Israel ha revelado sus planes secretos para destruir las instalaciones de enriquecimiento de uranio iraníes mediante armamento nuclear táctico. Dos escuadrones de las fuerzas aéreas israelíes entrenan para hacer saltar por los aires las instalaciones iraníes mediante destructores de búnkers de bajo rendimiento, según aseguran fuentes militares.
El ataque sería el primero con armas nucleares desde 1945, cuando Estados Unidos lanzó las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Cada una de estas armas israelíes tendría una fuerza equivalente a un quinceavo de la bomba que se lanzó sobre la primera de estas dos localidades japonesas.
Bajo estos planes, las bombas convencionales guiadas por láser abrirían túneles en los objetivos. A continuación, se lanzarían de inmediato contra una planta de Natanz mini bombas nucleares que explotarían en las profundidades de la tierra para reducir el riesgo de precipitación radiactiva.
«Tan pronto como obtengan luz verde comenzará la misión, se realizará un ataque y se destruirá el proyecto nuclear iraní», explicó una de las fuentes. Los planes, revelados al periódico británico The Sunday Times la semana pasada, en parte han sido destapados por la evaluación del servicio de inteligencia israelí realizada por el Mossad, que asegura que Teherán está a punto de producir el suficiente uranio enriquecido como para crear armamento nuclear en menos de dos años.
Los comandantes militares israelíes creen que los ataques convencionales podrían no ser suficientes para aniquilar las instalaciones de enriquecimiento de uranio, cada vez mejor defendidas. Algunas de ellas han sido construidas bajo más de 20 metros de hormigón y rocas. No obstante, estos destructores de búnkers con vértice nuclear sólo se utilizarían si se descartara un ataque convencional y si Washington se negara a intervenir, según añaden las fuentes.
Las autoridades israelíes y estadounidenses se han reunido en diversas ocasiones para considerar una posible acción militar. Varios analistas opinan que la revelación de los planes podría tener la finalidad de ejercer presión sobre Teherán para que detenga el enriquecimiento, convencer a EEUU para que entre en acción y suavizar la opinión internacional previa a un ataque israelí. Otros expertos advierten que las represalias de Teherán por este ataque podrían ir desde la perturbación del suministro de petróleo a Occidente hasta ataques terroristas contra objetivos judíos en todo el mundo.
Israel ha identificado tres objetivos principales al sur de Teherán. El primero es Natanz, donde se están instalando miles de centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio. El segundo es una instalación cercana a Isfahán, donde se han almacenado en túneles 250 toneladas de gas para llevar a cabo el enriquecimiento, según una declaración del vicepresidente iraní la semana pasada. Finalmente, el tercer objetivo es el reactor de agua pesada de Arak, que en el futuro podría producir el suficiente plutonio como para permitir la fabricación de una bomba.
Las autoridades israelíes creen que al destruir estos tres emplazamientos lograrían atrasar el programa nuclear de Irán indefinidamente y evitarían tener que vivir con miedo a «un segundo holocausto». El Gobierno ha advertido en repetidas ocasiones que nunca permitirá que Teherán fabrique armas nucleares. Y es que el presidente de la República Islámica, Mahmud Ahmadineyad, ha declarado que «Israel debe ser borrado del mapa».
Robert Gates, el nuevo secretario de defensa de EEUU, ha descrito la acción militar contra Irán como un «último recurso», lo que ha llevado a que las autoridades israelíes concluyan que quedará en sus manos la realización de un ataque. Varios pilotos israelíes han volado durante las últimas semanas a Gibraltar para entrenarse de cara al viaje de ida y vuelta de más de 3.000 kilómetros hasta los objetivos iraníes. Además, ya se han trazado tres posibles rutas incluyendo una sobre Turquía.
Los escuadrones de las fuerzas aéreas con base en Hatzerim, en el desierto de Negey, y en Tel Nof, al sur de Tel Aviv, han sido entrenados para utilizar armamento nuclear en esta misión. Todos los preparativos han sido supervisados por el general de división Eliezer Shkedi, comandante de las Fuerzas Aéreas israelíes.
Fuentes cercanas al Pentágono afirmaron que resulta muy improbable que Washington dé su aprobación a Tel Aviv para el uso de armamento nuclear táctico. Una fuente explicó que Israel podría buscar una aprobación «posterior al evento», al igual que hizo cuando inutilizó el reactor nuclear de Irak en Osirak con ataques aéreos, en 1981.
Los científicos han calculado que, aunque la contaminación de los destructores de búnkers sería limitada, se liberarían toneladas de componentes de uranio radiactivo. Los israelíes creen que las represalias iraníes se verían limitadas por miedo a un segundo ataque si lanzaran sus misiles balísticos Shehab-3 sobre Israel.
Sin embargo, los expertos estadounidenses advirtieron de las repercusiones, incluyendo posibles protestas que podrían lograr desestabilizar ciertas partes del mundo islámico que mantienen buenas relaciones con Occidente. El coronel Sam Gardiner, consejero del Pentágono, explicó que Irán podría intentar cerrar el Estrecho de Hormuz, la ruta por la que pasa el 20% del petróleo de todo el mundo.
Algunas fuentes en Washington manifestaron sus dudas con respecto a que Tel Aviv se atreva a atacar a Teherán. Sin embargo, el Dr. Ephraim Sneh, viceministro de defensa israelí, dijo: «Se acerca el momento en que Israel y la comunidad internacional tendrán que decidir si es necesario llevar a cabo una acción militar contra Irán».