NANDO GARCIA
BARCELONA.-
El sacerdote Gregorio Salgado hace seis años que está bajo sospecha. Aún así parece seguir teniendo trato de favor de los jueces, por lo menos de algunos.
Este cura de la barcelonesa localidad de Igualada abusó sexualmente de la joven deficiente en junio del año 2000. Como tantas veces, el sacerdote llevó a la parroquia a la víctima, que era vecina suya, y, tras acariciarle los pechos y el sexo, la obligó a que le tocara el pene. El clérigo llegó a eyacular sobre los pantalones de la joven. La prenda fue aportada por los padres junto a la denuncia.
El sacerdote se negó a realizar la prueba de ADN para cotejarla con los restos de esperma que había en la ropa de la chica. Al cura le explicaron que bastaba con un cabello de su cabeza para llevar a cabo esta prueba, pero éste se opuso rotundamente en las dos ocasiones en las que le fue requerido alegando que ello afectaba a su integridad física, moral y psíquica. Por esta razón, abrieron diligencias al párroco por desobediencia en otro juzgado de instrucción de Igualada.
De hecho, en la sentencia del juzgado penal número 1 de Barcelona por la que fue condenado a dos años de prisión por abusos sexuales, el juez ya afirmó que «no se entiende cómo podría afectarle la extracción de un poco de sangre o la toma de mucosas de la cavidad bucal o el arrancamiento de un pelo con bulbo a su integridad física moral o psicológica».
Paralelamente a este proceso, el cura fue apartado por la Generalitat de Cataluña del puesto que ocupaba como profesor de religión de la escuela Gabriel Castellà de Igualada tras ser denunciado por varios padres por abusos sexuales a niñas del centro. El párraco está siendo investigado por el juzgado de instrucción número 2 de la citada población por estos hechos.
Para los magistrados de la Audiencia de Barcelona todos estos hechos no son suficientes para que la joven deficiente no deba volver a ser sometida a una nueva exploración.
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