MARTIN PRIETO
Hace 10 días, los SMS de todos los móviles crepitaban: «Madrid explosión. Zapatero dimisión» o «Zapatero entró gracias a Atocha y saldrá por Barajas». Mensajes mostrencos, pero al menos la terrible derechona, bautizada por Francisco Umbral, no salió de noche a cercar las sedes del PSOE llamando asesino a José Luis Rodríguez Zapatero; un castizo diría aquello de: «¡Todavía hay clases!».
Ha sido más de una semana en donde nuestro presidente ha estado desaparecido en combate, yendo y viniendo de Doñana, como un púgil sonado dando vueltas por el ring ante un contrincante killer. ZP ha hecho que adláteres como 'Pepiño' Blanco, el nuevo Ludolfo Paramio del PSOE, y el monje negro de Rubalcaba, se desfoguen con ese verso para ofrecer a la opinión pública que el ilusorio plan de paz ha quedado roto en mil pedazos. Que Dios no les tenga en cuenta sus mentiras.
El presidente nos ha dado un espectáculo de patijane artístico sobre hielo en el que nunca ha dicho tal cosa y sí que la tan famosa hoja de ruta hacia el infierno sólo está en suspenso. El buenismo es la degeneración del positivismo y, probablemente, Zapatero cree en las dos almas de ETA: la dialogante y la intransigente, sintiéndose apuñalado por la segunda. La ilusión intelectual viene de la escisión de la ETA política y la ETA militar de los tiempos de Adolfo Suárez, que propició la integración de quienes formaban parte de la primera en la vida política española. La situación es tan absolutamente distinta que no merece la pena considerarla. Hoy ETA es una y nos equivocaremos suponiendo que Josu Ternera, maltratador de género, y señor de Hipercor, es muy diferente al enigmático Txeroki que controla los comandos que volaron la T-4 el pasado 30-D.
El Gobierno está en una encrucijada de caminos que a nada conduce. Ya no se puede decir que hace tres años y medio que ETA no mata y los sondeos de opinión no le son favorables después de Barajas. Ha mentido mucho, como casi siempre lo hacen todos los políticos, pero le han pillado los dedos en la gatera. Seis días ha tardado la Administración de ZP en convocar un gabinete de crisis, que será de pacotilla porque, desde luego, quien no está en crisis es ETA. Ha retrasado su comparecencia ante el Congreso de los Diputados demostrando el cariño que le tienen. O bien carece de soluciones para este sudoku infernal.
Plantear, tras todas las trapisonadas de media legislatura más las de los años de oposición, un gran abrazo nacional es proponerle a Mariano Rajoy que dance una muñeira del brazo de Carod-Rovira o una sardana en honor de los pactos de Perpiñán con la anuencia del bondadoso 'Ternera'. Dos danzas imposibles. Por cierto: ¿alguien sabe de la mujer del año? No ha dicho ni pío ni ha argumentado mu, ni se la ha visto. Quizás la hayamos perdido en la T-4. ¿Existe?
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