El presidente del Gobierno llamó al líder de la oposición el pasado viernes para proponerle una reunión el lunes 8 de enero en Moncloa. Tras el atentado de la T-4, Zapatero ha telefoneado a Rajoy de forma insistente.
El líder del PP aceptó sin pestañear, aunque retrasó la cita hasta después de la reunión de su Ejecutiva. Durante hora y cuarto, Zapatero le habló de diálogo, de unidad frente al terrorismo, del zulo de Amorebieta, etc. Pero no le propuso nada concreto. El presidente necesitaba imperiosamente una foto con Rajoy y la consiguió; eso sí, no le arrancó ni una leve sonrisa para lucir en las portadas de hoy.
¿Representa su iniciativa una voluntad real de rectificación? Evidentemente, no. Tan sólo hubo que esperar unos minutos para que Fernández de la Vega, en su rueda de prensa, nos diera la clave del encuentro: «Si [Rajoy] dice no otra vez al diálogo, hará un flaco favor a los intereses generales y a su propio partido». O sea, que si el líder del PP no vota a favor de lo que proponga el presidente en el Pleno del Congreso a celebrar la próxima semana (el 15 o el 16, la fecha definitiva está a expensas de lo que decida el Gobierno de Japón), quedará otra vez condenado al averno de los piojosos.
La falta de sinceridad del intento de Zapatero por recomponer el consenso con el PP en la lucha antiterrorista no sólo queda patente en la escasa sustancia de una reunión en la que no planteó ni un solo acuerdo, sino en la convicción de su entorno de que, tarde o temprano, recuperará el llamado proceso de paz.
Tal es así, que la declaración de Otegi solicitando a ETA que «mantenga» (el atentado de la T-4 debe de ser para Batasuna una anécdota) el alto el fuego anunciado el pasado mes de marzo, fue valorada muy positivamente por el círculo del presidente.
La sospecha de que Zapatero está jugando a dos barajas cobra consistencia tras conocerse que, tras el atentado y pese a sus declaraciones públicas, el PSE ha mantenido una reunión secreta con Batasuna para evitar que el proceso descarrile. La situación recuerda un poco a lo que sucedió durante el último Debate sobre el estado de la Nación. Mientras Rajoy daba un voto de confianza al Gobierno, dejando prácticamente aparcada la discusión sobre la negociación con ETA, la plana mayor del PSE se reunía públicamente con la de Batasuna.
La mayoría de los partidos del arco parlamentario tiene interés en que proceso continúe vivo, pese a los dos muertos. Principalmente, el PNV. Pero también ERC e IU, socios del Gobierno. Lo increíble es que CiU no se desmarque del pelotón de afines a Zapatero, pero, con tal de no votar junto al PP, hará lo que sea.
Al final, los números cantan. El denostado Pacto Antiterrorista, cuya vigencia reclama Rajoy, fue votado por una abrumadora mayoría en el Congreso. Dando por hecho que el PSOE logre otra vez dejar solo al PP en su nueva propuesta sobre el terrorismo, jamás logrará un respaldo similar. Y es que el consenso contra ETA sólo tiene valor si cuenta con el apoyo del principal partido de la oposición.
casimiro.g.abadillo@el-mundo.es