Lunes, 8 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6231.
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Un encuentro que devuelve el Estatut a la agenda política catalana

Tanto durante la campaña electoral -la de los socialistas tenía el lema «Fets, no paraules»- como tras los pactos que dejaron claro que José Montilla sería el hombre que sustituiría a Pasqual Maragall en la presidencia de la Generalitat, al nuevo president sólo se le oía repetir una consigna: empieza una nueva era; la etapa de renegociación del modelo de Estado, las cuestiones simbólicas catalanas y todo lo que protagonizó el mandato de Maragall eran cosas del pasado. Con Montilla y su nuevo tripartito, se entendía, se había superado por fin la cuestión de la construcción nacional de Cataluña y había llegado la de gobernar precisamente con ese nuevo instrumento. Pero el desarrollo de ese nuevo instrumento ya ha empezado a chirriar. La reaparición de ETA cometiendo asesinatos ha movido el foco, pero el Gobierno de Montilla parece encallado en los mismos escollos en los que sistemáticamente se clavaba el de Maragall. El hermano conseller del ex president, Ernest, ya logró atraer las iras de sus socios de Esquerra cuando planteó que algunas asignaturas en los colegios se impartieran en castellano y que, en cualquier caso, se diera más autonomía a los centros.La iniciativa del Gobierno de Zapatero de implantar una hora más de castellano como ley de base para todo el Estado también genera tensiones con Esquerra y la cuestión de la financiación genera enfrentamientos directamente entre el PSC y el PSOE. Con tantos asuntos pendientes en la cartera, no sorprende que Zapatero reciba en solitario a Montilla esta tarde en La Moncloa en lugar de esperar a la convocatoria del jueves de la Conferencia de Presidentes, aunque, a priori, parezca poco estético y responda a la necesidad del presidente español de que el catalán mantenga el orden en su casa tal como están las cosas con ETA.

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