JAVIER ESPINOSA. Enviado especial
BAGDAD.-
La oleada de críticas internacionales que suscitó la turbulenta ejecución de Sadam ha llevado al Gobierno de Bagdad a diferir la ejecución de Barzan al Tikrit, ex jefe del servicio secreto iraquí, y de Awad Al-Bandar, un antiguo juez leal al régimen, cuya muerte se había anunciado para el jueves.
«En razón de las presiones internacionales y en el mundo árabe la ejecución se ha retrasado algunos días», reconoció un allegado del primer ministro Nuri Al Maliki a la agencia AFP. «Se ha retrasado hasta el domingo», precisó el diputado chií Baha al-Araji. El escándalo que ha generado la forma en la que fue ajusticiado Sadam no cesa de agravarse entre declaraciones contradictorias de las autoridades locales u otras tan sorprendentes como la del propio Muawfaq al-Rubei, el consejero de Seguridad Nacional.
Al Rubei no dudó en admitir que algunos de los verdugos presentes en el patíbulo terminaron danzando en torno al cadáver de Husein, una acción que se apresuró a justificar por ser -según él- una «tradición» local. «Es una tradición iraquí. Danzar alrededor del cuerpo y expresar sus sentimientos. ¿Qué problema hay con eso?. ¿Dónde está la humillación?. Los gritos de los espectadores eran esencialmente de rezos y súplicas. ¡Muktada! No es un insulto, no es una palabra obscena», llegó a decir Rubei, un personaje instalado directamente por las fuerzas de ocupación norteamericanas.
El asunto podría convertirse en motivo de mercadeo después de que un empresario de Kuwait ofreciera a través de Internet «el precio que sea» por la soga que quebró el cuello del ex dictador. El polémico ajusticiamiento amenaza con servir como catalizador de una oleada de odio sectario similar a la que generara en 2006 el atentado contra la sagrada mezquita chií de Al Askari en Samarra. En los últimos días la morgue de Bagdad no deja de lidiar con decenas de cadáveres que aparecen cada jordana con las manos atadas a la espalda y signos evidentes de haber sido ejecutados. A las manifestaciones de la minoría suní en protesta por la muerte del ex dictador han comenzado a responder ahora los chiíes, que ayer organizaron una nutrida manifestación en Basora. Una de las asesoras del partido Daawa, Marian al-Rayes, se quejó públicamente de las muestras de pesar enviadas por Libia, Jordania, Barhein o Egipto por el final de Husein y dijo que en esas naciones árabes se intenta «confiscar los derechos de los miles de iraquíes que murieron bajo la opresión del régimen (anterior)».
Como escribía el diario Azzaman, el principal matutino del país y al que se considera más cercano a la oposición suní al Ejecutivo, «la ejecución de Sadam ha destrozado cualquier esperanza de reconciliación, ya que la minoría suní se siente ahora más excluida que nunca». Tras varias jornadas sin atentados, los coches bomba regresaron a la capital, en este caso afectando al exquisito barrio de Al Mansur. Sendos vehículos cargados de explosivos estallaron en el cruce de Al-Rowad, a la entrada de este suburbio donde se ubican gran cantidad de embajadas -incluida la de España- y residencias de lujo. Al menos 13 personas murieron y otras 22 quedaron heridas.
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