Recién llegada de Argentina, la también directora de cine no oculta, en una entrevista publicada ayer por la revista Paris Match, que cuando le hablaron del proyecto «se sintió absolutamente incapaz» de hacerlo; sin embargo, el director de escena buscaba precisamente esa especial fragilidad de la musa de Serge Gainsbourg.

Décadas después de haber consolidado su arte, sus canciones y su particular belleza entre los franceses, la actriz británica vuelve ahora a los Amandiers, uno de los principales escenarios del París de extramuros, 22 años después de haberse lanzado al teatro en él bajo el padrinazgo de Patrice Chéreau. Electra llega a París después de estrenarse en Le Quartz, de Brest, en el noroeste francés, el pasado noviembre.

De triunfo en triunfo, Birkin conquistó por última vez a su público con Arabesque, un espectáculo musical en el que Philippe Calvario vio, más allá de sus canciones y poemas, la extraordinaria «dimensión trágica y teatral que aportaba». Ahora Birkin se enfrenta a la inconsolable muerta viviente condenada a vengar la muerte de su padre, Agamenón. No es para tanto. «Todo ha ido divinamente», asegura la propia actriz.