Las agresiones comenzaron cuando un miembro de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, brazo armado del movimiento Al Fatah que dirige el presidente palestino, Abú Mazen, murió al ser disparado cuando se encontraba en el tejado de su casa, en la localidad norteña de Beit Lahia.

La espiral de venganza que se desató el pasado mes de diciembre, en la que murieron 20 personas entre activistas y civiles, volvió a resurgir ayer. Una vez más, los milicianos salieron a las calles de Gaza y como ya hicieron hace tres semanas se tomaron la justicia por su mano. Durante toda la jornada los ataques se fueron desencadenando uno tras otro, al igual que los secuestros. Cinco miembros de Al Fatah fueron capturados. Poco después del primer suceso, en el campo de refugiados de Yabalia una mujer de 45 años murió de un disparo en la cabeza al quedarse atrapada en un fuego cruzado entre milicianos.

En Jan Yunis, al sur de Gaza, tres oficiales de la seguridad palestina perecieron cuando un grupo de desconocidos acribillaron a balazos el vehículo en el que circulaban.

Ante el nuevo deterioro de la situación en Gaza, los servicios de seguridad palestinos realizaron ayer un llamamiento a todos los extranjeros que se encuentran en este territorio para que lo abandonen lo antes posible, ante el temor a nuevos secuestros. El anunció se produjo después de que el lunes, Jaime Razuri, un fotógrafo peruano de 50 años, fuese capturado en la franja mediterránea por unos desconocidos cuya identidad se desconoce.

Por otra parte, el fotógrafo peruano de France Presse Jaime Razuri, que fue secuestrado el pasado lunes, se encuentra «en buen estado de salud», según informó ayer el Ministerio de Exteriores en Lima. «Sabemos que [Razuri] fue raptado por un grupo disidente de Hamas», afirmó el Ejecutivo peruano, que agradeció a «los gobiernos amigos de la región» las gestiones y la ayuda que prestan para conseguir la liberación del fotógrafo.