Zapatero, embustero, mintió en su declaración tras el descomunal atentado de Eta en Barajas. Piensa mantener bajo cuerda la negociación política con Eta, continuando con el proceso de rendición que él llama de paz. Esa es mi opinión, respaldada por la inequívoca trayectoria zapateril del embuste, la camelancia, el engaño y la frivolidad. Cuando, como jefe de la oposición, firmó el pacto contra el terrorismo, negociaba ya de forma enmascarada con los etarras. Cuando afirmó, ante las elecciones vascas, que se respetaría la ley de Partidos, estaba de acuerdo en que Batasuna se presentara bajo la careta del Partido Comunista de las Tierras Vascas.
Con ese instinto certero que tienen los pueblos, en las manifestaciones multitudinarias el grito que predomina es: «Zapatero, embustero». El presidente por accidente está decidido a continuar negociando con Eta al margen, pelillos a la mar, de «accidentes mortales» pasados y presentes. Los etarras decidieron acorralar aún más al líder socialista con el atentado de Barajas. Si Zapatero I el de las mercedes no cede a las exigencias de Eta, se encontrará, por un lado, con terrorismo salvaje; por el otro, con la narración pormenorizada de las negociaciones, las trapisonderías, las concesiones, la zapatética bajada de pantalones para favorecer el trato. El presidente, de hinojos bajo la zarpa de Eta, se encuentra a merced de los terroristas. La palabrería de estos días -la suya y la de sus cómplices- significa bien poco y no debería engañar ni a Rajoy ni a Acebes ni a Zaplana, que saben ya demasiado bien con qué personaje se juegan las cartas.
Dentro de un tiempo, tal vez no demasiado, la banda proclamará de nuevo su decisión de tregua y Zapatero, si permanece en su guarida monclovita, reanudará públicamente el proceso de rendición, utilizando ante la opinión pública los mismos sofismas que le han conducido al desastre y al ridículo. Muchos dirigentes de Eta creen que, en las próximas autonómicas, la banda puede escalar el poder formando Gobierno con el PNV. El vicelendakari será un etarra y miembros de Eta ocuparán las principales consejerías. La banda ha manejado desde hace muchos años la educación y los medios de comunicación públicos en el País Vasco. Eso, unido a la política de terror permanente, ha cristalizado en que numerosos ciudadanos estén dispuestos a aceptar lo que sea con tal de zafarse de la violencia, de no volver a las andadas.
La política de Aznar -acuerdo con Francia y Estados Unidos, acción policial implacable, actividad judicial intensa, deslegalización de Batasuna, cerco a los intereses económicos etarras- dejó en las cuerdas a Eta y, además, impecune. La banda no mataba porque era incapaz de hacerlo. Zapatero ha potenciado hasta la náusea a Batasuna y ha resucitado a la Eta moribunda, que se ha reorganizado, se ha fortalecido y se prepara para escalar el poder sin renunciar a nada, a través de un doble juego de diálogo y violencia, de mano tendida de Ternera y de amenaza terrorista, Carod-Rovira de mamporrero.
El proceso de rendición de Zapatero, que, al margen de la hueca palabrería, continúa, tiene obstáculos, claro es: la Justicia, que estropeó el acuerdo, por ejemplo, con Batasuna sobre De Juana Chaos; la acción del PP, la encrespada calle, algún comando incontrolado que provoque una situación irreversible y Francia, que no quiere que Eta se encarame al poder político en el País Vasco.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.