de los casos aislados que se producen en la T-4 de retrasos en la recogida suele proceder de los vuelos que aterrizan en el edificio satélite en el norte de esta parte del aeropuerto, donde los equipajes tienen que hacer un kilómetro más de viaje hasta llegar al punto de recogida y reencontrarse con su propietario.
La empresa que ha diseñado el sistema reconoce que hubo desajustes durante los primeros meses de su puesta en marcha, pero, según sus últimas informaciones, los retrasos de una o dos horas no son habituales e insiste en que, muchas veces, salen viajeros que hablan de retrasos puntuales sin tener en cuenta el ámbito en el que se producen y la cantidad de vuelos que pueden llegar a la terminal.
Según los datos de Siemens, con la T-4 se ha atendido a 70 millones de usuarios mientras que el Sistema Automático de Transporte de Equipajes ha tratado 20 millones de maletas. Abrumador si el bulto llega en un tiempo prudencial, contradictorio si después de dos horas de vuelo hay que pasar otras dos horas (ir desde Madrid a Alicante y volver) para poder hacerse con las pertenencias personales.
Los 172 mostradores de facturación pueden manipular hasta 16.500 equipajes por hora, pero ayer, en la T-4, los pasajeros de los vuelos de Chicago y de Miami alargaron su estancia en el aeropuerto durante casi dos horas para poder hacerse con su maleta. ¿La culpa? De nadie; seguramente, es un caso aislado.
HASTA DOS HORAS PARA RECOGER, AYER, EL EQUIPAJE EN LA TERMINAL
PAULA. Después de más de seis horas de vuelo esperó 30 minutos para recoger su equipaje. «He tenido tiempo de ir al baño, esperar, fumar y volver a esperar».
VICENTE. Aguardó durante 20 minutos frente a la cinta transportadora, pero parecía contento. «Ha sido rápido, no me puedo quejar».
MIGUEL ANGEL. Él no parecía tomárselo tan bien como Vicente. Los 20 minutos de espera se convirtieron en dos horas para los que viajaban desde Chicago.
SILVIRA. Sus también dos horas de espera fueron en balde. Al cruzar la puerta de Llegadas, regresaba a casa sin maletas. «Ni siquiera saben dónde están».
VICENTE. Llegó muy cabreado. Esperó hora y media, le perdieron una maleta y le negaron una silla de ruedas. «Dicen que no tienen, pero he visto cuatro».
GLADIS. En su cara se reflejaba el cansancio por el viaje desde Bogotá y por los más de 45 minutos que tardó en recoger sus maletas.
LUZ. Coincidía con los demás pasajeros que venían de Nueva York, independientemente del vuelo. La media superaba los 40 minutos, pero ella esperó 60.
JEAN CARLO. Regresaba a Madrid después de pasar casi una semana en Nueva York. Seis días de viaje y más de una hora en la cinta transportadora.
SANTANA. Casi diez horas de vuelo desde Santo Domingo y una hora más en Barajas para poder irse acompañado de sus pertenencias.
LUIS EDUARDO. Aún estaba medio dormido cuando salió de la terminal. No había podido descansar, pero fue afortunado y su maleta sólo tardó 30 minutos.