Tanto esfuerzo y dinero para tan espectacular caos, para que jugadores consagrados, internacionales y con prestigio parezcan participantes en una liga de solteros contra casados en la que, para colmo, pierden casi siempre. Nada menos que 105 millones de euros se ha gastado el Real Madrid en remodelar la plantilla para un proyecto que el mismo presidente, Ramón Calderón, calificó como cortoplacista, porque, según él, hacía falta ganar títulos por la vía rápida. Como el fútbol no es matemática y Fabio Capello no es dios, la política del corto plazo se ha convertido en una ruina. El equipo está destrozado y todo aquel que llega, nuevos fichajes incluidos, se quema progresivamente en la hoguera.
El desequilibrio entre ingresos y gastos en materia de jugadores es espectacular y ya fue reconocido por Ramón Calderón hace varios meses. En la mayoría de los casos de jugadores que se marcharon en verano, el club simplemente se ahorró el pago de parte de la ficha porque la cesión fue el instrumento contemplado para soltar lastre.
El Madrid sólo recibió dinero por Gravesen, Arbeloa y Jurado, un total de ocho millones de euros que parecen ridículos ante la inversión de 105 millones en fichajes, de los que 41 se han desembolsado en el mercado de invierno con Gago, Marcelo e Higuaín. En total, 97 millones de saldo negativo para unos números deportivos que espantan y son prácticamente idénticos a los de la pasada campaña, tan denostada.
En efecto, el Madrid sólo tiene tres puntos más que el pasado año a estas alturas. Entonces había perdido seis partidos y en esta campaña ya ha caído en cinco encuentros de Liga, al que se debe añadir el 2-0 de Lyón en la Liga de Campeones. López Caro, de quien tantas cosas se dijeron, sólo perdió tres veces en la Liga. Con las cifras de Capello, habría sido conducido al paredón.
Y es que el problema no son esos 105 millones gastados en ocho jugadores, que pueden ser algunos más cuando se cierre el mercado de invierno el 31 de enero. La tragedia radica en que ninguno de los refuerzos ha marcado diferencias. Es más, todos han rendido muy por debajo de lo esperado. Diarra, el más caro, la piedra angular del proyecto, costó 26 millones de euros y ya es suplente después de tres meses infames como pareja de Emerson, que sigue corriendo por el campo como si fuera un espectador a la búsqueda de un autógrafo. Van Nistelrooy ha marcado nueve goles, pero los ha agrupado en apenas cuatro partidos y muchas de sus actuaciones han sido insustanciales. Fabio Cannavaro, entre premio y premio, todavía no se ha enterado de la película y Reyes aún no sabe si es titular o suplente.
Peticiones.
Tras apostar por veteranos en verano, ahora se ha decidido ir al mercado de imberbes pipiolos. Capello exige un central y le han traido un lateral izquierdo, un mediocentro que no tiene nada que ver con los gustos del entrenador y un delantero centro. Todos ellos con escasa experiencia y a los que parece prematuro cargar de responsabilidad en un equipo en crisis. El italiano no pidió a ninguno. Después de tantos euros desembolsados, la evidencia es que el año que viene habrá que formar de nuevo otro equipo y tirar de talonario una vez más.
Capello quiere otro defensa para ya, pero el desequilibrio presupuestario provoca que sea necesario poner en el mercado algunas piezas. Por eso intentó el club colocar a Ronaldo, Robinho y Cassano, con los que no cuenta Capello, en el fútbol italiano. Por eso se va a quedar Diogo en el Zaragoza, que va a ejercer su opción de compra por el uruguayo pagando cuatro millones y medio. Se sacará también dinero por De la Red, otra perla de la cantera aparcada por los fichajes de extranjeros, que negoció ayer con el club aragonés. Y también se estudian ofertas por el portero Diego López.
Para oscurecer el cuadro, el próximo 29 de enero se celebra el juicio del voto por correo. Unos días después resolverá la juez. ¿Y si aterriza en febrero otro presidente?