Fuentes de la oficina del primer ministro iraquí, Nuri Maliki, y canales de televisión locales como Al Furat afirmaron ayer que la ejecución del hermanastro de Sadam Husein, Barzan Tikrit, y el ex jefe del tribunal que lidió con el caso, Duyail Awad Hamed Bandar, es inminente.
Tanto Al Furat como Al Arabiya o Al Hurra aseguraron que el ahorcamiento de estos dos personajes podría producirse en un plazo de menos de 12 horas a contar desde la tarde de ayer. Por el contrario, otro asesor de Maliki, Sami Askari, desmintió tal información y aseguró que la pena capital no se aplicaría hasta después del día 6, rodeando así la ejecución de la misma confusión que antecedió a la muerte de Sadam.
Efectivamente, la principal preocupación del Ejecutivo es que no se repita el caótico escenario que se registró durante el ahorcamiento del derrocado dictador, un escándalo que no deja de agravarse. Ayer las autoridades afirmaron que habían detenido a un guardia de seguridad presente en el patíbulo acusado de ser quien había filmado el ajusticiamiento y después distribuido las imágenes. El vigilante arrestado es un funcionario de prisiones empleado por el Ministerio de Justicia, que está a cargo de un dirigente suní.
Sin embargo, con anterioridad el fiscal Munkith Faron había acusado al propio consejero de Seguridad Nacional, Muafak Rubei, de ser uno de los dos «altos cargos» que grabaron el polémico vídeo.
Veinticuatro horas más tarde, Faron desmintió esa información, mientras que Rubei esgrimía la tesis de un supuesto complot de «infiltrados» en la sala que habrían organizado el escándalo y plasmado lo acaecido «para dañar la reconciliación nacional y crear una brecha entre los chiíes y los suníes». Rubei, un dirigente que fue instalado directamente por los estadounidenses, negó que llevara teléfono alguno. «Se lo dejé a mi asistente antes de que los norteamericanos nos llevaran en helicóptero hasta ese lugar», apuntó.
Dentro de la dinámica de confusos alegatos esgrimidos por los portavoces oficiales para intentar mitigar la polémica, otro representante del ministerio del Interior adujo que efectivamente la ejecución fue llevada a cabo por «milicias» chiíes, sin explicar cómo dichos activistas tuvieron acceso a lo que se supone debía ser una de las instalaciones más vigiladas de todo Irak en esa jornada.
Por lo que respecta a las ejecuciones anunciadas ayer, el hermanastro de Sadam y el otro inculpado fueron condenados a la máxima pena junto con el depuesto dictador por su participación en la sangrienta represión que siguió al fallido atentado contra Sadam que se registró en Duyail en 1982. Además de los lazos de sangre que le unieron a su hermanastro, Barzan fue uno de los pilares del antiguo régimen junto a personajes como su hermano Watban, Taha Yassin Ramadan, Izzat Ibrahim Al Duri, o Ali Hassan Majid. Los desmanes que atesora son tantos como los del fallecido tirano, ya que en muchos casos actuó como ejecutor de las órdenes de Sadam movilizando a las temidas huestes de la Muhabarat, el servicio secreto que comandó desde 1974 hasta 1983.
Muchos en Irak todavía recuerdan cómo dirigió personalmente la estremecedora purga que lanzó el dictador en julio de 1979, días después de su ascensión definitiva al poder, y que quedó inmortalizada en las imágenes de televisión que recogieron la sesión de la cúpula del Baaz en la que Sadam iba nombrando a los que después serían ejecutados mientras fumaba un Habano. El mismo Barzan se dejó grabar ejecutando con dos tiros en la cabeza a Adnan Hamdani, entonces viceprimer ministro y el personaje más importante que cayó en aquella sangrienta masacre.
Para los chiíes su figura es todavía más odiada, puesto que se le achaca el asesinato y tortura, en 1980, del venerado ayatolá Mohamed Bakr al Sadr, el fundador del partido Dawa -el mismo al que pertenece Maliki-, quien acabó ahorcado. Bakr al Sadr era el tío de Muqtada al Sadr, cuyos milicianos ejecutaron a Sadam en lo que parece ser la culminación de una venganza que ha esperado casi tres décadas.
Aunque una hermana de Barzan solicitó clemencia para su familiar y el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU solicitó que no continuaran las ejecuciones, muy pocos observadores creen que dichas peticiones sean escuchadas.