FRANCISCO CABEZAS
BARCELONA.-
La cuestión está clara. Se trata de decidir si tres compañeros de trabajo han profanado el principio de solidaridad alargando su periodo vacacional un día más de lo acordado. Ronaldinho y Deco dejaron de asistir a los tres primeros entrenamientos del año, mientras que Márquez se ausentó de la doble sesión del miércoles. Frank Rijkaard, sus ayudantes y los propios jugadores de la primera plantilla serán los encargados de juzgar si hay futbolistas con más privilegios que otros, y si la actitud de sus compañeros merece una sanción que, atendiendo al código interno del vestuario, sería económica.
Quien quizá se acabe librando del azote sea Deco. El luso llamó al club la noche del martes porque su esposa se encontraba indispuesta y pidió permiso para estar unas horas más con ella. Aún no ha quedado claro que la entidad se lo concediera, aunque todo apunta a que la respuesta fue negativa. Menos justificación tienen Márquez y, sobre todo, Ronaldinho, que se abrazaron a los famosos problemas de enlance para justificar su retraso. El astro brasileño, además, es reincidente en este tipo de problemas aéreos.
Poco importaba que Rijkaard le hubiera otorgado a su plantilla las vacaciones más largas de toda la Primera división, con doce días. Ni siquiera que se le concediera un día más a los jugadores para evitar posibles retrasos con los viajes transoceánicos, esas travesías que tantos dolores de cabeza provocan a los futbolistas sudamericanos para desespero de sus clubes. La «responsabilidad» en la que había confiado el tercer entrenador, Eusebio Sacristán, cuando se le preguntó por hipotéticas espantadas, se esfumó en un periquete.
Molesta especialmente en el seno de la entidad que hayan sido precisamente los dos jugadores que no pueden jugar el próximo domingo ante el Getafe por sanción los que hayan alargado sus vacaciones.
En cualquier caso, ya se puede decir que el asueto navideño ha concluido de manera oficial en el Barcelona. Mientras que Márquez participó en la mañana de ayer en el multitudinario entrenamiento del Miniestadi, Ronaldinho y Deco no hicieron acto de presencia sobre el césped. El brasileño y el portugués llegaron a las instalaciones del Camp Nou media hora tarde, se quedaron en el gimnasio y esperaron a que un disgustado Rijkaard acabara la sesión para escuchar sus órdenes.
El técnico holandés, según explicó el club, habló un par de minutos con Ronaldinho y Deco poco antes de las 13.00 horas y les dijo que por la tarde tendrían una sesión especial de trabajo en La Masia. No consideró adecuado Rijkaard que ambos participaran en la tradicional entrega de regalos de Reyes en diversos hospitales catalanes. Desaparecía así la opción de obtener una imagen algo más mediática y entrañable que la del entrenamiento vespertino.
Con caras de lo más agrias y nulas ganas de hablar, los dos futbolistas completaron una sesión poco menos que simbólica -de castigo tuvo bien poco- junto a los preparadores físicos, Paco Seirul·lo y Albert Roca. El entrenamiento se prolongó por espacio de 29 minutos.Entre las 18.12 y las 18.41 horas. Tres carreras al campo, un partidillo de 'fut-tenis', estiramientos y algún que otro circuito.Poco más. Fotografías con los más pequeños, autógrafos, y nuevamente al vestuario.
Hoy todo debe volver a la normalidad. Y si Ronaldinho y Deco lo consideran oportuno, tienen cita en la sala de prensa del Camp Nou para cerrar definitivamente el tema.
|