Jueves, 4 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6227.
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Agentes del FBI denunciaron las torturas cometidas en Guantánamo
A días de cumplirse el quinto aniversario del centro de detención, una ONG redobla sus denuncias sobre las condiciones en que viven los prisioneros
JULIO VALDEON BLANCO. Especial para EL MUNDO

NUEVA YORK.- «El hombre, vestido con un mono naranja, fue introducido en una celda sin ventilación. Tras varios días incomunicado, soportando un calor descomunal, terminó arrancándose su propio pelo». El relato forma parte de un informe que La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) recibió en su día del FBI. Aireado en parte hace un año por la propia ACLU, tras ganar en los tribunales un juicio al FBI para lograr su desclasificación, documentaba casos de maltrato ocurridos en la base de Guantánamo de los que los agentes de dicho cuerpo de seguridad informaban a sus superiores haber sido testigos. Tenía su origen en un cuestionario que en 2004 el FBI entregó a casi 500 empleados, preguntando si habían visto tratamientos que vulnerasen los métodos aprobados por esa agencia.

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La lista de agresiones corroboradas certificaba el caos legal de Guantánamo y los durísimos tratamientos infligidos a sus inquilinos. Entre las supuestas ilegalidades figuraban malos tratos, vejaciones y otras diversas formas de sadismo. Muchos de los incidentes referidos en estas nuevas revelaciones en la prensa son conocidos desde hace tiempo y así fueron reflejados por la ACLU en su página web; otros, en cambio, son nuevos y complementarios de aquellos.

A pocos días de que la prisión de Guantánamo cumpla su quinto aniversario crece la certidumbre de que la ACLU habría dado renovada publicidad a los papeles, incorporando casos inéditos, para llamar la atención sobre la prisión estadounidense de ultramar. Tampoco parece inocente el hecho de que su reaparición coincida con la denuncia ya en marcha presentada por la ACLU contra Donald Rumsfeld, en su calidad de ideólogo e impulsor del centro de detención de Guantánamo. En el relato los agentes cuentan cómo los detenidos eran encadenados de pies y manos, haciendo sus necesidades encima, durante más de 24 horas, en las que además eran privados de agua y comida. A veces, durante los interrogatorios, el personal de la base azuzaba a perros para aterrorizar a los presos. En otras ocasiones se los mantenía despiertos durante días con música y luces, se los cubría con banderas de Israel, se cubría su barba con cinta adhesiva, «dado que no dejaba de leer el Corán», o se insultaba de forma ritual la religión musulmana. Algunos interrogatorios podían durar más de 24 horas, sin interrupción. En otros casos, funcionarios de la prisión disfrazados de sacerdotes bautizaban a la fuerza a los presos, tras haberlos obligado a escuchar durante horas «música heavy satánica». En una ocasión una guardia tomó de los genitales a un detenido mientras le restragaba por la cara lo que le hacía creer que era sangre menstrual.

Según el FBI, los responsables de los maltratos fueron tanto militares como civiles. En algunos casos, como en el de las maratonianas sesiones de interrogación, las medidas podrían haber contado con el visto bueno del hasta hace poco secretario de defensa, Donald Rumsfeld. El portavoz del FBI, Richard J. Kolto, ha afirmado que la información ha sido analizada por el inspector general del Pentágono.

Joe Carpenter, portavoz del Pentágono, dijo ayer que los incidentes denunciados «no son nuevos. La política del Departamento de Defensa es clara. Tratamos a los detenidos con humanidad». Los Estados Unidos, según Carpenter, actúan «con profesionalidad y celo» durante los interrogatorios. Jameel Jaffer, director del Programa de Seguridad Nacional de la ACLU, ha solicitado una investigación en profundidad que «indague en las raíces y las políticas que dieron lugar a esos incidentes». Para Jaffer las vejaciones constituirían la punta de un iceberg de enormes proporciones, y muchas de las denuncias efectuadas por el FBI permanecerían, a día de hoy, censuradas. Dan Eggen, de The Washington Post, único medio que ayer retomaba el asunto, escribe cómo «desde septiembre el Pentágono ha adoptado nuevas tácticas para los interrogatorios, prohibiendo las técnicas más rudas adoptadas en Guantánamo, Irak y otras prisiones creadas tras el 11-S».

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