NURIA RIBO
«¿Pero nos estamos volviendo todos locos?"», se preguntaba el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, tras el atentado de Eta. ¡Sí! Nos estamos volviendo locos, pero no sólo en este rincón del mundo. La locura, la desmesura, la sinrazón, hace tiempo que campa a sus anchas convirtiéndose en un virus peligroso y sin fronteras.
A pesar de los baños de buenas intenciones en los que solemos sumergirnos al estrenar un nuevo año, el 2007 empezó con una resaca sangrienta. La dejada por el atentado de Eta y el asesinato de dos ecuatorianos y la consiguiente rotura del incipiente proceso de paz. Horas antes era ejecutado Sadam Husein. Dos salvajadas que encabezan una larga lista de locuras con las cuales convivimos cada día.
A veces de cerca y otras veces a través de Internet o la televisión, las imágenes nos sirven de muestra de esa globalización que convierte la barbarie en un mercado y un escenario del que todos quieren ser espectadores.
El vídeo de los últimos minutos de Sadam, con encapuchados, soga al cuello, insultos y ahorcamiento final, cuyas terribles imágenes para muchos podrían ser un revulsivo contra la pena de muerte, ha sido todo menos eso.
El gobierno Bush que preside un país donde se ejecuta en 38 de sus 50 estados, negoció hasta el último momento el aplazamiento de la ejecución por motivos estratégicos a sabiendas de que le salpicaría negativamente. La rapidez y la coincidencia con el inicio de celebraciones religiosas no hacía más que poner de relieve las ansias de venganza que hoy se respiran en Irak.
«Para la administración Bush -decía un editorial de The New York Times»- que insiste en que hizo la guerra para implantar la democracia y la justicia en Irak, el video es una vergüenza. Desgraciadamente, los americanos serán culpados, pero los iraquíes sufren ahora mucho más. Lo que debía significar la desaparición de la etapa más negra de Irak, se convertirá en estímulo para una nueva espiral de venganza sectaria».
¡Sí, nos estamos volviendo locos! Y en ese mercado de la locura el video de Sadam Hussein se ha convertido en un «éxito de ventas». Más de 14 millones de visitas a Google mientras Youtube contabiliza más de 7 millones de descargas del macabro final de Sadam. La empresa norteamericana Herobuilders.com, fabricante de figuras de personajes populares se ha atrevido a vender por $24,95 un muñeco que reproduce a Sadam con la soga al cuello y vestido con una camiseta en la que se lee Dope on a rope (tonto en la cuerda).
«Medio mundo ha echado el ancla en el pleistoceno, vive en ese caldo de cultivo del salvajismo, en un falso limbo inoculado de superstición, castas y religiones donde a un tipo le pueden cortar las orejas, la nariz y lo que sobresalga por casarse sin permiso con una mujer adulta», así describía Antonio Lucas en este periódico el pasado domingo, la salvajada que sufrió un hombre en Pakistán. Mientras tanto, pandillas de descerebrados siembran el terror en Euskadi a la espera de que cualquier asesino siga imponiendo la fuerza de las bombas.
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