Una marea de banderas amarillas, símbolo del movimiento nacionalista, fueron enarboladas con fervor mientras decenas de hombres armados presentes en la manifestación levantaban sus fusiles al aire como señal de fuerza.

El protagonista de la jornada fue Mohamed Dahlan, uno de los hombres más influyentes de la Franja de Gaza y a pesar de su relativa juventud, uno de los principales dirigentes de Al Fatah.

Dahlan fue recibido entre la muchedumbre como un auténtico héroe. Ataviado con una kefiya negra y blanca alrededor del cuello, se subió a la tribuna que preside el estadio y, dejando a un lado a sus guardaespaldas, clamó desafiante: «Dejad que Hamas me derribe». Mientras escuchaban estas palabras, los miles de participantes aplaudieron y lanzaron cientos de balas al aire en una especie de catarsis.

Durante el desenfrenado discurso, Dahlan calificó a la Fuerza Ejecutiva de banda de gangsters y aludió a un cambio radical de la situación tras el asesinato del jefe de las Fuerzas de Seguridad Preventiva, Mohamed Ghayeb, y de sus siete guardaespaldas a manos de agentes del movimiento islámico. «Si piensan que los asesinos no serán castigados, se equivocan. Por cada ataque contra uno de los nuestros agrediremos a dos de los suyos», sentenció Dahlan.

Más de 30 muertos

Las facciones palestinas de Al Fatah y Hamas se enfrentan en una lucha cada vez más sangrienta desde la victoria electoral del movimiento islámico el año pasado, que puso fin a cuatro décadas de poder de Al Fatah en la vida política palestina.

La violencia interna ha dejado un saldo de más de 30 muertos desde diciembre y la tensión aumentó de manera alarmante el sábado cuando el presidente palestino, Abú Mazen, declaró ilegal la fuerza de Hamas, que a su vez respondió jurando duplicar sus efectivos en las calles de Gaza.

La última faceta del ensañamiento entre las facciones, normalmente centrado en la Franja mediterránea, bastión del movimiento islámico, ha sido su expansión también a Cisjordania. Ayer milicianos de Al Fatah difundieron un video a la iraquí de Mahdi Jamdali, alcalde de Hamas en la localidad de Nablús, secuestrado el sábado. En la grabación, Mahdi Jamdali, aparece trajeado con chaqueta y corbata, rodeado por tres milicianos encapuchados, vestidos con uniformes militares y armados.

Mientras Jamdali desvía su mirada de la cámara y la dirige hacia el techo, uno de los milicianos lee un comunicado en el que identifica a los activistas como miembros de Al Fatah.

Los secuestradores, usando una táctica de intimidación nueva en este conflicto, amenazan con multiplicar los ataques contra Hamas si no desmantela su Fuerza Ejecutiva, pero se abstienen de amenazar de muerte al rehén. «A partir de hoy anunciamos alto y claro que no permaneceremos en silencio en Cisjordania ante los crímenes de esta fuerza criminal. Si los crímenes tienen como objetivo a nuestra gente de Gaza, habrá otras operaciones en Cisjordania, y nadie se salvará», declaran en el vídeo.

Liberan al fotógrafo raptado

En la misma jornada se conoció la noticia de la liberación del fotógrafo peruano Jaime Razuri, secuestrado en la Franja de Gaza, después de una tensa semana en la que no se difundió ni una sola noticia sobre su sino. El de Razuri ha sido el último de una serie de secuestros de extranjeros que llevan a cabo grupos o clanes palestinos en Gaza y que tienen como blanco a los periodistas o trabajadores humanitarios.

Normalmente, los secuestros están caracterizados por su corta duración y el caso de Razuri ha sido excepcional por haberse prolongado durante una semana y porque en ese periodo de tiempo ningún grupo se ha adjudicado la autoría.

Mientras, el Ejército israelí parece dispuesto a ampliar sus redadas en Cisjordania. Una veintena de jeeps del Tsahal entraron ayer en Nablús rodeando uno de los edificios de la ciudad. Después de varias horas de tiros y explosiones, cuatro palestinos fueron detenidos.

El Ejército aseguró que se trataba de una redada que tenía como objetivo la detención de «dos terroristas que se disponían a lanzar ataques con bombas» en Israel.

Hace cuatro días el Ejército israelí llevó a cabo una devastadora incursión en la ciudad de Ramala en la que mató a seis personas e hirió a una veintena. Ayer, el oficial del Ejército responsable de la redada declaró a la radio pública israelí que había habido un «error» de fecha, ya que la ordenó el mismo día en que el primer ministro israelí, Ehud Olmert y el presidente egipcio, Hosni Mubarak, se reunían en el Sinaí para impulsar la paz en la región.