A. E.
MADRID.-
ETA ninguneó a Batasuna y no informó a ninguno de los miembros de la Mesa Nacional de que iba a perpetrar un atentado, a pesar de que horas antes de que estallara el coche bomba de Barajas, el portavoz de la formación ilegalizada, Arnaldo Otegi, tuvo un encuentro con miembros de la dirección de la banda terrorista. Batasuna está tan a contrapié que sus dirigentes en sus comunicaciones internas se muestran convencidos de que la explosión de Madrid es un hecho aislado y puntual.
Desde el pasado sábado, los líderes de la formación ilegalizada están intentando rehacer su estrategia interna y recomponer sus contactos con los partidos políticos vascos y con otros interlocutores con el fin de amortiguar las consecuencias negativas.
Así, han mantenido reuniones con dirigentes del PNV y con el sacerdote irlandés Alec Reid, mediador en el conflicto con el IRA y uno de los valedores -con el respaldo de la Iglesia vasca- de la izquierda abertzale desde hace meses.
Batasuna, que en su análisis y en los mensajes que ha enviado a sus bases, todavía está intentando encajar el golpe con el que se ha demostrado su absoluta dependencia del aparato militar de ETA, ha venido mezclando deseos y realidades. Sus dirigentes, aunque no todos, se han reunido en al menos dos ocasiones después del atentado, una con la asistencia de miembros de la Mesa Nacional y la otra con integrantes de la estructura provincial.
Y una de las convicciones que sus dirigentes han venido repitiendo con verdadera ansiedad en sus conversaciones de los pasados días es la de que este atentado es un hecho puntual que no va a tener continuidad inmediata. Incluso algunos de ellos confían en que la banda emita un comunicado en las próximas horas que, según creen, podría abundar en la tesis de que lo ocurrido en Barajas no necesariamente ha de suponer una ruptura del proceso. De hecho, en las reuniones se ha llegado a exponer la conveniencia de pedirle a ETA que Batasuna pueda tener cierto margen de maniobra a la hora de realizar una valoración del atentado.
Y mientras todos estos planteamientos se sustancian o se ven colapsados por una nueva iniciativa de la organización terrorista, la dirección de Batasuna está deslizando hacia sus bases varios mensajes para asegurarse de que la cohesión interna sigue garantizada.
Cuando se refieren al atentado de Madrid, sus dirigentes sostienen ya en este ámbito de adoctrinamiento, que se trata de lo que ellos denominan una «ekintza normal», cuya finalidad no era la de romper el proceso de negociación sino impulsar el camino iniciado que había quedado colapsado y sumido en una «crisis» por los «incumplimientos» del Ejecutivo.
Los dirigentes de Batasuna son conscientes de la necesidad de seguir estimulando a sus bases, conservar la unidad interna y de doctrina, ahuyentar cualquier posibilidad de división interna y mantener el calendario de actos.
Han asumido ya que han perdido la oportunidad de presentarse a las próximas elecciones. Sus dudas se centran ahora en decidir si se presentan de cualquier modo para plantearle de nuevo un pulso al Estado o adoptan otro tipo de estrategia. Y, mientras tanto, conscientes de las consecuencias negativas del atentado, se muestran incluso dispuestos a mentalizar a sus bases para que asuman determinado nivel de firmeza por parte del Ejecutivo por si se reabre el proceso.
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