Realmente, lo que ha hecho GM, que lidera la tecnología de los coches con pila de combustible, ha sido dar un paso atrás, y reemplazar la pila -donde se produce la energía eléctrica al reaccionar el hidrógeno con el oxigeno del aire para formar agua- por un generador de energía eléctrica, accionado por un pequeño motor de combustión interna.

Este generador se encarga de recargar unas baterías de ión-litio que accionan un motor eléctrico y aseguran una autonomía mínima de unos 60 kilómetros, el kilómetraje medio diario que hace el 70% de la población. La idea es que el usuario pueda circular en modo eléctrico todo el día, y sólo en caso de necesidad tenga que entrar en funcionamiento el motor que acciona el generador que, además puede consumir gasolina o bioetanol.

Si las baterías se quedasen sin carga, el motor se pone en marcha automáticamente hasta recargarlas totalmente. Si el conductor lo desea, puede detenerse y lograr una carga rápida de las baterías dejando el motor en marcha, que consumirá unos tres litros de carburante para lograrlo, en el tiempo que se toma un café. Pero se insiste en que no es necesario detenerse. Durante las paradas en casa, por la noche, o en el lugar de trabajo, se puede enchufar el coche a la red eléctrica logrando la carga total de las baterías en seis horas. Utilizando el vehículo de esta manera, el consumo anual de carburante, debería ser mínimo y lo mismo ocurriría con las emisiones.

GM pretende producir vehículos con esta tecnología que denomina E-Flex (E porque el motor que mueve las ruedas es eléctrico y Flex, porque el que acciona el generador es del tipo flexifuel). Cuándo llegarán al mercado depende de que se consigan baterías de larga duración.