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| La desgracia abre el alma a una luz que la prosperidad no ve (Herni Dominique Lacordaire) |
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| Impresiones |
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| Insólita dimisión del arzobispo de Varsovia |
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Es difícil encontrar un precedente a lo sucedido este domingo en Varsovia. Sólo dos días después de asumir el cargo, Stanislaw Wielgus dimitió ayer como arzobispo de la capital polaca, horas antes de que fuera a celebrarse la ceremonia de su investidura, tras verse obligado a admitir su colaboración con los servicios secretos del anterior régimen comunista, «bajo presión» y sin haber hecho «ningún mal ni con hechos ni con la palabra». Con esta insólita renuncia, el prelado ha querido poner fin a uno de los mayores escándalos de la Iglesia católica de Polonia -la institución más respetada por sus ciudadanos-, que ha dejado en una incómoda situación a la sagaz diplomacia vaticana. Su dimisión fue inmediatamente aceptada por el papa Benedicto XVI. De hecho, el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, ha reconocido que el comportamiento de Wielgus «ha comprometido gravemente su autoridad, incluso ante los fieles». Cabe esperar nuevos episodios en esta crisis, ya que la Iglesia polaca sospecha de la existencia de «una extraña alianza» que busca vengarse por su papel en la caída del comunismo. Y, además, arrecian las sospechas de que uno de los promotores de esta dimisión es el propio presidente de la República, Lech Kaczynski -obsesionado con la depuración de la vida pública de ex confidentes comunistas-, que mantiene sonadas discrepancias con el actual Pontífice, como la de la idoneidad de los contenidos de Radio María, un poderosísimo medio de comunicación ultracatólico que muchos consideran al servicio del actual Gobierno, que nunca ha contado con la bendición vaticana.
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