La Casa Blanca rechazó ayer sumarse a las críticas internacionales por las burlas proferidas contra el ex presidente iraquí Sadam Husein durante su ejecución el pasado sábado. En declaraciones a la prensa, el portavoz adjunto de la Casa Blanca, Scott Stanzel, afirmó que el presidente de EEUU, George W. Bush, «está centrado en el nuevo camino en Irak, así que estas cuestiones (sobre las burlas) se contestan mejor desde Irak, desde Bagdad».
Stanzel recordó que el personal del primer ministro, Nuri Al Maliki, ya ha expresado su decepción por esas imágenes, «así que creo que podemos dejarlo ahí».
Tanto las autoridades militares como la embajada estadounidense en Irak han expresado su preocupación por el momento elegido para la ejecución y lo que ocurrió durante ella, explicó el portavoz.
Una grabación oficial de la ejecución, sin sonido, muestra los últimos momentos de Sadam, aunque no las imágenes de la muerte. Otra filmación, tomada al parecer con la cámara de un teléfono móvil, permite en cambio escuchar cómo observadores de la ejecución arremeten contra Sadam, le desean que se vaya «al infierno» e invocan el nombre del líder radical chií Moqtada al Sadr, uno de los principales enemigos del ex presidente.
Un portavoz militar estadounidense aseguraba ayer que, si Sadam hubiera estado en sus manos, la ejecución se hubiera desarrollado de una manera distinta. «Pero no fue una decisión nuestra», dijo el general William Caldwell en una rueda de prensa en Bagdad. «Fue una decisión del Gobierno de Irak. Esta es una nación soberana y van a aprender de cada cosa que hagan».
Las autoridades iraquíes sostenían ayer que la cámara de ejecución fue infiltrada por intrusos empeñados en aumentar las tensiones sectarias.
El Gobierno liderado por chiítas, avergonzado por las imágenes que muestran a un Sadam tranquilo víctima de insultos sectarios mientras le ponen una soga al cuello, ha creado una comisión para investigar quién grabó y filtró el vídeo.
«Quien lo haya hecho pretende dañar la reconciliación nacional y crear discordia entre chiítas y sunitas», aseguraba Mowaffaq al-Rubaie, asesor de Seguridad Nacional y una de las personas que estuvo en el grupo de 20 funcionarios y testigos presentes en la ejecución de la madrugada del sábado.
|