¿Dónde estará Raghad, la temida hija mayor, a la que llaman la pequeña Sadam por su agresivo temperamento?

El dictador, 69 años cumplidos, se crece ante el cadalso. Parece la mejoría del enfermo que agoniza. «¿A esto le llamáis hombría?», provoca a los asistentes. De pronto, la cuerda se tensa. Su cuerpo pende de la soga. Sólo unos segundos después, la grabación clandestina se centra en la cabeza del ex dictador. En su mirada perdida. El tirano acaba de ser ajusticiado.

Su final queda inmortalizado en dos minutos y treinta segundos. El tiempo exacto que tardó uno de los presentes en grabar con su teléfono móvil la muerte de Sadam Husein. Apenas un suspiro para convertir al ex dictador iraquí en diana del más agresivo merchandising. Sólo hubo 20 testigos. Ahora, una semana después, ya lo ha visto todo el mundo. Sólo en internet tiene más de siete millones de descargas en Youtube. Las mismas que tuvieron, por ejemplo, los contoneos de cadera de Shakira en su videoclip Hips don t lie durante todo 2006. Miserable negocio.

ESPERANDO EL MASAJE

Mientras se anunciaba el inminente ahorcamiento de Sadam, en la vecina Jordania, adonde huyeron de Irak las dos hijas del condenado (los dos hijos varones fueron abatidos por soldados estadounidenses en julio de 2003), la caprichosa Raghad seguía a su aire disfrutando de los placeres y del lujo en los exclusivos locales de Amán. De hecho, se preparaba para un masaje en el salón de belleza Dazzle, uno de los más renombrados de la capital jordana, cuando se enteró, por boca de uno de sus abogados que la llamó al móvil, del fatal destino que le esperaba ese fin de semana a su padre. Dicen que al conocer la noticia, la fría Raghad, 39 años y madre de cinco hijos, palideció. Algo poco habitual en una mujer cuya vida en el exilio, pese a no ser televisada como los últimos minutos de su padre en el patíbulo, se había convertido en un derroche de ostentación.

Nadie sabe cifrar con cuánto dinero de su padre logró escapar a Jordania (se habla de millones en efectivo y de oro en lingotes), aunque a juzgar por el ritmo de vida que lleva, Raghad, cabeza del clan en el exilio, no se fue de Irak con lo puesto ni tampoco es que hiciera sobrados méritos para conservar el anonimato. Salió, sí, en defensa de su padre en televisión en los meses posteriores a su captura y mantuvo a un equipo internacional de abogados que defendieron al dictador. Sin embargo, a la temible Raghad -número 16 en la lista de las personas más buscadas por el actual Gobierno iraquí- los jordanos la conocen por causas mundanas bien distintas.

TIENDAS DE LUJO

Un estilo de vida extravagante, que ella nunca ha ocultado, su gusto desmesurado por el diseño y la ropa más sofisticada, los tratamientos de belleza (gusta de los masajes corporales con piedras calientes) y la falta de discreción que exhibía mientras su padre se acercaba cada vez más al día de la horca, han alimentado el recelo de sus anfitriones de a pie, sumidos en su mayoría en la pobreza. Algo que a la pequeña Sadam no parecía decirle mucho a tenor de los caros caprichos que gasta.

De ella se dice, por ejemplo, que sólo en un par de botas del diseñador de zapatos Sergio Rossi se ha gastado 600 euros, que pagó a toca teja con dólares americanos. Que su colección de bolsos de la firma Gucci (es asidua de la Boutique de Français) daría para montar una tienda. Y que los cirujanos plásticos, a los que visita con frecuencia en el hospital Quirúrgico de Amán, se la disputan.

Tampoco hay día que falte a su cita matinal en el gimnasio Body Desing, propiedad de un iraquí y situado en la zona más chic de la capital, donde viven sobre todo compatriotas suyos adinerados.

Y es que a Raghad, cuyo esposo, Husein Hamel, fue asesinado por orden de Sadam, acusado de revelar secretos militares al servicio de espionaje británico y a la CIA, puede que no le quedara tiempo para preocuparse más activamente del futuro inmediato de su padre, que languideció desde su detención en la base militar de Camp Crooper mientras su hija mayor acudía a fiestas y mataba las mañanas yéndose de compras por los barrios más caros de Amán. Tal vez el último recuerdo visual que guarde Raghad de su padre esté congelado en ese macabro vídeo clandestino que hoy recorre el planeta.

Las imágenes fueron mostradas por Al Yazira el mismo 30 de diciembre en que fue Sadam ahorcado. Tan sólo unas pocas horas después del parco vídeo de 20 segundos -y sin sonido- difundido por un equipo autorizado de la televisión pública Iraqia. Nadie sabe quién lo grabó. Dentro del patíbulo, tan sólo dos testigos llevaban su móvil. Las especulaciones apuntan a un funcionario de prisiones empleado por el Ministerio de Justicia, a cargo de un dirigente suní.

Junto a ambos vídeos, convive un tercero. Es también el último cronológicamente. Está tomado en la entrada a una pequeña habitación. Dentro, el cuerpo de Sadam yace en el suelo, envuelto en una sábana blanca. La imagen permanece fija. Varias personas se asoman para ver el cadáver. Luego, sus restos fueron conducidos -en un avión militar estadounidense- a un buen lugar del centro de Al Auya, una aldea situada 10 kilómetros al sur de Tikrit. Allí, fue enterrado.

Pero Sadam no ha sido la única víctima desde que el verdugo tensó su cuerda. En Houston, la mañana del pasado domingo, Sergio Pelico perdió la vida. El niño guatemalteco de 10 años acababa de ver las imágenes de la muerte del dictador. Según los psicólogos, la televisión hizo de estimulante. Le pareció emocionante. Y el pequeño quiso imitar al dictador.

De lo que no queda duda es que el ahorcamiento de Sadam es todo un negocio. Una empresa americana comercializa ya un muñeco con la figura del ex presidente iraquí. El macabro juguete, de unos 30 centímetros de altura, reproduce a Sadam con la soga al cuello. La figura aparece en camiseta, con mensaje incluido: «Dope on the rope». Un juego de palabras en alusión a los términos «tonto» y «cuerda» en inglés. Los responsables, la firma Herobuilders. Lo tienen claro. Dicen que Sadam ha sido el personaje del año.

¿Y su hija Raghad? ¿En qué ocupará su tiempo a partir de ahora la pequeña Sadam?