Domingo, 7 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6230.
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 CULTURA
LA PRIMERA CITA LITERARIA DE 2007 / El escritor gaditano, más conocido hasta ahora como poeta que como narrador, se impone con 'Mercado de espejismos' / Carmen Amoraga, finalista con 'Algo tan parecido al amor'
Benítez Reyes recibe el Nadal por una fantasía de ladrones de guante blanco
LLUCIA RAMIS

BARCELONA.- Jacob y Corina se ganan la vida robando obras de arte. Un día, cuando ya planean retirarse, reciben un encargo cuya recompensa no podrán rechazar: tienen que hacerse con las reliquias de los Reyes Magos, depositadas en la catedral de Colonia.

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Con este argumento, tan propio del día de Reyes, la fecha en la que se entregó el galardón, Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz,1960) recibió ayer el LXIII Premio Nadal gracias a Mercado de espejismos.

La novela sigue las pesquisas que el ladrón Jacob lleva a cabo, no sólo para dar con su botín sino para descubrir, de paso, quién le ha hecho tan peculiar encargo y por qué. En su búsqueda, Jacob y su tía Corina deberán superar las vicisitudes del viaje que los llevará hasta Alemania. Además, tendrán que sortear las trampas de otros personajes, que intentarán frustrar su plan.

De esta manera, y aunque el libro contiene los ingredientes de un thriller o una novela histórica, Benítez Reyes pretende «hacer una parodia del mundo de los ladrones de guante blanco», según explicaron fuentes de la editorial Destino, promotora del premio. De hecho, el autor se pregunta en esta novela qué clase de intereses suscitan el robo de algo que tal vez ni siquiera existe. Lo que, en cierto modo, convierte la historia en una metáfora de esta sociedad, que aún cree en el sueño de la riqueza igual que los niños creen en los Reyes Magos.

Y eso no hay por qué verlo como algo negativo: «éste es un elogio a la fantasía, a la imaginación y al poder inventar la propia vida de cada uno», dijo ayer el autor.

Por ese sendero de fantasías, su novela recopila las leyendas que los Reyes han protagonizado a lo largo de la Historia. Su identidad varía dependiendo de los lugares, las épocas y las religiones por los que han pasado. Lo cual, lejos de desvelar su existencia, la multiplica hasta lo imposible.

Reconocido por su obra poética, Felipe Benítez Reyes es un autor versátil, que ha tocado todos los géneros literarios. Ha sido condecorado, entre otros, con el Premio Luis Cernuda. Antes, sus Sombras ejemplares merecieron el Premio Fundación Loewe en 1992. Con Vidas improbables, recibió en 1995 el Premio Nacional de Literatura y el de la Crítica. Entre sus novelas, se cuentan La propiedad del paraíso, El novio del mundo y El pensamiento de los monstruos.

A ese currículo se une ahora Mercado de espejismos, premiado con los 18.000 euros del Nadal, que este año ha convocado a 286 novelas candidatas. Germán Gullón, Lorenzo Silva, Antonio Soler, Andrés Trapiello, Antonio Vilanova y el editor de Destino, Emili Rosales, fueron los miembros del jurado, que incorporó también a Eduardo Lago, ganador del Nadal del año pasado con Llámame Brooklyn.

Su fallo también incluyó la novela finalista del premio: Algo tan parecido al amor, de la valenciana Carmen Amoraga (1969). Su obra, como indica su propio título, trata sobre eso, sobre el amor, desde un punto de vista exclusivamente femenino.

Tres mujeres se reúnen para hablar de sus respectivas experiencias sobre, ya se sabe, el tema más poético del mundo. Sus versiones responden a las experiencias personales que han tenido sobre el asunto. Así, el libro abarca las impresiones de la esposa abnegada y de la adúltera, de la abandonada y de la amante. Y, junto a ellas, la interpretación que las mujeres hacen de la versión masculina del amor.

Columnista del Levante y Cartelera Turia, Amoraga ganó el II Premio Ateneo Joven con su primera novela, Para que nada se pierda. También ha publicado La larga noche y Todas las caricias.

Benítez Reyes y Amoraga recibieron sus respectivos reconocimientos anoche en el Hotel Palace de Barcelona, durante una ceremonia que reunió a unas 600 personas. Entre los invitados, se encontraban Lucía Extebarría y Ana María Matute. Sobre la cena, planeó el espíritu de Borges, de quien se cumple el 20 aniversario de su muerte.

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