Sus destinos no iban en la misma dirección: nacieron en Huesca de padres farmacéuticos. Alejandro estudió para perpetuar la tradición familiar, pero le entró el gusanillo cuando vio que Juan era seleccionado para pasar un año en Fabrica, ese internado italiano para aspirantes a diseñadores cracks, esponsorizado por Benetton, que es sinónimo de éxito.

En el estudio suena Beck y hay muchos instrumentos de juguete (y de verdad, como un contrabajo) desperdigados. Pero Alejandro y Juan son conocidos internacionalmente por una jamonera. Práctica, desmontable, apta para lavavajillas y plegable. Encarna al nuevo «jamonero que sale de la cocina», explican. Ha sido producida por Cha Cha y se vende en Vinçon, buenas coordenadas para cualquier estudio e inmejorables pata Brosmind, que no llega al año de vida pero que ya conoce las mieles del éxito: Juan quedó finalista hace poco en un premio internacional de diseño con una pieza-homenaje a Hitchcok que es pura poesía visual: una silueta del orondo genio del suspense a base de comida para palomas es devorada por un puñado de ratas voladoras en plaza Cataluña. Se puede ver en su web, www.brosmind.com.

Y ya han viajado a Londres para exponer en el equivalente inglés de Vinçon, la galería Aram, en calidad de embajadores del diseño español junto a otros 12 nombres (al lado de Mariscal, ojo).Pese a la experiencia jamonera, a Juan y a Alejandro les gusta dejarse llevar por cierta onía y fantasía teñida de humor negro que nunca les abandona. Su último experimento: helados con vida propia de peli de terror.