Viernes, 5 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6228.
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 ESPAÑA
ETA VUELVE A MATAR / Las víctimas
El Gobierno y el PP, unidos en la despedida del ecuatoriano
Rubalcaba y Acebes coincidieron en Torrejón para acompañar a la familia de Carlos Palate, cuyo cadáver partió a Quito en un avión militar
ANA DEL BARRIO

MADRID.- Carlos Alonso Palate terminó su periplo en El Dorado europeo igual que comenzó: en el aeropuerto de Barajas. Ayer, tomaba el viaje de vuelta a su país, Ecuador, pero lo hacía dentro de un ataúd. Sus sueños e ilusiones se estrellaron contra un muro, el de la violencia de la organización terrorista ETA, y se convertía en la primera víctima mortal de la banda después de tres años y medio.

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Por un día, los ministros del Gobierno y los dirigentes del PP olvidaron sus rencillas, sus luchas partidistas y su distinta visión de la política antiterrorista. Tanto el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, como el secretario general del PP, Angel Acebes, se unieron para acompañar a la familia de Carlos Alonso Palate y darle el último adiós en la base aérea de Torrejón (Madrid).

Los restos mortales del fallecido partieron ayer a las 18.30 horas rumbo a Quito en un Boeing 707 de las Fuerzas Aéreas, en el que viajaban además 13 familiares, tres psicólogos del Samur, la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, y su jefa de prensa.

Rubalcaba arropó en todo momento al hermano de la víctima, un desvalido Luis Jaime, que ha vivido cuatro días de angustia e incertidumbre hasta que el miércoles por la tarde hallaron el cadáver de su hermano. La familia afrontó con entereza el responso del obispo de las Fuerzas Armadas, aunque Luis Jaime se encontraba bastante apesadumbrado.

Por parte del Ejecutivo también acudieron el ministro de Defensa, José Antonio Alonso; el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, y el director general de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, José Manuel Rodríguez Uribes. Desde las filas populares asistieron además de Acebes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y la consejera de Inmigración, Lucía Figar. En la despedida también hizo acto de presencia el cónsul de Ecuador, Leopoldo Rovayo, además de los familiares de Diego Armando Estacio, el otro ecuatoriano desaparecido.

El avión fletado por el Ministerio de Defensa tardó unas 12 horas en llegar a Quito y, una vez allí, el cadáver fue trasladado por carretera hasta su localidad natal, Picaihua, al suroeste de Ambato. Casualmente, otro ecuatoriano de esta zona, Angel Manzano, también perdió la vida en los atentados del 11-M.

En el vuelo también viajaba Hernán Moyolema, el amigo del fallecido y uno de los más afectados. Hernán fue quien denunció en comisaría la desaparición de Carlos y el último que le vio con vida. El fallecido había acudido al aeropuerto precisamente para acompañar a Hernán, que iba a recoger a su mujer. Carlos decidió quedarse en el coche para echarse un sueñecito, cuando tuvo lugar la explosión de más de 200 kilos de dinamita que voló el aparcamiento. Momentos antes de la explosión, Carlos aún tuvo tiempo de comunicarse por el teléfono móvil con Hernán cuando observó que algo extraño estaba sucediendo.

La víctima le preguntó a Hernán que qué es lo que estaba pasando y él le replicó que no sabía, pero que se «quedase ahí». Haber pronunciado esta última frase ha pesado como una losa en la conciencia de Hernán. Su amigo murió atrapado en el aparcamiento y él arrastra un gran sentimiento de culpa.

En el plazo de una semana, todos los familiares irán regresando. Luis Jaime, que vivía en Ecuador, también volverá a España y el Gobierno le facilitará los papeles y la nacionalidad española. De momento, la ONCE se ha comprometido a ofrecerle un empleo, ya que tiene graves problemas de visión. La familia, que es de origen muy humilde, recibirá además una indemnización de 240.000 euros.

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