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La desgracia abre el alma a una luz que la prosperidad no ve (Herni Dominique Lacordaire) |
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La jugada del 'empollón' |
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ARIZMENDI, LA FIGURA DE LA NOCHE, ESTUDIA EMPRESARIALES TRAS DEJAR TELECOMUNICACIONES EL ATLÉTICO PODRIA RECOMPRARLO EN JUNIO |
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EDUARDO J. CASTELAO
No es fácil conseguir que un estadio, Riazor, iguale los decibelios cuando ovaciona el regreso, seis meses después, de Juan Carlos Valerón. El sustituido, Angel Javier Arizmendi (Madrid, 1984), lo logró. El viejo estadio coruñés se estremeció para despedir a un futbolista que completó su mejor partido desde que se instaló en la élite, y va para tres años. Fue Gregorio Manzano quien descubrió el talento que anidaba en el filial del Atlético. El actual entrenador del Mallorca tiró de él, Gabi y Toché para rejuvenecer a un equipo que aquel año se quedó a un gol de la UEFA.
Sin embargo, nunca antes se había visto un Arizmendi como el de ayer. Especialmente la jugada del minuto 36. Agarró la pelota en la esquina izquierda del área, fue dejando sentados a Sergio Ramos, Cannavaro, Gago y hasta Helguera, que pasaba por allí. Con un quiebro de cintura mandó al suelo también a Casillas, y cuando sólo tenía que empujarla la mandó al poste. Una jugada digna de otros tiempos, acaso alguno recordó a Ronaldinho, quizá a Johan Cruyff, puede que incluso a Maradona. Antes de eso ya había rematado un par de veces y desbordado a Sergio Ramos -el sevillano soñará con él durante algunos días- otras cuantas.
En la jugada del segundo gol se llevó por delante el caché de Fabio Cannavaro, manchando de barro el oro del balón. Con sus 188 centímetros, es un jugador desgarbado, con muy poca pinta de eso que ahora llaman jugón. Pero por algo era ya el que más le gustaba a Manzano.
Ocurre que ser canterano en el Atlético es difícil. Con la marcha del entrenador que lo hizo debutar (frente al Barcelona en el Camp Nou, en frebrero de 2004) y la llegada de Ferrando, Arizmendi vio cómo lo cedían al Racing de Santander. Allí jugó 22 partidos y marcó tres goles. Para entonces ya comenzaban las dificultades en el estudio. Contrario a la norma, Arizmendi no ha abandonado los libros. Se quería ver en un futuro como Ingeniero de Telecomunicaciones, pero era demasiado difícil, así que en su nueva ciudad lo ha cambiado por Empresariales, mucho más light. Sus compañeros siempre le han llamado el empollón, y él lo niega. En Coruña llama mucho la atención que siempre, en cualquier viaje, va leyendo un libro, costumbre alejada de los MP3 o las videoconsolas que manejan la mayoría.
De familia acomodada, vivió siempre muy cerca del Calderón, donde regresó a principios de la temporada pasada para probar suerte con Bianchi. No tuvo nada que hacer con el argentino y en diciembre, hace ahora un año, firmó por el Deportivo. El Atlético, sin embargo, se ha reservado dos opciones de compra, la primera de ellas al finalizar esta temporada y la segunda en el próximo curso. «Hay pocos jugadores tan desequilibrantes como él», dijo ayer Caparrós, orgulloso del muchacho, del que en privado habla maravillas mayores. También le gusta a Luis, que lo citó para el último amistoso contra Rumanía en noviembre. Sin embargo, una lesión en el entrenamiento previo lo dejó compuesto y sin debut.
Sí ha sido habitual en las categorías inferiores. Jugó la final del Mundial sub'20 en 2003, donde perdió con Brasil, y ganó los Juegos del Mediterráneo en 2005. En la celebración, sobre la pista de atletismo del Estadio Mediterráneo, fue centro de la polémica. Se paseó con una bandera española pre constitucional (con un águila). El jugador dijo que la bandera se la habían tirado desde la grada y que no se había fijado en el emblema.
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