RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
Dominique de Villepin va abstenerse de votar a favor de Nicolas Sarkozy como candidato a las presidenciales. Así lo declaró ayer el primer ministro en una entrevista a Canal Plus, aunque la iniciativa, enésima demostración de la enemistad entre ambos políticos, llama la atención porque Sarko es el único candidato del partido gubernamental (UMP).
No importa. El jefe del Ejecutivo francés justifica su indisciplina porque el presidente Chirac, protector de su carrera y garante de su acceso al poder, todavía no ha decidido si va a presentarse a la carrera del Elíseo. Quiere decirse que Villepin aprovecha la indecisión y la posición especulativa de su padrino para hacer el vacío a Sarkozy, cuya ceremonia de investidura como candidato está prevista para el 14 de enero.
«Mientras el presidente Chirac no se pronuncie yo no puedo participar en el voto interno del UMP. Antes de decidir el destinatario de mi voto tengo que saber quiénes son realmente los candidatos del centroderecha», señalaba Villepin en declaraciones al canal de televisión.
El matiz viene a cuento porque la autoridad del actual ministro del Interior en el seno del UMP y su condición de aspirante único no impide que puedan presentarse otras alternativas de peso fuera de las siglas del partido gubernamental. Una de ellas podría ser la actual titular de Defensa, Alliot-Marie, aunque la baraja de posibilidades también comprende a Chirac y la decisión que pueda adoptar el propio Villepin. De momento, el jefe del Gobierno se desenvuelve cómodamente en la ambigüedad. Ni dice que vaya a presentarse ni sostiene la hipótesis contraria. «Estoy en mi lugar y en mi tarea de primer ministro al servicio de los franceses», declaró el primer ministro cuando le preguntaron directamente sobre sus aspiraciones al trono presidencial del Elíseo.
La incertidumbre redunda en la campaña maquiavélica que amenaza la estabilidad de Sarkozy. El ministro del Interior tiene que enfrentarse a un rival natural e imprevisible, Ségolène Royal, pero el antagonismo con la candidata socialista se añade a las posiciones astutamente beligerantes que han adquirido Chirac y Villepin desde sus respectivos acuartelamientos.
Ninguno de los dos está en condiciones de ganar las presidenciales, tal como se desprende de los sondeos y de su deterioro de popularidad. En cambio, las división en el seno del partido gubernamental sí puede hacérselas perder a Sarkozy, cuya fuerza y unanimidad en la militancia del UMP contradice la resistencia que le han organizado el primer ministro y el jefe del Estado. No sólo por el distanciamiento que ayer hizo patente Villepin. También porque Chirac ha convertido el inicio de 2007 en una oportunidad para afirmarse políticamente.
Se diría que aspira a hacer en cuatro meses todo cuanto no ha hecho en 12 años. Empezando por las recetas económicas del porvenir -la rebaja del impuesto de sociedades en 13 puntos- y terminando por remarcar las distancias en política exterior con Estados Unidos.
No obstante, la hiperactividad de Chirac no ha logrado engatusar a los electores. Una encuesta publicada ayer entre las páginas del Journal du Dimanche revela que sólo el 19% de los franceses desearía que el jefe de Estado resolviera presentarse a las presidenciales. A falta de cuatro meses, la encuesta del rotativo parisino llega a la conclusión de un empate técnico entre Sarkozy (49,5%) y Royal, la candidata socialista (50,5%) si finalmente ambos acceden al segundo turno.
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