En muchos de estos robos, el delincuente se apodera de las llaves del coche, que al salir de la vivienda se toma prestado sin permiso.Ordenadores, teléfonos móviles o bolsos son algunas de las piezas que forman parte de sus botines. Todo se puede colocar en el mercado negro. Sin embargo, el objeto más preciado es el billete.Y cuanto más plural mejor. En las casas de los constructores, tan visitadas en los últimos meses por los delincuentes, suele haber dinero en metálico y de dudoso color, pero la mayor parte de los ciudadanos no guardan en su domicilio grandes sumas. Por lo menos, no es ése el caso de Natalia, una agente de la Policía Local de Sant Pere de Ribes que vive en la localidad de Olivella.

Según explicaron fuentes policiales a este diario, los hechos se produjeron la noche del pasado viernes, la mágica noche de Reyes. Como el protagonista de esta historia sabía que los Magos de Oriente no le iban a traer ni siquiera carbón por su afición al delito, optó por ir a buscar sus regalos por su propia cuenta.Y decidió acercarse a la vivienda de esta agente de la Policía Municipal.

Sin hacer ruido -como cuentan que hacen Melchor, Gaspar y Baltasar- se metió en la casa. No encontró ni pan seco ni miel ni leche ni nada parecido porque o bien los camellos ya se lo habían comido o alguien se había olvidado de dejarlo. Lo único que halló el ladrón en la casa fue un billete de cinco euros justo antes de oír ruidos y salir corriendo a toda velocidad.

La inquilina se dio cuenta de lo que sucedía porque los policías no creen en los Reyes Magos. La mujer denunció lo sucedido ante la Guardia Civil y explicó a los agentes que acudieron a su domicilio que lo único que el delincuente se había llevado había sido un billete de cinco euros. Puede que fuera su formación al amparo de la Ley lo que hizo que no mintiera y tampoco que se ruborizara.El delito, aunque de escaso botín, se había cometido igualmente y el deber de una víctima que se precie es denunciar para que el ladrón no vuelva a actuar. Aunque esa misma noche, el delincuente, insatisfecho por los escasos resultados de su trabajo, reincidió.

Cruzando los dedos para tener más suerte que en su primera misión, entró en otra vivienda de la misma localidad en la que estaba durmiendo tranquilamente un vecino. Consiguió apoderarse de 300 euros en efectivo o por lo menos eso fue lo que denunció la víctima también ante los agentes del Instituto Armado. Más contento por conseguir su ansiado regalo de Reyes, el ladrón dejó de robar.

Fuentes de la Guardia Civil, que está buscando a este amante de lo ajeno, explicaron ayer a este diario que sospechan que se trata de un delincuente de poca monta y que afortunadamente no parece violento. Lo que todavía no saben es si sólo actúa la noche de Reyes como los magos de Oriente o si es un habitual del delito. En cualquiera de los dos casos, los agentes intentarán dar con él en los próximos días.