Dando por hecho, con cautela, que los futbolistas manejan un nivel medio de neuronas similar al resto, es difícil explicar la pelea entre Diogo y Luis Fabiano al final del Zaragoza-Sevilla. Porque, bien mirado, no es un calentón repentino. Primero se miran, juntas sus cabezas en plan ciervo, se empujan un poquito... Hasta ahí puede ser incluso normal. Otra cosa es el puñetazo del uruguayo que, lógico, enfadó al brasileño. El braceo posterior, similar a un concurso de baile, les va a costar un buen puñado de partidos de sanción. Fue el cierre más feo al mejor partido de la jornada, un elogio al fútbol ofensivo, rápido, divertido... Aunque sea con tortas, y a pesar de la derrota, el Sevilla, al que sólo le sobra la pesadez de su presidente, sigue siendo líder.
Márquez, impecable.
Para el Getafe, se entiende. Está feo llegar tarde en el regreso de vacaciones, pero, ya que se hace, al menos hay que tratar de permanecer, como poco, tapado. Pues no. El mexicano le entregó el balón a Güiza para el gol de los madrileños. Mal día eligió el central. Menos mal que estaba Xavi para meter una de las mejores faltas que se han visto este año. Lástima que Ronaldinho no le deje tirar más. Por cierto, en el partido del Coliseum no debería quedar impune la indumentaria de Frank Rijkaard, tan serio él con el chándal debajo de la americana.
'El Machote'.
Manuel Ruiz de Lopera, un águila de los negocios, está pensando en cobrar entrada doble de ahora en adelante en el campo del Betis. Por un lado está el clásico partido de fútbol, y además ahora se puede añadir el show de su nuevo entrenador en la banda. Luis Fernández se entrega a su propio papel y deleita al respetable con una serie infinita de gestos, ademanes, caras raras... Lo bueno es que, nada más llegar, logró que el Betis ganase.
Manzano renueva y pierde.
No hay nada como renovar el contrato hasta 2008 para... perder al día siguiente. Que se lo digan sino a Gregorio Manzano, cuyo Mallorca cedió en Son Moix -perdón, el Ono Estadi, que para eso paga-. Era de preveer visto que el Mallorca, desde que regresó a Primera División, nunca ha conseguido ganar el primer partido del año. En el otro banquillo estaba Mané, un tipo con un enorme bigote que ha logrado resucitar a un muerto. El Athletic, con él, ha ganado tres partidos, empatado otro y perdido otro más, en el Bernabéu y por los pelos -no los del bigote-.
Una de cifras.
En ese mismo partido, los amantes de los números se lo pasaron pipa. Ismael Urzaiz debutó en Primera División un 20 de octubre de 1991, hace más de 15 años, y ayer cumplía 400 partidos en la máxima categoría. Para celebrarlo nada mejor que dos goles. Lástima que no hiciese un tercero, que era el gol número 4.100 del Athletic. La gloria fue para Etxeberría, otro de los jovencitos de este equipo. Un último detalle del encuentro, que dio para mucho: Ramis, central del Mallorca, a punto estuvo de jubilar de un pelotazo a uno de los árbitros asistentes -un juez de línea-.
Gago como barrera.
¡Pobrecito! Mira que debutar en el Real Madrid, con toda la ilusión que traía el chico, y hacerlo medianamente bien durante los minutos disfrutados, para terminar señalado por un pasito a la derecha. Gago, el argentino guapete que ha fichado Calderón este invierno, se quitó en la falta tirada por Capdevila. Eso sí, sus compañeros se empeñaron en asumir culpas durante el resto del partido para que nadie señale al chico. Qué mal juega el Madrid.
López Caro.
Algo tiene este entrenador que, cuando peor le pintan las cosas, levanta la cabeza. Quién sabe si con la ayuda del cielo, ayer el Levante ganó al Racing y, de estar prácticamente destituido, el ex del Madrid ha sacado una semanita más para levantar la cabeza. «Quiero que me dejen tranquilo hasta el último día», dijo después. Ojalá sólo hablase de su faceta de entrenador.
Una de insultos.
Las actas de los árbitros son joyas de la literatura. Según Pérez Lima, colegiado del Betis-Celta, cuando expulsó a Pablo García éste le dijo: «Eres un hijo de la gran p...». Y según Pérez Lasa, el del Levante-Racing, Maqueda, segundo de López Caro, lo mandó a la «m...», un lugar que huele muy mal.