En la Edad Media, los judíos abrieron una Escuela Mayor, dedicada a enseñar los libros sagrados y que se puede considerar la primera institución universitaria de Barcelona. La base de las enseñanzas filosóficas hebreas estaba contenida en las obras de Maimónides y en los libros de la Cábala. Esta tradición adquirió tanta importancia en los reinos catalanes que, sin ella, difícilmente se podría comprender el pensamiento de Ramon Llull o de Arnau de Vilanova,

A comienzos del siglo XV, el rey Martín el Humano propuso la creación en Barcelona de un Estudio General de las Artes y la Medicina, destinado a competir con las dos grandes instituciones de enseñanza establecidas en Lleida y Perpiñán, pero los representantes del municipio no se mostraron muy entusiasmados con el proyecto.El monarca, que era un hombre de escasa salud, tuvo que contentarse con la fundación de una facultad de medicina, cuyos profesores fueron después autorizados a librar títulos de maestro y bachiller en artes. Así nació el embrión de la primera universidad literaria barcelonesa, que serviría de precedente a la famosa universidad creada por Alfonso el Magnánimo.

En 1431, se levantó junto al Hospital General la Escola Lul·liana, donde se cursaba gramática, aritmética, lógica, retórica, geometría y astronomía, la constante simbólica universal. Al principio, los estudiantes trabajaban con copias y resúmenes manuscritos de la obra del filósofo mallorquín Ramon Llull. Fue en 1481 cuando el impresor Pere Posa editó los primeros libros de Llull producidos en serie para el uso de estudiantes y eruditos. Alfonso el Magnánimo autorizó en 1450 la creación del Estudio General, que contó esta vez con la aprobación de los miembros del consejo municipal, persuadidos de la influencia positiva que podría ejercer para mejorar la maltrecha economía de la ciudad. El papa Nicolás V, mediante una bula del 30 de septiembre del mismo año, concedía a la Universidad barcelonesa los mismos privilegios que había concedido a la de Tolosa. Pero el obispo de Lleida, Antoni Cerdà, temeroso de la competencia de Barcelona, consiguió que el pontífice dejara en suspenso los propósitos iniciales. De nuevo los regidores de Barcelona habían rebajado su entusiasmo ante las elevadas inversiones que exigía la nueva institución. En este tira y afloja, en 1487, durante el reinado de Fernando el Católico, el municipio decidió afrontar el riesgo y reorganizar el Estudio General.El rey decretó la reunificación de todas las escuelas de Barcelona bajo la autoridad del canciller del Estudio de Medicina, y a partir de 1507, definitivamente vencidos los recelos de los ediles, fue posible llevar a la práctica aquella disposición, que unía las Escuelas Mayores con el antiguo Estudio de Medicina.

El estudio General impartía enseñanzas de gramática, lógica, filosofía natural y filosofía moral. Pero, a pesar de que las clases se daban ininterrumpidamente y los títulos eran concedidos según la legislación, la Universidad barcelonesa no acabó de constituirse como tal hasta la época de Carlos V merced un privilegio real. Una historia universitaria muy turbulenta puesto que tardó más de un siglo en arraigar y organizarse, y cuando empezaba a consolidar su prestigio fue suprimida mediante un airado decreto de Felipe V quien, en represalia por la actuación de la ciudad en la Guerra de Sucesión, ordenó el traslado de los estudios a Cervera. La orden real supuso un duro revés en el panorama de la cultura barcelonesa, que tardaría muchos años en salir de la crisis.

En 1821 fue restablecida la Universidad de Barcelona, aunque su reintegración continuada y definitiva no fue conseguida hasta 1837. En el demolido convento del Carme, que había sufrido los efectos devastadores de los disturbios de 1835, se instalaron las aulas y dependencias administrativas. Pese a que el lugar no se encontraba en buenas condiciones para acoger a centenares de alumnos, podía considerarse el de mayor tradición universitaria.Cerca de la calle Tallers estuvieron situados los Estudios Generales suprimidos por Felipe V, y en las proximidades de la calle del Carme se encontraban los colegios de Cordelles, del Bisbe y de Cirurgia. El viejo barrio fue el centro de la vida universitaria barcelonesa durante más de treinta años, hasta que en el curso 1871-72 fue inaugurado el nuevo edificio de la plaza Universitat.Todas las facultades, a excepción de la de Medicina, fueron alojadas en aquella construcción monumental de estilo románico, diseñada por el arquitecto Elies Rogent. En su biblioteca, con más de 250.000 volúmenes, se conservan importantes fondos procedentes de los viejos conventos.

Además de la Universidad literaria funcionaban en la ciudad otros centros docentes muy prestigiosos, como el Seminario Conciliar, la Facultad de Medicina y la Universidad Industrial, instalada en la famosa fábrica Batlló. Bajo el magisterio del canónigo Jaume Almena, profesor del Seminario, secundado por Josep Joaquim Landerer y Lluís Marià Vidal, nació una escuela de estudios geológicos.El valenciano Antoni Cebrià fundó la escuela de botánica mientras que Francesc Flos y Francesc Carreras impulsaron los estudios geográficos. La Medicina ha contado siempre en Barcelona con exponentes de gran prestigio, distinguidos por su preparación científica y sus condiciones humanas. En el Hospital de la Santa Creu se encontró un libro registro de pacientes, que databa de 1457, y donde aparecía como primer ingresado Didac Genest, de oficio pescador, aquejado de dolores en las piernas

A partir de los años 50 del siglo pasado, muchas de las instalaciones docentes pasaron a la nueva Ciudad Universitaria, levantada en la parte alta de la Diagonal. Allí se construyeron los edificios de las Escuelas Técnicas (Arquitectura, Ingenieria Industrial), la Facultad de Ciencias, las Escuelas de Arquitectos Técnicos y de Altos Estudios Mercantiles, las Facultades de Farmacia, Derecho, Bellas Artes y otras más que configuran el moderno Campus.