DEPORTIVO 2
REAL MADRID 0
Aouate
s.c.
Manuel Pablo
Andrade
Arbeloa
Capdevila
Estoyanoff
Duscher
De Guzmán
Cristian
Riki
Arizmendi
Cambios: Rodríguez por Riki (m. 77)
Barragán por Estoyanoff (m. 88)
s.c.
Valerón por Arizmendi (m. 90)
s.c.
Casillas
Salgado
Helguera
Cannavaro
Sergio Ramos
Emerson
Gago
Reyes
Guti
s.c.
Raúl
Van Nistelrooy
Cambios: Beckham por Guti (m.12)
Marcelo por Salgado (m. 57)
Ronaldo por Gago (m. 57)
Arbitro: Ramírez Domínguez
Tarjetas amarillas: Salgado, Riki, Cannavaro, Ramos, Beckham.
Goles: 1-0: Capdevila (m. 9). 2-0: Cristián (m. 56)
RIAZOR. LLENO.
Progresa adecuadamente el Real Madrid. En su afán por jugar cada vez peor, ayer pasó con suficiencia la prueba de Riazor ante uno de los equipos más débiles e ingenuos de Primera División. Su actuación fue espeluznante. Todo lo hizo mal. Defendió con la vista, se protegió del balón con pelotazos hacia ninguna parte, expuso con esmero conceptos como abulia e inmovilidad, sólo remató dos veces a puerta, fue bombardeado con reiteración y consiguió que el equipo de Joaquín Caparrós, asomado peligrosamente al descenso, se creyera el Ajax de Cruyff. De paso, Arizmendi, un delantero que no pudo abrirse camino en el Atlético, aprovechó la infantil resistencia de los defensores madridistas para creerse Maradona por un día y fabricar varias jugadas antológicas. Le faltó marcar, pero le dio igual, porque las cinturas rotas de sus rivales y el triunfo de su equipo le compensaron con creces.
Por momentos, el duelo pareció una batalla desigual entre un equipo normal, el Depor, y otro de personajes cogidos a lazo en cualquier descampado hasta que se juntaron 11 y se desparramaron por el campo sin intrucciones ni reglas. La mentira en la que se ha instalado el club blanco y que todavía engaña a ciertos incautos quedó de nuevo al descubierto. Tras un desembolso de casi 100 millones de euros, Fabio Capello está tan desorientado que parece dispuesto a pedir 10 fichajes más. Otra cosa es que sepa cómo colocar el puzzle. Eso sí, el equipo sigue siendo muy disciplinado y hay orden, según dicen, así que no hay problema para que la superchería siga adelante.
La falta de actitud de los jugadores blancos, que vieron pasar desde sus tumbonas a unos animosos adversarios montados en moto, puede servir como excusa para los que toman las decisiones. Incluso la lesión de Guti apenas pasados 12 minutos, que dejó al Real sin su único argumento diferenciador, puede interpretarse como mala fortuna. Pero los titubeos del italiano ya no pasan desapercibidos ni siquiera para sus más ardientes partidarios. El hombre que se jugó la mano por la pareja Emerson-Diarra, el que defendía unos principios inalterables, ha decidido que si no gustan esos principios puede cambiarlos. Tiene otros. Ayer metió en un jardín al recién llegado Gago, a quien algunos han querido identificar como una especie de dios procedente de Argentina. Es un buen mediocentro que sabe distribuir en corto y que no se esconde, que se ofrece. Nada que ver con el canon capelliano. El problema es que ayer no encontró ayuda de nadie porque sus compañeros permanecieron estáticos, como inmóviles figuras de futbolín. Lo intentó y fracasó en el empeño porque la presión del Depor le hizo perder numerosos balones de riesgo. Fue relevado tras el descanso, como si fuera culpable de algo. Por ahí seguía Emerson, que ni se ofrece ni siente ni padece. Y otros que se tomaron el día libre.
Como el club se ha gastado el dinero en Marcelo ayer jugó como lateral izquierdo Ramos. Hasta que en la segunda parte y ya en desventaja, volvió la normalidad. Ramos a la derecha y Marcelo como zurdo. Claro que para entonces aparecían como fabricantes de juego en la zona central Beckham, Emerson y Raúl. Gago estaba en la ducha. Y arriba, Van Nistelrooy emulaba el movimiento de las estatuas y Ronaldo salía como suplente con la moral por las nubes después de que le hayan demostrado durante la semana que las mentes pensantes del club le consideran prescindible. El jeroglífico era indescifrable e indefendible.
El Depor, nueve partidos sin ganar, salió con el cuchillo entre los dientes. Le iba la vida, se la jugó y triunfó. Tuvo suerte en el primer gol, una falta lanzada por Capdevila en la que se abrió la barrera, pero después trabajó a destajo. De Guzmán y Duscher tragaron millas y balones en el centro, el equipo presionó con fe y Arizmendi descompuso a la defensa blanca con slaloms inverosímiles, delirantes fantasías que desnudaron sobre todo a Cannavaro, sometido de nuevo al ridículo.
Casillas fue sometido a un fusilamiento continuo mientras sus compañeros miraban hacia otro lado. Sólo al filo del descanso, y con el Depor agotado, asomaron los blancos cerca de las costas de Aouate con un disparo al palo de Emerson. Pareció un aviso cara a la segunda parte, pero en la reanudación, el Madrid reiteró sus intenciones de descansar y perder. Cannavaro fue crucificado por Arizmendi junto a la línea de fondo y el pase del ex rojiblanco encontró a Cristian. Era el 2-0, la fiesta gallega y la enésima vergüenza de un proyecto sonrojante. No hubo respuesta. Sólo caos, desorden y banderas blancas de rendición.